«Dejé de ir a clase tras cambiar de centro y me empecé a juntar con gente que no estudiaba»
Aunque la hostelería le gustó, hizo cursos de especialización... Pero no se veía en eso el resto de su vida
El fracaso escolar en Andalucía cae a su punto más bajo desde que hay registros
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Iniciar sesiónM. C. C., un a chica andaluza que prefiere no revelar su nombre, eligió el Bachillerato de Ciencias Sanitarias y, en realidad, no le apasiona ese ámbito. Piensa que, quizás, ese haya sido uno de los problemas que la llevaron a dejar sus estudios ... sin conseguir el título. Como muchos otras personas que dejan los libros, lo achaca también a la edad y a un cambio de barrio y de centro educativo.
Ella estudió en su colegio de siempre . Allí le iba todo bien, recuerda. Pero en ese colegio no había Bachillerato, así que se pasó a otro. A los tres meses de empezar el curso ya había dejado de ir a clase.
« Iba con una base de cuarto de la ESO floja porque aprobé por los pelos», explica. Y está también «el cambio de instituto, de barrio, de compañeros... Son muchas cosas. Dejé de ir y me empecé a juntar con gente que no estudiaba». A sus padres les dijo que prefería esperar al año siguiente para cambiar de centro a uno más cerca de su barrio de siempre.
Con esa intención, volvió a intentar primero de Bachillerato. Otra vez Ciencias de la Salud. Otra vez sin éxito. Se cambió de nuevo de instituto y, ahí sí, aprobó el curso. Pero llegó segundo y vuelta a empezar.
«Me apunté y dejé de ir. Mi fuerza de voluntad es muy pequeña», se disculpa. «Mis padres no sabían ya qué hacer conmigo», explica. Tras varios intentos fallidos, se colmó el vaso de la paciencia en casa. «Me dijeron que si no estudiaba, a trabajar en el negocio familiar, un restaurante», cuenta.
Aunque la hostelería le gustó, hizo cursos de especialización... Pero no se veía en eso el resto de su vida. «Yo no quería ser una cateta, y solo me quedaba un año para acabar el Bachillerato. Con 23 años, que ya es otra edad y otra cabeza, lo retomé», explica.
El cambio ha sido de 180 grados: «Me gusta mucho y voy súper bien. Bueno, en Matemáticas no tanto, pero en el resto sí », presume. Cuando tenga el título sigue sin tener claro que hacer. Está la hostelería, donde le espera su padre, pero le atrae también la Electromecánica.
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