«Cuando llegó a la mina un amigo le dio el pésame... Así nos enteramos»
Diez años después, la cúpula de la empresa del carbón Hullera Vasco Leonesa se sienta en el banquillo por el accidente que costó la vida a seis mineros en León. Las familias exigen justicia
Comienza el juicio por la muerte de seis mineros de La Vasco diez años después de la tragedia
Las familias de los seis mineros fallecidos en el accidente en el pozo Emilio de la Hullera Vasco Leonesa claman justicia casi diez años después del trágico suceso
Casi diez años ha habido que esperar para que el último gran accidente registrado en el sector minero del carbón a nivel nacional, el que el 28 de octubre de 2013 causó la muerte a seis trabajadores de la Hullera Vasco Leonesa (HVL) ... , llegara a los tribunales. Una década en la que la lucha dejó paso a la desesperación en demasiadas ocasiones para unas familias que no se rindieron y que sólo pedían justicia, depurar responsabilidades. Nada les iba a devolver a los suyos, pero esperaban al menos que sus muertes contaran, que no cayeran en el olvido.
«¡Justicia!» fue el grito que rompió el silencio y el dolor cuando enterraron a sus maridos e hijos o acompañaron en su recuperación a los heridos y justicia es lo que han vuelto a reclamar ahora, cuando esos bebés que apenas conocieron a sus padres, muertos en la mina, son ya mozalbetes, y las esposas, madres y padres que deshojaron calendarios durante mucho tiempo sin que pasara nada, antes de tener una fecha fija en la que volcar su esperanza, pudieron marcarla ahora.
El pasado 6 de febrero arrancó el juicio. «Ya va siendo hora», aseguraron algunos de los familiares a las puertas del Juzgado de León, donde acudieron esperando que no se repitiera la situación vivida sólo un par de años antes, cuando el procedimiento -señalado inicialmente para abril de 2021- fue suspendido y devuelto a la fase de instrucción tras haber constatado que cuatro de los acusados contaban con un seguro de responsabilidad civil que no habían comunicado previamente.
Esta vez no ocurrió lo mismo y las sesiones -que se prolongarán hasta el día 30 de este mes, cuando está previsto que se hayan expuesto ya las conclusiones definitivas y los informes de las partes- se están desarrollando con total normalidad.
Las inmediaciones del Juzgado de León se han convertido desde entonces en un punto de encuentro para las familias, para los abrazos y para el recuerdo. Pancartas, cascos y carbón sirven como llamada de atención para que nadie se olvide de que en el accidente que se juzga en una de las salas murieron seis mineros que trabajaban extrayendo este mineral a causa de una invasión masiva de metano que los dejó sin oxígeno en cuestión de segundos.
Es en esa sala en la que los acusados, 16 personas con diferentes cargos dentro de la Hullera Vasco Leonesa han tratado de defender su inocencia: desde el presidente y consejero delegado, Antonio del Valle Alonso, al delegado minero Alberto Fernández Diez, un trabajador elegido por sus propios compañeros y el único de los que se sientan en el banquillo contra el que el fiscal no formula acusación.
«No tienen perdón de Dios»
«La negligencia fue gravísima. Fallaron las personas, no lo medios», explicaba el padre de uno de los mineros fallecidos instantes antes de que empezara la primera sesión del juicio. Manuel Moure, que también declaró como testigo, perdió a su hijo Manuel, que antes del accidente ya había avisado en casa de que las cosas en la mina se estaban haciendo «fatal» y que temía que en cualquier momento pudiera pasar algo grave. Él y su mujer, Toñita, lamentaron, además, la actitud de una compañía que se suponía que era una «empresa modelo» y que, sin embargo, ni siquiera tuvo el detalle de llamar a las familias.
