Investigación
Mascarada para un crimen
Un contundente informe policial vincula a un hombre con la muerte de su exmujer hace cinco años en Alhaurín de la Torre
Pablo D. Almoguera
Un caso extraño. Desde su inicio y durante su desarrollo. Un cadáver flotando en una piscina, la desaparición de un revelador dossier y un exmarido amante de los animales exóticos que no se sacude las sospechas tras acabar con la vida de dos colombianos que ... irrumpieron en su vivienda. Cinco años después del hallazgo del cuerpo de Lucía Garrido Palomino en su casa de Alhaurín de la Torre, un informe de la Policía Nacional concluye que difícilmente se podrá saber quién la mató, pero señala a su expareja como inductor del crimen.
El documento, de 13 páginas, está en posesión del juzgado de Instrucción número 4 de Málaga y se muestra contundente a la hora de vincular a M.A.H. con el homicidio de su exmujer: «Existen un cúmulo de indicios que determinan su presunta participación de en la ejecución del delito, no como autor material, pero sí como inductor; ya que, según las declaraciones tomadas: odiaba a la víctima, conocía gente que podía llevar a afecto el ilícito (posee antecedentes por tráfico de drogas a gran escala), disponía de dinero para ello y realizó acciones incompresibles para asegurarse una coartada».
Este informe se realizó después de que la autoridad judicial retirase el caso a la Guardia Civil para establecer un cortafuego ante posibles líneas de defensa. El principal sospechoso había tenido una relación estrecha con el Instituto Armado, ya que había acogido en su finca a diversos animales recuperados por los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona).
La muerte de Lucía se produjo el 30 de abril de 2008 en su casa de la calle Los Martínez. La reconstrucción cronológica de los hechos sitúa entre las 13:15 y 14:45 el crimen. «Una o varias personas debían estar esperándola en el lateral oeste de la vivienda», donde fue «sorprendida, apuñalada y golpeada brutalmente con un ladrillo —que se localizó fragmentado—, para finalmente tirarla a la piscina donde falleció por asfixia», recoge el oficio policial, al que tuvo acceso este periódico.
Los investigadores del Grupo de Homicidios, en base a las pesquisas realizadas y la información facilitada por sus homólogos de la Guardia Civil, concluyen sobre la autoría del crimen que «es comprensible pensar que el autor del asesinato correspondería a una persona muy cercana a la víctima o con muchísima información sobre sus hábitos y el domicilio». Esta aseveración se fundamente con «hechos probados» como que el criminal «hizo uso de una copia de la llave de acceso a la finca», supo ocultarse, sacó el bolso de la piscina y sustrajo el teléfono móvil, que «hasta la fecha no ha sido hallado».
La hermana de Lucía alertó de la desaparición de un dossier en el que ésta guardaba las denuncias y otra documentación sobre M.A.H. «Esta Instrucción considera que la intención del autor cuando extrajo el bolso del interior de la piscina era buscar las llaves de acceso al interior del domicilio y entrar en el mismo para sustraerlo», señalan los investigadores.
Los agentes no tienen ninguna duda de que el «inductor» del crimen supuestamente fue la expareja de Lucía, de quien dicen que se «aseguró una coartada» con «acciones incomprensibles», como procurar ser grabado por cámaras de seguridad y recoger distintas facturas de gasolina. Esta acusación, que ha servido de base para que la autoridad judicial impute a M.A.H. por este crimen sin resolver, se fundamenta en al menos siete declaraciones del entorno de la víctima y su exmarido de las que se desprendía un conflicto latente, las presuntas afirmaciones del sospechoso de que se quitaría sus problemas con 3.000 euros y su afán por vender la finca en la que residía Lucía y su hija.
La hermana y amigas de la víctima relataron los temores de ésta por su marido, llegando a «mirar los bajos del vehículo». Señalaron que el origen de todo fue la separación y que las amenazas crecieron con el paso del tiempo. «Te voy a matar… con dinero se hace de todo», aseguraron que escucharon decir al sospechoso, algo que veladamente ratificaron los amigos de éste cuando afirmaron que supuestamente dijo «en tono jocoso que tenía una mujer que valía 3.000 euros y que conocía a gente que podía hacerlo». Estas amistades incluso testificaron que «llegó a encerrar a su hija varias horas» e hizo lo mismo con Lucía, «siendo la mujer de su primo quien le daba alimentos por la reja de la vivienda».
El extraño comportamiento de M.A.H. el día del crimen desató a posteriori las dudas de algunos de sus conocidos. Fue al zoológico de Castellar de la Frontera (Cádiz) junto a su pareja ucraniana, donde había acudido los dos días anteriores. El responsable del mismo con el que habló declaró que, «cuando se enteró de la muerte de Lucía, pensó que M.A.H. se hallaba involucrado, que le había utilizado a él como coartada e incluso llegó a contactar con un abogado puesto que se sentía preocupado, ya que pensaba que le iba a llamar la Guardia Civil».
Los investigadores destacan en su informe que el único pensamiento del sospechoso desde su divorcio era vender la finca.
Un año después de la muerte de Lucía, su expareja se veía envuelto en un sospechoso incidente. M.A.H. era detenido después de acabar con la vida de dos ciudadanos colombianos que habían irrumpido en su vivienda y a los que disparó con una escopeta de caza. Las hipótesis se dispararon, pero no se pudo avanzar en la resolución de la muerte de la mujer.
El caso sigue en instrucción y, aunque se considera difícil identificar al autor material del homicidio, los agentes consideran que muchos indicios apuntan a la implicación de M.A.H. Los tribunales dirán.
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