Por si Balañá se decide

Mientras tanto, mientras Balañá hace o no hace sus cuentas, cuatro chavales de la Escuela Taurina de Cataluña torearon el pasado domingo una novillada en la plaza castellonense de Vinaroz. Mario, Hugo, Alba y Marcos, que no saben lo que es presenciar una corrida de toros en el ruedo barcelonés, cumplieron su sueño de vestirse de luces, aunque fuera en un exilio obligado, no por una prohibición, que no existe; por un cierre empresarial.

Nadie sabe si los sueños de estos jóvenes toreros servirán para que Balañá afronte mejor la situación que debe cambiar. Dos orejas cortó Mario Vilau, otras dos Alba Caro, una Hugo Casado y otra Marcos Adame. Los cuatro catalanes, los cuatro viven en el mismo ambiente social, económico y político que el dueño de la Monumental, y los cuatro luchan a brazo partido en ese clima por un puñado de ilusiones, por un sueño, que el pasado domingo comenzó a hacerse realidad.

Los cuatro, nacidos en Barcelona, Hospitalet, Santa Coloma de Cervelló y Calafell, han conseguido ser los abanderados de una afición que resiste, que lejos de rendirse se mantiene en la batalla por recuperar la pasión heredada de sus mayores. Ninguno de los cuatro va renunciar a nada; al contrario, cada día con más fuerza y sin instantes de flaqueza. Ni a Mario ni a Hugo ni a Alba ni a Marcos les pasa por la cabeza pararse para pensar que la situación que se vive en Cataluña es un freno a sus anhelos. Si lo hubieran hecho no hubiese llegado la tarde de triunfo de Vinaroz. Por si Balañá se decide.