Manuel y Toñita, los padres de Manuel Moure, uno de los seis mineros fallecidos en el pozo Emilio del Valle
«Cuando ocurrió el accidente nadie nos avisó de nada. Mi marido salió a dar una vuelta y cuando llegó a casa dijo que había habido un accidente donde estaba nuestro hijo. Llamamos por teléfono y le dijeron que colgara, que no podían atender a nadie. Mi marido colgó y dijo 'yo me marcho'. Cuando llegó a la mina un amigo le dio el pésame. Así nos enteramos. ¿Qué te parece?». Así lo recuerda Toñita, que dijo que Manuel «se desplomó» entonces y que tras ese momento nunca tuvieron noticias de la empresa. «¿Son maneras de enterarse de que un hijo se ha quedado allí dentro? Lo que han hecho no tiene perdón de Dios», confesó entre lágrimas.
Ese perdón del que habló Toñita lo rechazó también Manuel. «Que se haga justicia, nada más», dijo, porque para el perdón «ya es muy tarde».
Los acusados ya han declarado y en sus intervenciones han defendido que las prescripciones de seguridad se cumplían «a rajatabla», siendo conscientes de que la mina de carbón en la que trabajaban los fallecidos había sido catalogada como de nivel 3, «muy grisuosa», y en la que por lo tanto los picos de metano eran frecuentes durante la jornada de trabajo. Sin embargo, insistieron en que el protocolo se seguía, que el trabajo se podía realizar tomando esas precauciones y que «nada» hacía prever un siniestro de la magnitud del que se produjo.
En el banquillo se sientan 16 personas como presuntos responsables
El accidente fue «inevitable e imprevisible», insistieron uno tras otro a preguntas del fiscal y de los letrados tanto de la acusación como de la defensa. «La única forma de haberlo evitado sería haber cerrado la mina. No había otra», advirtió el director general de la Hullera Vasco Leonesa, Mario Calvo Herce, para el que «de ninguna manera» se podría haber cambiado el triste resultado.
Tras los acusados llegó el turno de los testigos y peritos. Están citados 80 y sus declaraciones no han finalizado todavía, pero en ellas, hasta el momento, hay dos posturas muy marcadas. La de los que coinciden con los acusados en que el siniestro fue imprevisible y en que la seguridad era la bandera de la empresa y la de quienes aseguran, como alertó Manuel Moure, que entre los trabajadores existía si no miedo, al menos sí una preocupación generalizada por el trabajo que se estaba desarrollando en ese taller. «La mina avisa», dijo alguno, y sus muchos años de experiencia les permitían leer estos avisos.
La bóveda que no se hundía
Sus miedos se centraban principalmente en la existencia de una bóveda (la que se forma el extraer el carbón y en la que se puede acumular el gas) que no se acababa de hundir y en los altos niveles de metano, que habían hecho que tuvieran que salir en varias ocasiones, como indicaba el protocolo. Además, varios coincidieron en que las quejas a los superiores derivaban en ocasiones en represalias y había que ganarse el pan de cada día, por lo que nadie se negó a trabajar.
Los hechos que ahora se juzgan se remontan al 28 de octubre de 2013
Así, en ese taller, en la planta séptima del macizo 7 del pozo Emilio del Valle de la Hullera Vasco Leonesa, situado en Llombera de Gordón (León), los trabajos, que habían empezado el día 14 de octubre de 2013, continuaron hasta el día 28, cuando una invasión masiva de metano acabó con la vida de Carlos Pérez, Manuel Moure, Antonio Blanco, Orlando González, José Luis Arias y Roberto Álvarez. Además, otros ocho trabajadores resultaron heridos porque cuando oyeron el aviso intentaron ayudar poniendo en riesgo sus propias vidas. «Fue un acto voluntario, de humanidad», dijeron durante el juicio sabiendo que los autorrescatadores que utilizaron no estaban pensados para rescatar a otro, sino a uno mismo.
La minería ha demostrado en muchas ocasiones ser despiadada con sus trabajadores. Muchos han perdido la vida en accidentes en sus galerías, los últimos esta misma semana, en la que tres geólogos fallecieron al quedar atrapados por un desprendimiento en una mina de potasa de Súria, en Barcelona, pero la del carbón ya había iniciado entonces su declive. La Hullera Vasco Leonesa entró en concurso poco después del accidente y el taller en el que se produjo el accidente quedó intacto hasta entonces, sin marca alguna que reflejara que allí se habían perdido seis vidas.