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El mejor balonmano de Castilla-La Mancha se disfruta fuera
Gonzalo pérez de vargas, ahora capitán del barça, también hizo el erasmus
Miguel Sánchez-Migallón, Jorge Maqueda, Ángel Montoro y Rubén Marchán suman experiencias en clubes de Polonia, Francia, Grecia, Macedonia del Norte, Hungría y Suiza
Sánchez-Migallón, con el Kielce
A veces, los sueños se hacen realidad. Y otras veces, la realidad supera el guion de cualquier película, aunque esta se llame 'Lost in Translation', esté dirigida por Sofia Coppola y sus protagonistas sean los magníficos Bill Murray y Scarlett Johansson. A Miguel Sánchez-Migallón ... (Ciudad Real, 1995), jugador profesional de balonmano, no hace falta contarle de qué va la vaina porque su historia, también con la futurista Tokio como escenario, mola mucho.
En julio de 2021, hace ahora un año, se encontraba en Kielce, una ciudad de 200.000 habitantes en el sureste de Polonia, adonde se había trasladado para aclimatarse antes de empezar la pretemporada con su nuevo equipo. Peleándose con el wifi, seguía el partido de España desde una cafetería y ni siquiera se enteró de que Viran Morros se había lesionado. Cuando descolgó el teléfono, Jordi Ribera, el seleccionador, le dijo que hiciera las maletas con destino a los Juegos Olímpicos para sustituir a Morros como especialista defensivo.
Sánchez-Migallón realizó entonces una travesía de 40 horas. De Kielce a Varsovia en coche. De Varsovia a Frankfurt en avión y otro vuelo hasta Madrid. Allí cogió toda la documentación necesaria del covid, durmió y al día siguiente, temprano, voló a Roma y finalmente enlazó con la capital japonesa. Una locura. Lejos de hacer turismo, jugó con 'jet lag'. «Tenía que dar la cara y responder ante lo que se esperaba de mí», afirma el manchego, que contribuyó a ganar la medalla de bronce olímpica.
Al igual que Sánchez-Migallón, casi todos los integrantes de la selección se han tenido que buscar el jornal fuera de nuestro país. Jorge Maqueda (Quero, 1988), que acumula ocho medallas con 'los Hispanos', lleva ya una década en el extranjero. «En aquel momento, la situación económica y deportiva en España no era muy buena y surgió la oportunidad, aunque en un principio no tenía muchas ganas de salir», reconoce. El lateral derecho ha estado tres años en el HBC Nantes francés, otros tres en el RK Vardar de Macedonia del Norte y los últimos cuatro en Hungría, repartidos entre el SC Pick Szeged y el MKB Veszprém. Y ahora vuelve al Nantes.
Mientras, Ángel Montoro (Toledo, 1989), campeón del mundo en 2013, ha hecho el camino de ida y vuelta para irse otra vez. Tras debutar en la Asobal con Ademar León y fichar por el Barça, saltó al Fenix Toulouse Handball francés y luego al Orlen Wisla Plock polaco. Regresó a España, defendió la camiseta del Naturhouse La Rioja y del Liberbank Cuenca, yéndose al Kadetten Schaffhausen suizo en 2019. En la actualidad, juega en el Olympiakos griego.
Montoro, lateral derecho como Maqueda, considera que «en el extranjero aprendes a sacarte las castañas del fuego, es un golpe de realidad. Cada uno en nuestra casa estamos muy valorados, pero, cuando sales, nadie te conoce y eres uno más».
«Crecí muchísimo. Fue una temporada muy especial en todos los sentidos, era la primera vez que me iba solo a otro país y el club me permitió jugar muchos partidos», recuerda Gonzalo Pérez de Vargas (Toledo, 1991). El portero, capitán del Barça, hizo su Erasmus particular en Toulouse, precisamente con Montoro. Ambos también habían coincidido en el Amibal toledano cuando eran críos.
Si en el vestuario hay más españoles, «siempre ayuda, sobre todo para hacer cosas fuera de nuestra profesión», explica Maqueda, que en Nantes será compañero del pívote Rubén Marchán (Manzanares, 1994).
En algunos casos, incluso, son los propios españoles quienes reclaman a sus compatriotas. El entrenador Talant Dujshebaev llamó a Sánchez-Migallón para el proyecto del KS Vive Kielce y este ni se lo pensó. Álex y Dani, los hijos de Talant, también están en el equipo. Eso sí, el entrenador se expresa en polaco, «un idioma muy complicado» que el defensor manchego entiende «bastante bien» y habla «un poco».
«Comen muchos tipos de sopa, que suelen ser calóricas. Y en invierno, a las cuatro de la tarde, si no antes, es de noche. Este año, desde finales de noviembre hasta febrero no hemos subido de los cero grados», añade Sánchez-Migallón sobre Polonia. Montoro rememora esa «gran rivalidad» entre el Wisla Plock y el Kielce, con ciudades «volcadas con el balonmano». «Lo único similar que hay en España lo viví en Cuenca», admite. Y Maqueda guarda un especial cariño a Macedonia del Norte, cuyos habitantes «se parecen a nosotros. Les gustan las mismas cosas, como estar con los amigos en la calle, y son más mediterráneos que los franceses».
"Un salto grande"
El de Quero, además, ganó la Champions con el Vardar en 2017, con los españoles Raúl González y David Davis de entrenadores y «sin que nadie diera un duro por nosotros». Maqueda ha disputado de nuevo este año la ‘final four’ con el Veszprém. Como Sánchez-Migallón, que perdió con el Kielce el partido decisivo contra el Barça en los penaltis (Pérez de Vargas le paró a Álex Dujshebaev el único lanzamiento fallado de la tanda). «Ha sido un salto bastante grande en mi carrera», analiza el manchego, «contento» con su apuesta de abandonar la zona de confort después de siete años en Logroño. «En la Asobal, si no estás en el Barça, es complicado que puedas jugar una ‘final four’», opina.
Por su parte, al portero toledano le gustaría que la liga española fuera «más potente a nivel de estructura y que los chicos no tuvieran que marcharse». Su diagnóstico es que «no hemos sabido aprovechar al cien por cien los éxitos de la selección». Propone «estímulos para que las empresas inviertan en el deporte» y pone el ejemplo de Alemania, donde la inmensa mayoría de los ingresos de los clubes son privados y no dependen de las instituciones públicas.
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