Las tarifas de los hoteles de Andalucía suben un 9%, pero no cubren los costes

Los hoteleros, sin embargo, descartan que estén aprovechando para hacer caja. Según los datos de Federación Andaluza de Hoteleros y Apartamentos Turísticos, las subidas están siendo contenidas entre un 6% y un 9% de media. Y se quejan porque la inevitable subida está trayendo ya consecuencias. No en todas partes: hay destinos, como la Costa del Sol o la Costa de la Luz, que soportan mejor el alza.

Allí se sigue vendiendo pese a que el precio esté en 300 euros la noche, pero en la costa de Huelva el inicio de junio ha traído descuentos e incluso ha habido que bajar tarifas por la caída de clientes, aseguran. «Si subes demasiado los precios, los clientes buscan otro lugar más barato», asegura Rafael Barba, secretario de la Federación, quien asevera que las empresas en este momento «no están imputando los costes que tienen en la tarifa de la habitación, porque dispararía los precios».

Sin embargo, estos incrementos no dan, en muchos casos, para cubrir los costes. Los hoteles lidian con una inflación disparada en el verano que tenía que devolver la alegría a sus cuentas de resultados. Un melón ha subido desde 2019 un 25%; el aceite un 70%; la salchicha un 81%; los huevos un 41%; el entrecot un 86% y el aceite de girasol un 196%. La Federación Andaluza de Hoteles y Apartamentos Turísticos explica que los alimentos se han encarecido hasta un 44% durante la pandemia. Hay productos que han subido por encima del 400%. Los costes energéticos se han disparado un 247%. Subidas que no se pueden recuperar en el precio de la habitación.

A esto se suman los costes de los trabajadores o los gastos corrientes como el agua. La patronal dice que la inflación está siendo «determinante» para muchos negocios. «Si subes un 9,5% los precios no repercutes todo este encarecimiento. Tenemos casos de hoteles que con la mejor ocupación de su historia y los mejores datos de facturación están perdiendo hasta 250.000 euros», señala Rafael Barba.

Los hoteleros temen una pérdida de clientes por culpa de la subida de la inflación en los próximos meses. «Hay un 12% que son reservas que se van a hacer a última hora. Esas se pueden caer», asegura Barba. La patronal no cree que el verano vaya a ser malo, pero sí que va a tener una merma de la asistencia de turistas.

Los elevados costes que están sufriendo pueden hacer mella en las cuentas de resultados de estas empresas, sobre todo a lo largo del litoral, donde es temporada alta y dónde las compañías apuestan para hacer gran parte de la caja del año. En interior ahora es temporada media y la mayor afluencia llega al final de septiembre y octubre. En ese sentido, se confía en congresos y eventos empresariales para seguir teniendo saldos positivos en sus balances, una vez que el turismo de sol y playa se haya marchado.

Según los datos de la patronal andaluza, junio rozó el 81% de ocupación, mientras que julio se espera que esté por encima del 75%, subiendo en agosto para elevarse sobre el 78% y estar más allá del 63% en septiembre. «No son malos datos. No hemos detectado cancelaciones de vacaciones, pero falta una reserva de última hora que nos pondría en datos parecidos al 2019 y que no sabemos si se va a producir», afirma Barba, que explica que sin esos clientes que esperan de último momento la ocupación de habitaciones se mantiene en buenos números, pero no se recuperan los índices que habían antes de la pandemia.

El problema es que se prolongue durante meses una inflación superior al 10%, como está previsto. «Nos preocupa qué pasará después del verano. No sabemos cuánto tiempo vamos a tener que lidiar con esto», afirma Barba, que vaticina un otoño malo en el que las familias se vean sin la capacidad de salir de viaje, ya que las vacaciones no son un producto de primera necesidad. Los hoteleros andaluces explican que se está produciendo desde hace unos meses un 'efecto champán': ganas de salir de vacaciones por encima de cualquier revés económico. Creen que esto durará hasta septiembre.

Explican este 'efecto' con el símil de cuando se descorcha una botella de esta bebida y sale la espuma disparada por el gas. Tras dos años de pandemia, los clientes tienen ganas de salir y vivir experiencias, por eso se han desbordado las ferias, romerías, fiestas y ahora hay buena demanda para las vacaciones… Las familias han decidido disfrutar. Los precios han subido, pero el turista asume el encarecimiento para disfrutar de la libertad que, en muchos casos, vieron hurtada durante dos años. «El problema vendrá en septiembre, cuando todo vuelva a su lugar», adelanta Barba.

Es algo de lo que también avisan desde la Unión de Consumidores de Andalucía, que teme que esta euforia genere quiebras en las economías domésticas cuando haya que pagar lo gastado en vacaciones. «La inflación se está comiendo los remanentes de muchas familias por la subida del gas, la electricidad o la gasolina. Si esas familias tiran de crédito lo van a pagar caro», explica Juan Moreno, secretario general de UCAUC, quien reseña que los bolsillos se están quedando sin dinero en efectivo y que para pagar las vacaciones muchas familias van a tener que tirar de tarjeta.

«Esos créditos los van a tener que devolver con un buen interés y le van a tener que sumar una subida por encima del 10% en la alimentación, la luz, el gas y la revisión al alza de la hipoteca, que va a ser otro estacazo», asevera Moreno. En este contexto habrá familias que van a tener una vuelta de vacaciones muy cuesta arriba, «si no son prudentes este verano».

La Unión de Consumidores recomienda que, cuando se contraten unas vacaciones, los clientes deben revisar muy bien los precios pero sobre todo la posibilidad de pagarlos. «Hay destinos mucho más baratos, como es Portugal, Malta o Marruecos», reseña.