Málaga
El detenido por disparar a la Guardia Civil ya había tiroteado a otro agente y sobrevivió a un ajuste de cuentas
Una familiar del arrestado fue la noche anterior a denunciar que estaba violento al cuartel de Mijas
El sujeto estaba en sillas de ruedas porque el pasado noviembre un sicario trató de matarlo en Calahonda
El guardia herido está fuera de peligro y tiene una herida leve por arma de fuego en el pie derecho
La Guardia Civil acordonó la zona hasta que el detenido se rindió
La mujer se presentó en medio de la noche del domingo en el Puesto de la Guardia Civil de Mijas. Allí dijo que su hijo estaba violento, que tenía un arma. Lo denunció. No era la primera vez. Es algo habitual. Es un viejo conocidos ... los agentes. Peligroso y con largo historial. «Hemos venido muchas veces», reconocía uno de los guardias del cordón policial durante el operativo de detención, que se prolongó desde primera hora de la mañana de este lunes hasta las 19.00 horas, cuando la ambulancia, escoltada por el Grupo de Acción de Rápida (GAR) se lo llevó de la casa en calle Casares. Lugar donde, al mediodía, dejó a un agente herido de bala.
Después de la denuncia por amenazas de esta mujer, que ejercía como cuidadora del detenido por estar en silla de ruedas, la Guardia Civil pidió al GAR apoyo para neutralizarlo. «Hace unos años, con otra llamada, ya nos recibió a tiros. Un compañero tuvo que abrir fuego dentro de la casa y hacer disparos al aire», explican fuentes cercanas al caso, que señalan que es muy conocido en el cuartel de Mijas. «La madre llama al 112 cuando se pone violento. Nosotros siempre vamos para dar seguridad a los servicios sanitarios», reseñan las mismas fuentes.
En esta ocasión fueron a detenerlo. Al lugar llegaron efectivos de la Unidad Especial de Intervención (UEI) en helicóptero con un perro preparado para abalanzarse sobre el tirador. Ellos eran el apoyo al grupo del GAR que tenía que entrar en la vivienda para arrestarlo. «Desde muy temprano ya había guardias aquí», señala un vecino de la calle Casares, quien reseña que el sujeto tiene un largo historial conflictivo en la zona.
«Se oyeron dos disparos y luego tres más», recuerda una vecina. Los impactos de bala quedaron en las paredes de la vivienda, así como en una de las ventanas. El recuerdo de una escaramuza en la que el sospechoso acabó rindiéndose. Según su abogado, se entregó. El letrado fue uno de los que medió en las horas más tensas. Fuentes del caso explican que depuso la pistola cuando se vio acorralado en la silla de ruedas.
La ambulancia en el lugar de los hechos
El joven de 21 años está postrado en esa silla de ruedas por un ajuste de cuentas fallido. En el Sitio de Calahonda, el arrestado acudió a una cita. Allí se presentó un sicario con una moto. Bajó por un jardín hasta una zona de contenedores y le disparó. Una de las balas le dio en la columna. Los testigos explicaron aquel suceso a ABC. Por eso estaba en silla de ruedas. «Tuvo problemas en el hospital de parapléjicos porque es una persona conflictiva», señalan las fuentes.
«Lo tenían que haber matado», gritaba desde detrás de uno de los coches de la Guardia Civil un hombre exaltado. Asegura a voces que el detenido secuestró a su hija. La familia de este hombre, una vez que éste abandona el lugar, cuenta que en realidad no secuestró a la mujer, sino a la pareja de ésta. Aquel caso también saltó a la prensa. Un rapto exprés por un fardo de hachís.
Muestran la publicación de 'El Ideal de El Ejido' en el móvil. En ella se reseña que la Policia Nacional de El Ejido recibió una llamada el junio de 2021 avisando de un rapto de una persona. Cuatro desconocidos obligaron a la fuerza al secuestrado a subirse a un todoterreno negro.
La pareja de la víctima logró huir y fue la que avisó. La coordinación entre las Comisarías de Fuengirola y El Ejido hizo que pudieron ser detenidos. Uno de los presuntos raptores sería el joven que ha herido al guardia civil. «A mi hermana no se la llevó porque mi cuñado la escondió», dice una hija del exaltado que le deseaba la muerte al parapléjico.
El detenido salió en una ambulancia custodiada por el GAR
Las historias se suceden. Los vecinos están hartos de los problemas que genera en la zona. Narran palizas, amenazas o tiroteos. «Al peluquero le dio una paliza que estuvo el hombre cerrado un mes», señala una de las señoras que salen a la pequeña plaza de calle Casares a curiosear con las vecinas todo lo que ha ocurrido en esta jornada de lunes. Un día en el que la Guardia Civil, por seguridad ante los disparos, desalojó las viviendas cercanas. «Hemos estado en otra casa hasta ahora», afirmaba otra de estas señoras.
Nadie da el nombre para las declaraciones. No se quieren identificar. «Están amenazando por redes sociales a los que comentan», asegura una mujer que carga una niña en brazos. En este pequeño núcleo de pescadores de Mijas, donde reina la tranquilidad, a este joven le tienen miedo.
«Es muy peligroso. No va a parar. Saldrá y seguirá igual. Un día lo pillaremos con los cables cruzados y nos matará a uno de nosotros o nos lo tendremos que llevar por delante», afirma un agente de la Guardia Civil para retratar la magnitud del problema. Mientras está en los calabozos de la Guardia Civil, el agente herido se recupera de sus heridas en el hospital Costa del Sol. «Está estable y fuera de peligro», aseguran fuentes sanitarias.
En la Cala de Mijas, mientras tanto, la conversación va siempre por los mismos derroteros. Se menciona al autor del hecho sin hacerlo, con evasivas, como el «sí, soy su amigo, pero no te puedo dar ninguna información» de un joven que está en barullo de curiosos. Cuando todo se calma y la Guardia Civil abandona el lugar, los vecinos salen a la calle, vuelven a las viviendas de las fueron desalojados. Cae la tarde, cuando uno esos residentes mira a otro que está sentado en el bordillo de su casa. «¿Qué?», pregunta. A lo que el vecino contesta: «Ya mismo está aquí otra vez».
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