vía pulchritudinis
Extrema mayoría
Una democracia madura defiende los derechos de las minorías pero este siglo ha convertido a las mayorías en rehenes de unos cuantos
Vacas con flequillo
No te metas en líos
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Iniciar sesiónHan desaparecido los colores. Los tonos pastel, los azules, el beige y el caqui están encerrados en una caja de seguridad. Todo es blanco o negro.
Israel y Palestina, rojos y fachas, soterramiento o integración ferroviaria, chonis y cayetanos, público y privado, heterosexuales y todo ... lo demás, machistas y feminazis…. la lista de binomios es interminable y lo peor es que sólo te dejan ser bueno o malo, blanco o negro. Entre los salvapatrias y los salvados por la patria han conseguido que nadie pueda decir que le gusta el gris sin acabar ante un pelotón de fusilamiento. Los del medio hemos perdido pie, ya no importa lo que digas aunque sea con buena voluntad e, incluso, creyendo lo que dices. Poco o nada importa lo que pienses para tus adentros porque el miedo te hace callar pese a que, de hecho, sea el sentir o el discurrir de la inmensa mayoría. La única solución frente a todo esto es construir el extremo centro, ese idílico lugar donde puedes decir que te gusta la tortilla de patatas con cebolla pero que hay algunas sin ella que bien merecen un alto en el camino. Un lugar donde puedas tener un hijo normal, de esos que son mayoría y que no son ni listos ni tontos, ni con capacidades especiales ni especialmente capacitados. Una democracia madura defiende los derechos de las minorías pero este siglo ha convertido a las mayorías en rehenes de unos cuantos que, al parecer, cuantos menos sean tienen no sólo derecho sino todo el derecho a monopolizar fondos y atención. Es la trampa, la vía de agua a la que nos someten los que entienden que por ser pocos tienen mas razón que los que son muchos. Cuando sean unos cuantos más podremos apedrearlos ¿Por qué? Pues porque ya no serán minoría.
Mientras tanto, la extrema mayoría piensa que no merece la pena matarse por casi nada. Una extrema mayoría que se reconoce por dentro y que cuando cierra la puerta de casa ya no tiene que fingir ser de nadie ni de nada y sólo aspira a ver la tele con las babuchas puestas. Una extrema mayoría que añora vivir sin publicar sus miserias no sólo por pudor sino porque entiende que a nadie deberían interesarle. El mundo no necesita equidistancia, ni relativismo, necesita que una extrema mayoría de extremo centro inicie una yihad con una bandera arco iris para que, a lo mejor, alguien le haga caso.
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