Las cartas del ocaso de Gerald Brenan desde Málaga: «Ya he comprado mi tumba»
Sale a la luz la correspondencia que el hispanista mantuvo durante dos décadas con su familia, con la que mantuvo una relación muy peculiar
El sobrino nieto del escritor, William Piper, ha donado 75 cartas y 18 fotografías inéditas a los ayuntamientos de Málaga y Alhaurín el Grande, donde residió el autor
Málaga
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Iniciar sesión«Estoy haciendo lo mismo que haría mi padre». Gerald Brenan odiaba a su progenitor, pero termina pareciéndose a él en sus actitudes vitales mucho más de lo que querría. Lo reconoce en una carta que envía a su hermano Blair, en Inglaterra, ... en la que le pide ayuda para confesarle a su propia hija Miranda que no le va a legar su casa malagueña de Churriana, en la que había vivido más de 30 años. La va a vender para comprarse un terrenito con su nueva pareja en la cercana Alhaurín.
Se trata de sólo una línea de las miles que aparecen en las cartas escritas por el hispanista a su familia que ha encontrado su sobrino nieto y acaba de donar a los Ayuntamientos de Málaga y de Alhaurín. Unas misivas, a las que ha tenido acceso ABC, acompañadas de fotos inéditas, «de extraordinario valor» para los investigadores, y que además prueban la peculiar relación que tenía Brenan con los suyos. A los que de un lado despreciaba, pero a los que no dejó de pedir ayuda cada vez que los necesitó.
Estamos ante un total de 75 cartas y 18 fotografías originales. Escritas por Brenan desde principios de los años 60 del pasado siglo hasta 1979. En Churriana y Alhaurín, su última morada. Principalmente a su hermano Blair y a su cuñada Rhoda.
Fantásticas por la descripción detallada que el autor de 'Al sur de Granada' hace de su vida malagueña, siempre acompañado de notables artistas. Pero que el principal interés que tienen, a juicio de la investigadora Lola Ortega, es ofrecer una visión «completamente diferente del Brenan oficial, del que él mismo nos ofrece en su autobiografía. El que aquí aparece sigue considerándose centro del mundo, pero también necesita de su familia hasta el final», dibuja.
«El único y principal objetivo de Brenan era pasar a la eternidad a través del arte, pero pese a ello mantiene una relación políticamente correcta con los suyos», dice Ortega. Unos escritos que, abunda, terminan siendo una suerte de «bocetos» para la obra que después desplegaría el autor. Algo que se demuestra leyendo su autobiografía, en la que algunos de sus pasajes son «idénticos» a párrafos de las cartas a su hermano.
Entre la correspondencia donada, además, se encuentran otras dos cartas que escribe a su padre Miranda, la hija que el hispanista tuvo con su joven sirvienta Juliana, de 15 años, en la Alpujarra granadina, y otra de la que fuera su mujer durante tres décadas, la escritora norteamericana Gamel Woolsey, dirigida a Rhoda.
«Ha sido fascinante poder leer todo este material y encontrar a Gerald como parte de mi familia». Lo cuenta a ABC William Piper, sobrino nieto del escritor, de visita en Málaga para proceder a la donación de todos estos fondos. Fue quien al morir su madre descubrió las cartas en una bolsa de plástico escondidas en su domicilio londinense. Dudando qué hacer con ellas, entró en contacto con el Aldbourne Heritage Centre, organización del pueblo inglés en el que su tío abuelo vivió durante la Guerra Civil española. Y allí le pusieron en contacto con Lola Ortega, estudiosa del hispanista.
¿Qué encontramos en estas cartas? Brenan pregunta a los suyos por su estado de salud, les agradece su hospitalidad cuando corresponde, pero sobre todo habla de sí mismo. Cuenta su vida en Churriana y Alhaurín, qué hace, qué escribe en cada momento y qué personajes están con él.
