El universo del cosplay llega a Málaga: «Más que un disfraz, es un estilo de vida»
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Málaga
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Iniciar sesiónLa revolución del cosplay ha desembarcado en la Comic-Con de Málaga (SDCC Málaga) con categoría propia en la agenda oficial, programación específica durante los cuatro días del salón y dos concursos que elevan esta corriente creativa a primer plano. No es accesorio ... ni un guiño folclórico: para miles de asistentes, es el corazón de la experiencia y, como repiten los propios participantes en los pasillos, «más que un disfraz, es un estilo de vida».
«A un evento de estos tienes que venir caracterizado, sino no merece la pena», ha afirmado un grupo llegado desde Madrid, sintetizando el espíritu de una comunidad que se reconoce en el trabajo manual, el gusto por los personajes y una cierta liturgia de encuentro. La frase resume una pauta que se ha repetido en numerosos testimonios: quien ha decidido cruzar las puertas del recinto lo hace para convertirse, durante unas horas, en la heroína, el villano o la criatura que lleva meses preparando en su mesa de taller.
El cosplay es la práctica de recrear personajes de cómic, cine, series, videojuegos o literatura fantástica mediante trajes y caracterización, a menudo acompañados de una breve interpretación. La magia no reside solo en el parecido, sino en el proceso: documentarse, sacar patrones, coser, termoformar piezas con materiales como la goma EVA, modelar detalles en 3D, pintar, envejecer superficies y rematar con peluca, prótesis o lentes. Es artesanía, diseño y escenografía en un mismo proyecto, con una puesta en escena final que convierte el pasillo de una convención en un escenario móvil.
La importancia del fenómeno es global y Málaga lo ha asumido sin medias tintas: la organización ha incluido el cosplay como categoría propia dentro de las ocho grandes áreas del evento y le ha destinado una agenda completa de actividades. La programación ha combinado talleres técnicos, encuentros con referentes y competiciones de primer nivel.
Feroca, empresa especializada en materiales, ha ofrecido sesiones prácticas sobre escenografía, texturizado de goma EVA, caracterización de fantasía, impresión 3D y creación de gemas, acercando al público técnicas que son la base de cualquier traje avanzado. A ello se han sumado talleres de construcción de personajes emblemáticos como «Crisanta», que han permitido a los asistentes conocer paso a paso cómo se materializa un cosplay desde el patrón hasta el escenario.
La dimensión internacional estará representada por Yaya Han, cosplayer y diseñadora de referencia, que impartirá una charla y ejercerá de jurado en la gran pasarela de SDCC Málaga. Su presencia, junto a la de Anhyra y Geheichou, eleva el nivel de un concurso que repartirá este sábado 27 de septiembre hasta 5.000 euros en premios. Además, una mesa redonda sobre la profesionalización del sector ha abierto el debate sobre si el cosplay debe entenderse como arte, oficio o profesión con estándares propios.
El programa competitivo se completa con el concurso temático «Virus! Marvel», con más de 1.000 euros en premios, y con una tercera competición vinculada a la K-Dance. Estas citas convierten el escenario en un eje central de la experiencia, donde no solo se exhiben los trajes, sino también el talento, la artesanía y la interpretación de una comunidad que vive el cosplay como parte esencial de la convención.
La infraestructura también ha acompañado el salto cualitativo. SDCC Málaga ha habilitado vestuarios específicos para cambiarse y maquillarse con comodidad, y un «hospital de cosplay», pensado para reparaciones de urgencia justo antes de salir a escena o después de una jornada de fotos. La idea es que nadie se quede fuera por un tirante despegado o una hombrera desajustada: la comunidad se cuida y se repara a sí misma, con pistolas de calor, adhesivos de ciano y retales de goma EVA a mano.
