eL rocío 2025
Éxtasis rociero en el día estrella de Coria del Río
Los romeros corianos, que cumplieron el año pasado su 175 aniversario, comenzaron su camino hasta la aldea almonteña
Hermandades filiales como Ronda, Montequinto o Alcalá cruzaron el Guadalquivir en la tradicional barcaza
Guía del Rocío 2025: estos son los cultos y las fechas clave de la romería
Guía del Rocío 2025: estos son los cultos y las fechas clave de la romería
El repique de las campanas anunciaba que algo grande ocurría en Coria del Río. Si ya decimos que es martes, la ecuación se resuelve sola. Los peregrinos de la localidad ribereña se iban al Rocío. Un camino que la hermandad de Coria hace este año en su edición número 176, después de vivir una romería muy especial y de efeméride el año pasado, cuando sus romeros se presentaron ante el santuario de Nuestra Señora del Rocío acompañados nada más y nada menos que de la propia hermandad Matriz, que fue la que los amadrinó en aquel ya remoto año de 1849.
Precedido por el tamboril, salía al filo de las diez de la mañana camino de la misa de romeros el simpecado, que llegó a Coria el año de fundación de la hermandad, muy probablemente procedente de otra corporación, como cree el investigador Pablo Pérez de la empresa Cyrta, que lo ha estudiado recientemente y también lo atribuyó a Francisca de Paula y Rita Zuloaga. La misa fue recibiendo romeros progresivamente, de forma que a eso de las once menos cuarto, cuando estaba próxima a su fin, muchas personas se arremolinaban en torno a la puerta del templo. Un templo presidido como siempre por la patrona de Coria, la Virgen de la Estrella, que en esta ocasión no lucía presea sobre sus sienes, ya que será coronada canónicamente el día 21 de este mes.
A las once en punto volvía a sonar el tamboril mientras el bendito simpecado salía a la calle buscando ya su carreta de plata, ubicada en la plaza de Nuestra Señora del Rocío, ante la puerta de su capilla, en medio de una multitud de romeros que aguardaban con expectación y la ilusión renovada de echarse un año más a las arenas, todos ellos con su cordón rojo al cuello, y alguno incluso con un pañuelo de lunares a juego con la bata rociera de su pareja.
«¿Qué será lo que me pasa cuando el campo huele a flores?», cantaban, tocaban las palmas y bailaban los romeros al son del tamboril mientras esperaban a que la carreta de plata comenzara su discurrir por las calles de Coria. Lo que les pasa es que el Rocío ya ha llegado, y se cumplen los anhelos de familias enteras que en apenas unos días estarán de nuevo frente a la Blanca Paloma.
«Hay más gente que el año pasado, que era festivo», se congratulaba el presidente de la hermandad, Francisco Jiménez, montado a caballo con una sonrisa de oreja a oreja mientras las campanas de la capilla pregonaban la salida de Coria con una comitiva de ocho carretas tiradas por bueyes que seguían al simpecado.
Quién maneja mi barcaza
El otro punto neurálgico del pueblo este martes lo constituyó la ribera del río Guadalquivir, por donde cruza durante estos días una treintena de hermandades. Antes de que llegaran las de Ronda y Montequinto, el mayor revuelo procedía de la guardería infantil y jardín maternal Nuestra Señora del Rocío. No podía ser otro su nombre. Mantones de papel de seda adornaban las paredes del porche mientras las maestras vestían de lunares con medallas de papel plastificado y los pocos pequeños que ese día habían ido a clase tocaban la pandereta.
«Los niños están muy acostumbrados a esto y les encanta, porque la mayoría son del pueblo y se han criado en esto», explicaba una de las maestras, que también señaló que el jueves tendrán su propia pará con los críos en el jardín con tortillas de patatas y todo tipo de víveres, como si estuvieran haciendo el camino. La directora del centro recuerda como «antes, cuando la hermandad de Coria pasaba por aquí el día de las carretas, nos acercábamos y le entregábamos un ramo de flores al simpecado». Es imposible que los niños no salgan del cole con el veneno rociero dentro.
Mientras el simpecado de Coria iniciaba su camino, cruzaban el río en la icónica barcaza las filiales de Ronda y Montequinto, una tradición creada hace medio siglo por la hermandad de Dos Hermanas para ahorrarse el rodeo de caminar hasta Mairena del Aljarafe. Los peregrinos malagueños y nazarenos no dejaban de tocar las palmas. Pasaba la hora del regina coeli cuando las carretas con los simpecados de ambas hermandades se plantaron en la puerta de la parroquia para ser recibidos por la patrona y rezar la salve.

La localidad era un hervidero de romeros llegados de puntos muy distintos, como algunos de Morón que ya se encontraban en el municipio y contemplaron el discurrir de la joven hermandad de Montequinto entre sevillanas y más sevillanas mientras comían calentitos, otros de Alcalá de Guadaíra que se adelantaron al cruce de su carreta en la barcaza pasadas las dos y media de la tarde, o los propios de Coria, que aprovechaban el paseo de su cortejo por las calles de la localidad antes de abandonarla para disfrutar de buenos ratos en compañía de amigos, familiares y hermanos de las filiales que acababan de desembarcar.
Esta fiesta en la que se convierte Coria del Río cuando llegan las fechas del Rocío no es flor de un día, sino que se viene preparando con considerable antelación para que las hermandades que cruzan el Guadalquivir a la altura del municipio puedan hacerlo sin problemas de la mano del disfrute de todos los habitantes y de los curiosos llegados de todas partes, como recordaba su alcalde, Modesto González, en la previa de estos días grandes: «Son muchos meses de trabajo para dejarlo todo listo y que tanto nuestros vecinos como los peregrinos que vienen puedan disfrutar de unos días que llevan esperando todo el año. Además, todo ello aporta dinamismo social y económico a la vez fomentamos la cultura y tradiciones andaluzas». Está fuera de toda discusión el respaldo y el impacto del fenómeno rociero en estas tierras ribereñas. Como una estrella que guía a los romeros, la Virgen del Rocío ilumina desde su ermita el camino de los peregrinos de Coria y de los que han cruzado las aguas al encuentro de la Reina de las Marismas.
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