Ya más anciano, desde su último domicilio, expone también los problemas de salud que le aquejan y le tienen cada vez más impedido. «Los días de los honores ha terminado», escribe al relatar su rechazo a desplazarse para un homenaje en la Universidad de Cambridge. «Ya he comprado mi tumba», dice en otra ocasión a su cuñada. El hispanista murió en 1987 en el hospital Civil de Málaga y fue enterrado, junto a su mujer, en el Cementerio Inglés de esta ciudad.
Problemas económicos
Pero también pregunta, y habla mucho, sobre temas económicos. Inquiere a su hermano por la herencia de sus padres. Para incluir los datos en su autobiografía, asegura. Pero revela las penurias que pasa a veces. Todas las ocasiones en las que no se ve capaz de desplazarse a Inglaterra por falta de pecunio.
Y al final, su polémica y complicada herencia. Gerald Brenan terminará obviando a su hija Miranda Helen (legítima heredera de Gamel, su mujer, que la había adoptado) y legando todo, casas y royalties, a Lynda Price, la joven asistente personal que aparece en su vida al poco de morir su mujer. Hasta su coche.
Price aparece en la vida del escritor en 1968. En enero, comunicaba a su hermano el fallecimiento de su amada esposa Gamel, enferma de cáncer desde un año antes. «Gamel murió esta mañana», inicia directamente su misiva el 18 de enero de ese año, para seguir relatando a continuación con pelos y señales cómo ha sido la «terrible agonía» durante «ocho largos días», asistida por el personal de servicio y por la escritora británica Honor Tracy, e informar de que sería enterrada en el Cementerio Inglés de Málaga (donde también reposan los restos del escritor).
En varias cartas anteriores, Brenan ya había ido contando a su hermano la inapelable evolución de Gamel. Y aquí aparece el autor más quejoso, que se lamenta de lo agotados que están con un sinfín de tareas en esa «casa destartalada», sin tiempo para leer o «trabajar y ganar dinero».
Se duele de que a pesar de ser una figura «histórica», es incapaz de continuar con su autobiografía, por la que cree que podría cobrar hasta 3.000 libras. Como no pueden pagar una enfermera de hospital, nunca tiene un momento y habla de problemas de dinero y de unos recursos cada vez más escasos.
Pero a rey muerto, ya se sabe. Gamel muere en enero y ese mismo marzo de 1968 Brenan ya está contando a su hermano sobre la aparición de otra de las mujeres fundamentales en su vida, Lynda Price, una jovencita de 24 años de edad (él está ya en su setentena). Alumna del Chelsea Art School, quiere dedicar su vida a la literatura y al estudio de San Juan de la Cruz, por lo que ha aceptado de buen grado el ofrecimiento del escritor para vivir con él, convertido en su 'pigmalión'. El acuerdo ha sido «un éxito fantástico», relata Brenan. Nunca antes, cuenta, se había llevado tan bien con una chica. Y está ya inmerso en continuar su autobiografía, proponiéndose después retomar la poesía.
En las cartas subsiguientes se puede ver cómo avanza la relación con su asistente personal. Narra su viaje con ella a Marruecos. «Nunca antes había estado tan cerca de una mujer. Es como si hubiéramos sido hechos el uno para el otro». «Solo el abismo de la edad nos impide casarnos«, concluye.
«Brenan y su éxito no se pueden entender sin las mujeres que lo acompañan», reflexiona la filóloga Lola Ortega. Ellas son quienes le sirven de estímulo para seguir escribiendo y, también, las que mecanografían o corrigen sus escritos.
Será con Lynda ya con quien cambie de casa al que será su hogar definitivo, la Cañada de las Palomas en Alhaurín el Grande, donde compran una parcela sobre la que construir. Reconoce que deja Churriana por los problemas económicos que le genera un hogar tan grande y necesitado de servicio.
Así, vende la que ha sido su casa tres décadas y media por 15.000 libras al escultor norteamericano Hamilton Read Armstrong. Y aquí, al gran hispanista le sale su lado menos partidario. Pues se queja de la actitud de los sirvientes a los que ha abandonar, que le habían acompañado desde su vida anterior en la Alpujarra. «Hoy los españoles no piensan en otra cosa que en el dinero«, dice.
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