En esa vertiente de apoyo destaca la labor de las asociaciones formativas. «Somos una asociación de cosplay de Almería y nos dedicamos a ayudar y formar a gente que quiera aprender a hacer el traje», ha explicado Juan Domínguez, de Wondercos, entidad presente en la zona expositiva. «Hacemos talleres de cómo se sacan patrones, cómo se trabajan los materiales, y de costura. No es algo muy complejo, solo necesita tiempo y dedicación», ha añadido. La fotografía que dibujan es la de un aprendizaje gradual: del primer patrón humilde a las piezas más ambiciosas, con técnicas que se enseñan, se comparten y se perfeccionan en comunidad.
La cara más humana del fenómeno ha asomado desde el primer minuto. Domingo Martínez tiene 36 años, y ha viajado desde el municipio almeriense de Vélez-Rubio con un objetivo claro: vivir la convención con su traje de God of War. «Hace mucho tiempo que sigo el género manga y hoy, con mis niños, puedo disfrutarlo», ha reconocido. En su relato hay memoria y presente: del descubrimiento temprano del Studio Ghibli a la emoción de que la siguiente generación se sume sin complejos a la fiesta.
Una familia de Málaga ha puesto palabras a esa normalidad creativa que ya no sorprende a nadie en el recinto. «Venimos de samuráis, él y yo; y ella, de Star Wars», ha detallado Daniel Luis, que ha admitido que en casa suelen caracterizarse en Halloween y en otras celebraciones. Su plan para el salón ha mezclado los trajes con la agenda de grandes nombres, una combinación que subraya el carácter transversal del evento: se viene a aprender, a ver a referentes y a mostrar el propio trabajo.
También ha habido primeras veces cargadas de ilusión. «Soy súper fan y tenía muchas ganas de venir a una convención grande», ha contado Violeta Mejía Caldón, llegada desde Algodonales (Cádiz) y caracterizada de un personaje del videojuego Brawl Star. La suya no ha sido una excepción: Pedro Jiménez y Juan Serrano, dos amigos que se conocieron jugando online, uno desde Mallorca y otro desde Cartagena, se han citado en Málaga tras cinco años de amistad para lucir personajes del universo shōnen. La convención, para ellos, ha sido el punto intermedio entre la pantalla y el abrazo.
En el otro extremo, los grupos veteranos reivindican que algunos trajes ya no son disfraces, sino auténticos uniformes. Un colectivo que se presenta como Los Cazafantasmas explica su sentimiento: «Lo llevamos en la sangre». En sus palabras late la idea de pertenencia a una legión imaginaria que se activa en cuanto suena la sirena de la convención: mochilas protón, monos beige y el emblema al hombro como carta de presentación.
El repertorio de personajes ha sido inabarcable: Star Wars ha multiplicado sables y armaduras; NieR: Automata ha dejado ver una 2B mimada al detalle; y Predator ha vuelto a rugir con Jimena Sánchez, visitante de Madrid que se ha declarado «gran fan de la saga», acompañada por su compañero de estética vampiro y samurái.
Quien mira desde fuera puede pensar que un concurso de cosplay es un desfile, pero la competición tiene sus propias reglas. La primera clave es la artesanía del traje: patrones, costuras, remates, pintura, envejecido, props, ajuste a la referencia y solidez de las soluciones técnicas. La segunda es la caracterización y la interpretación: maquillaje, peluca o prótesis, posturas icónicas y una breve actuación que haga reconocible el personaje.
La tercera es la presentación escénica: seguridad en escenario, uso de attrezzo ligero y un manejo del tiempo que permita brillar sin riesgos. En la revisión previa, los jueces suelen revisar de cerca el trabajo y pedir fotografías del proceso, lo que premia de forma explícita a quien ha construido su pieza.
La recompensa a tanto trabajo se decide sobre el escenario. Este viernes 26, a las 19.00, el concurso «Virus! Marvel» ha llenado el Escenario Village con heroínas, antihéroes y villanos salidos de las viñetas; y el sábado 27, entre las 17.00 y las 19.00, la gran Pasarela de Cosplay de SDCC Málaga tomará el Hall M bajo la mirada del jurado internacional. Allí, puntada a puntada y pose a pose, pondrá nombre a los ganadores de una edición que confirma que esta corriente ha llegado para quedarse y que, en Málaga, se vive como lo que es: un estilo de vida.
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