Ana Cebrero, 26 años: «Un año después aún necesito un inhalador por el Covid»

Enfermera de profesión, este joven sevillana lleva 12 meses usando respirador porque el coronavirus le ha afectado a los pulmones

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Ana Cebrero ABC

Ana Cebrero se sabe los protocolos Covid-19 de carrerilla porque es enfermera en un hospital sevillano. Además, subraya, los cumple siempre. Pero eso no le libró de contagiarse el verano pasado, precisamente donde trabaja. «Por mi profesión nos hacen pruebas periódicas en ... el hospital y di positivo en agosto al incorporarme de las vacaciones», explica.

Tras el diagnóstico de Covid-19 llegó otro; y otro; y otro más. Así hasta cuatro semanas, que es el tiempo que estuvo oficialmente contagiada de coronavirus esta enfermera. «Estuve un mes dando positivo en las pruebas de coronavirus », recuerda. Eso le obligó a estar todo ese tiempo encerrada en su habitación para no contagiar a sus padres, su hermano o su pareja. « Estaba harta de las cuatro paredes de mi cuarto », señala, antes de recordar que además sus padres «estaban muy preocupados, claro».

Pero lo peor estaba por llegar. Cuando por fin dio negativo en una prueba y pudo abandonar el encierro, llegaron los síntomas del covid persistente que padece. « Lo primero que noté fue una taquicardia muy fuerte, trabajando en el hospital . Me asusté porque se me puso el corazón a 180», cuenta. Con el miedo de que pudiera ser algo grave, acudió al cardiólogo en el centro sanitario donde trabaja. Allí le confirmaron la taquicardia y le explicaron que era producto del coronavirus. «Me dijeron que iría remitiendo», señala.

Pero después vino la falta de aire. « Un año después del diagnóstico aún necesito un inhalador », señala esta enfermera sevillana. Se ahoga porque el coronavirus le dejó tocados los pulmones.

Ella, que además de cuidar enfermos de Covid-19, sufre sus consecuencias 12 meses después, se enfada cuando ve en los medios las imágenes de gente de su edad de fiesta sin mascarilla. No entiende la irresponsabilidad.

Tampoco está muy de acuerdo cuando ve que sus amigas salen mucho por ahí de fiesta. De hecho «si veo que lo hacen trato de quedar menos con ellas y siempre con mascarilla . Solo me la quito para comer o beber», explica.

Cebrero reconoce que pasó miedo con su contagio. «Yo no tenía ninguna patología previa, pensaba que esto no me podía pasar. Pero le puede pasar a cualquiera, da igual la edad. Y nunca sabes lo que puedes tener de fondo ni cómo te va a dar la cara».

«Cuando lo comento con mi familia siempre decimos que España es el país donde no pasa nada... hasta que pasa. A mí me tocó y mira, cumplía con todo», indica.

Esta enfermera tiene claro que su mensaje a los más jóvenes pasa por la prudencia: «No hay que confirnase ni aunque te pongan la vacuna», señala. « Da igual que pienses que como no tienes antecedentes no te pasa nada , nunca sabes qué carga viral vas a tener o cómo te va a afectar», indica.

La prudencia, señala Cebrero, es necesaria no solo para cuidarse a uno mismo sino también para proteger a otros. «Yo tengo mucho cuidado por mis padres, no les quiero contagiar », indica.

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