Le gusta presentarse como «un médico de pueblo, con título en la universidad de los zapatos gastados». Jesús Aguirre nunca ha dejado de sentirse médico. No en vano su escaño en el Senado, el 172, era conocido como «la consulta» entre los inquilinos ... de la Cámara Alta. Tras 40 años de ejercicio y un amplio bagaje en la medicina y la política, se disponía a celebrar su jubilación. Había reservado un viaje del Inserso para ir con su mujer a Menorca , pero le llamó el presidente Moreno para ponerle en sus manos la «joya de la corona» y quiere que sea el colofón a su carrera.
Cuando se le pide un mensaje para los médicos de pueblo , Aguirre se emociona: «No podemos perder la efectividad y la afectividad . Yo elegí ser médico de cabecera. Ojalá no se pierda esa afectividad con el paciente. Tú sabías en el pueblo hasta los huevos que ponía cada gallina... Vamos a hacer un plan específico de humanización, -anuncia- que significa mirar a los ojos, escuchar, conversar...»
Aguirre refiere que cuando venían los estudiantes en práctica a su consulta a explorar a pacientes, una vez terminada la visita, la primera pregunta que les hacía a los estudiantes era: ¿De qué color tiene los ojos el paciente? «Cuando me decían que no sabían los mandaba a la calle. Lo primero es la empatía. Tendríamos que hacer en la consejería una cartera de servicios de pequeñas cosas , esas que no cuestan dinero pero... logran tanto».
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