Alzheimer en Andalucía: la lucha contra el olvido

«Mi marido y yo tenemos los dos demencia pero le cuido más a él que a mí misma»

Joaquina García: Ella y su marido tienen demencia diagnosticada

Más de 120.000 andaluces con Alzheimer luchan contra el olvido

«Tengo asumido que tengo Alzheimer y se lo cuento a todo el mundo, no lo oculto»

Joaquina García es maestra ABC

M. Moguer

Sevilla

Joaquina heredó de su abuelo el nombre y la vocación. Como él, es maestra. Habla de él con devoción. A esta granadina de Iznalloz que vive en Motril hace años le apasionaba formar. Trabajó durante más de 30 años como profesora tanto de adultos ... como de niños pero, con 59 años, hace ocho, le diagnosticaron Alzheimer. «Un día iba conduciendo al colegio y me perdí». Eso encendió la alarma y la llevó al médico. «El momento fue complicado —recuerda— aunque yo lo tenía en una fase muy inicial».

Madre de dos —«una tiene 35 y otra 39, ya tengo cuatro nietos»—, Joaquina, además de paciente, es cuidadora. Porque su marido también tiene una tipo de demencia. No es Alzheimer, pero se le parece. Si ella no tiene casi síntomas, él sí que deja notar algo más la enfermedad. «Mi marido y yo tenemos los dos demencia pero le cuido más a él que a mí misma; yo estoy bien», explica. ¿Cómo? «Tiene olvidos. A veces le tengo que decir que no se ponga un abrigo muy gordo porque no hace calor y cosas así. Sigue siendo autónomo pero necesita ayuda».

Ella se ha echado a la espalda el cuidado de su marido, con el que lleva casada casi 50 años. Pero pide más ayuda al Gobierno y los laboratorios para que investiguen. «Quienes tenemos Alzheimer le estamos costando mucho dinero al Estado. Esta es la pandemia del siglo», explica Joaquina. «Pero como es una enfermedad de viejos no nos hacen caso».

Ella habla sin problemas de su enfermedad. «No hay que tener miedo, hay que ir al médico», pide. Porque una vez que se sabe «lo que hay», ya se puede actuar. «Yo tuve suerte porque tengo una familia que me apoya y me lo encontraron pronto», señala. ¿Y si no? «Estaría en un rincón, que es lo que pasaba antes con quienes tenían Alzheimer», señala. No es el caso. Cuida de sus nietos, ayuda a sus hijas, que también son maestras. «Tengo la vida llena de cosas, así no dejo que el cerebro se pare», presume.

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