Grandes obras en vía muerta: el parón del Estado penaliza el desarrollo de Andalucía

La mayor parte de los proyectos ralentizados se centran en infraestructuras ferroviarias. Destaca el Corredor del Mediterráneo y concretamente el nudo clave en la demandada mejora y modernización de la línea ferroviaria Algeciras-Bobabilla, vital para los intereses del Puerto de Algeciras. No es la única reivindicación en esa localidad gaditana, cuyo alcalde , José Ignacio Landaluce , lleva años reclamando al Ministerio de Fomento una solución definitiva a las reiteradas averías de los trenes que realizan el trayecto con Madrid.

También urgente es la necesidad de inversiones en la línea ferroviaria Huelva- Zafra , fundamental para el tráfico de mercancías desde Extremadura al Puerto de Huelva. Se trata de una vía del siglo XIX, con traviesas de madera y tramos con velocidades de 50 kilómetros hora en la que se han producido numerosos descarrilamientos.

El AVE sigue siendo una asignatura pendiente de este a oeste de Andalucía. Que se lo digan a Almería, que en el mejor de los casos deberá esperar a 2026 para recibir la alta velocidad. Sigue pendiente el soterramiento de El Puche y la segunda fase que lo prolongaría hasta la avenida del Mediterráneo y la construcción de una estación intermodal. En Almería esperan igualmente completar el ancho internacional en la conexión con Murcia ( tramo Pulpí-Águilas ) de la que en septiembre se licitó la asistencia técnica para la redacción del proyecto.

Pendiente del inicio de la obra está el bypass de Almodóvar del Río , ya adjudicado, y que representa la solución de bajo coste para unir por AVE Sevilla y Málaga, otra conexión vital en este caso, sobre todo, para el sector turístico.

En Granada se espera la variante de Loja para que el AVE tenga verdadera alta velocidad. Algo que llevan años esperando también en Huelva, donde Adif inauguró en 2018 una estación AVE a la que no llegan estos trenes propiamente dicho. De hecho la mejora de los trenes con Madrid es una de las reivindicaciones de los onubenses a la sociedad estatal. En Cádiz, a pesar de estar prácticamente ultimada la duplicación del ancho ibérico para circular a 200 km/h el AVE tampoco llega a la capital.

En Cercanías, Málaga reclama conexión al Parque Tecnológico y Sevilla el cierre de su anillo ferroviario.

Sea por Adif o por Fomento, hay otro proyecto de suma importancia para Sevilla en los cajones de Madrid. La Consejería de Fomento ofreció en su día otorgar la titularidad del tramo Osuna-Pedrera, propiedad de la Junta , por ser uno de los culminados del eje transversal ferroviario de Andalucía que precisa Adif, a cambio del compromiso del Gobierno de ejecución del proyecto de Cercanías entre la estación de Santa Justa y el aeropuerto de Sevilla. Se trata de un proyecto estratégico para la capital andaluza que el último ministro de Fomento del PP, Íñigo de la Serna , se comprometió a incluir en los presupuestos de 2017, antes de la moción de censura que hizo presidente a Pedro Sánchez. Fomento no ha accedido todavía a admitir siquiera ese compromiso.

Las negociaciones con el Gobierno no suelen ser dinámicas. En Cádiz siguen a la espera de que Adif desbloquee la finalización del proyecto Plaza de Sevilla , del que dependen otras versiones estatales como la construcción de la nueva sede de la Policía Nacional en la Avenida de Astilleros.

Peor lo tiene Jaén , la provincia aislada por ferrocarril. Una situación que se ha agravado después de la puesta en marcha del AVE a Granada. Jaén reclama mejoras en su conexión con Madrid y Córdoba.

Sin salir de Jaén, el Gobierno de España tiene una amplia factura que pagar también en carreteras, como los tramos provinciales de la Autovía A81 Badajoz-Granada y la A-32 Bailén-Albacete , considerada una de las obra de carreteras más lenta de España, ya que el Gobierno ha construido solamente 34 kilómetros en 23 años.

Eterna se hace también la finalización de la ronda SE-40 de circunvalación a Sevilla, pendiente de la decisión de replantear con otro proyecto mediante puentes el tramo de los túneles bajo el Guadalquivir que quedó paralizado en 2010.

Entre Sevilla y Huelva sigue pendiente la ampliación del tercer carril de la A-49 que se prometió al menos hasta Chucena.

Habrá que ver cómo afecta la eliminación del peaje de la AP-4 a la obra de desdoblamiento de la N-IV. Otra obra abonada a la paciencia, como el nudo de Tres Caminos que Cádiz lleva tres décadas esperando resolver el punto negro que supone la confluencia de tres autovías en un mismo punto.

La A-7 es otra vía con tramos en espera de obras. La conexión con el Puerto de Almería está en fase de contratación de asistencia técnica y del tercer carril entre Almería y Roquetas de Mar se licitó la redacción del proyecto en 2017. También en Algeciras siguen reivindicando una solución a las constantes retenciones de tráfico mediante el acceso Norte y Sur, que ha perdido en los últimos años buena parte del dinero presupuestado para impulsar la obra.

Desde el anterior Ejecutivo del PP no se habla de las mejoras que necesita la autovía Madrid-Sevilla (A-4), con intervenciones necesarias en la Cuesta del Espino y el acceso al puente de Andalucía.

Granada espera su segunda circunvalación y Huelva el desdoble completo de la peligrosa N-435, tras la apertura en verano de la variante Beas-Trigueros . Entre las prioridades de Málaga está el acceso norte al aeropuerto.

Las obras asociadas a la política de aguas representan el tercer capítulo de infraestructuras dependientes del Estado. Al menos están ralentizados 35 proyectos, algunos tan importantes para el sector agrario como el del trasvase Tinto-Odiel-Piedras para el Condado onubense y el desdoblamiento del túnel de San Silvestre.

En tramitación administrativa sigue el proyecto de conducciones de la presa de Rules, de la que dependen los cultivos de la Costa Tropical. También las de la presa de Siles que demandan los agricultores de la Sierra del Segura en Jaén.

En Almería y Málaga siguen pendientes de una decena de obras de construcción y mejora de desaladoras y hay otras tantas de saneamiento en zonas tan sensibles como la Costa del Sol o el entorno de Doñana.