La violencia vicaria se ha cobrado la vida de diez menores en Andalucía desde 2013
Sólo dos madres habían denunciado previamente a sus maltratadores en Andalucía según los datos de la Junta
El caso de José Bretón, el padre cordobés que asesinó a sus dos hijos, es anterior a las estadísticas oficiales
El parricida de Almería estuvo horas junto a los cuerpos sin vida de sus hijas antes de suicidarse
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Iniciar sesiónEl asesinato de las dos niñas de Almería a manos de su padre este domingo ha vuelto a disparar todas las alarmas sobre la violencia vicaria, la que ejercen los progenitores contra sus hijos para hacer el mayor daño posible a la madre. ... En Andalucía, desde que hay registros oficiales, el año 2013, diez menores han sido asesinados por sus padres. En esta trágica relación figuran ya, lamentablemente, las dos pequeñas almerienses después de que el Ministerio de Interior confirmara ayer que se trata de un caso de violencia vicaria. Sólo en dos de estos casos había denuncia previa, uno de ellos el de las dos pequeñas de Almería, Elisa y Larissa, de tan sólo cuatro y dos años.
Según los datos facilitados a ABC por el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), en estos últimos 11 años han sido asesinados a manos de sus padres cuatro menores en Almería, tres en la provincia de Málaga, dos en Jaén y uno en Cádiz. Seis de los niños asesinados eran varones y cuatro, chicas. En dos de los ocho casos registrados, el de Jaén y éste último de Almería, hubo cuatro víctimas mortales y eran hermanos. Las edades de las víctimas oscilan entre bebés de menos de un año de edad hasta uno de entre 15 y 17 años. La mayoría de estos niños, un total de seis, tenían sólo entre uno y seis años de edad. Los ocho casos se han producido en 2013, 2015, 2016, 2017, 2018, 2020 y este año.
En esta dramática y fría estadística no figura el caso que conmocionó a todo un país, el asesinato de Ruth y José a manos de su padre, José Bretón, en Córdoba en octubre de 2011. Fue poco después cuando se acuñó el término que define el máximo exponente de la crueldad de un hombre para hacer daño a su pareja o ex pareja: la violencia vicaria. Se define así una forma de violencia machista contra los hijos e hijas de mujeres víctimas de violencia de género, así como contra las niñas y niños menores de edad sujetos a su tutela, guarda y custodia. No se considera violencia vicaria si el asesinato lo comete la madre. Así lo recoge desde el año 2015 la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.
Juan Ignacio Paz es psicólogo y asesor técnico del gabinete de Estudios y Programas del IAM. Según explica a ABC, en todos los casos de violencia vicaria el objetivo es siempre el mismo: hacer el máximo daño posible a la mujer. «Tras un parricidio puede haber muchas causas pero en el caso de violencia vicaria el denominador común es que se utiliza a los hijos para dañar a la madre, llegando al extremo incluso de asesinarlos. Es un planteamiento por parte del maltratador de dominio y de posesión en el que actúa contra lo que más dolor puede causarle a su pareja o expareja, a la madre de sus hijos. Hay mil formas de hacerlo y el asesinato es la más extrema».
Señales de alerta
¿Hay alguna señal de alerta? Estos maltratadores suelen emplear distintas técnicas: amenazan a la madre con quitarle a los niños, con matarlos, interrumpen los tratamientos médicos de sus hijos e hijas cuando están con ellos, aprovechan los momentos de la recogida y retorno del régimen de visitas para insultar, amenazar o humillar a la mujer y hablan mal de ella y su familia en presencia de los menores.
«Antes de ponerle el nombre de violencia vicaria siempre hemos hablado de violencia emocional hacia la mujer, pueden hacerlo dañando a familiares e incluso a la mascota, como ha ocurrido en Málaga, donde un hombre ha matado al perro para hacer daño a la mujer. También es muy típico, por ejemplo, que destrocen las fotografías de la infancia o juventud de su pareja. Saben que eso la deja sin su pasado. Esto está dentro de un proceso de violencia de género, no es que de pronto pierda la cabeza y mate a sus hijos. Hay que estar atentos cuando ataca lo que afectivamente es importante para su pareja con tal de hacerle daño. Si amenaza a los hijos hay que actuar rápidamente», explica Paz.
Al igual que en la violencia machista, en la vicaria no hay un perfil definido: «No hay un perfil concreto. Es alguien que se considera con derecho a imponer su criterio a costa de lo que sea porque cree que tiene el mando o la razón, y lo lleva al extremo para su pareja sufra».
¿Un maltratador es un mal padre?
Sobre el debate abierto en torno a si un maltratador puede ser un buen padre, Juan Ignacio Paz responde con rotundidad: «La violencia machista daña también a los hijos. La simple exposición de los menores a situaciones de violencia hacia su madre los convierte en víctimas y les está provocando daño. No considero por tanto que una persona que ejerce violencia sobre su pareja esté capacitada moralmente para educar a sus hijos».
El abanico de daños que sufren estos menores es amplísimo según este experto, aunque no hayan sido víctimas directas de maltrato: «Sufren miedos, sensación de que su mundo se desequilibra, aprenden comportamientos violentos, a menospreciar a su madre, tiene terrores… En definitiva, todos los síntomas de un niño traumatizado».
Para ellos y para sus madres, el IAM dispone de un programa de atención en situaciones de crisis para intentar minimizar la victimización secundaria, que es el que ha sido desplegado para la madre rumana afincada en Almería que ha acaba de perder a sus dos hijas. «Lo que hacemos durante las primeras horas es enviar un equipo de dos psicólogas expertas en esta materia a la localidad donde ha ocurrido el suceso para atender esa situación de crisis, para que pueda haber una ventilación emocional. Luego se hace una intervención terapéutica más profunda. Ponemos a su disposición todos los recursos de atención psicológica del IAM».
Y es que la madre además se siente siempre culpable de lo ocurrido: «El maltratador, dentro de su proceso, utiliza siempre la misma herramienta, la culpabilización de su víctima. En estos casos la madre se siente culpable por no haber protegido a sus hijos, aunque no haya razones para ello. Es inevitable. Puedes ayudar a que sobrelleve este trauma pero nunca lo va a superar. En el IAM siempre vamos a intentar que tenga una vida lo más parecido a lo normal posible, aunque será muy complicado porque el daño ya está hecho y es irreversible. Estaremos muy pendientes de ella en el proceso que afronta ahora».
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