La lluvia de barro cancela el Domingo de Ramos en Málaga y Granada

«Con una lluvia de barro tenemos que desmontar todo el trono, eso crea óxido y es irrecuperable», lamentaban en la Albacería de Lágrimas y Favores en Málaga, donde Antonio Banderas se quedó este año sin salir. Las cofradías estaban congregadas, todo preparado, pero la previsión meteorológica no dejó salir.

La previsión en Andalucía Oriental era mala. Iba a llover, y mucho. A las 17.00 se aventuraban tormentas en Málaga. A las 18.00 horas en Granada. A las 19.00 en Almería. Ni Málaga ni Granada vivieron el día de la alegría, el de los niños en la calle, el de las palmas y las ramas de olivo. El día que se celebra que Jesús entró como Rey en Jerusalén. No hubo risas ni fiesta. El Domingo de Ramos se llenó de lágrimas.

Había que preservar el patrimonio y la mayoría lo hizo. En Málaga, Prendimiento se aventuró. Cortó el recorrido. Solo por el barrio de Capuchinos, pero al final los sorprendió esa lluvia esperada. Nazarenos calados y tronos empapados. La osadía la castigó el cielo. Al final, los valientes fueron los sensatos: los que no salieron.

Así, tras la amargura por no poder salir, la devoción desbordada con colas con paraguas y capuchas para rendirse ante las imágenes. Esa muchedumbre creyente a la que no hay lluvia que pare. La de las colas para ver a los titulares de las cofradías. En San Juan en Málaga, a los pies de Lágrimas y Favores, estaba el pequeño Moisés. Nació el 29 de febrero. Noelia lo sostenía en brazos ante la mirada de la 'Niña de San Juan'.

«Tiene tres semanas», decía Moisés padre, que no pudo salir con su Señora a la calle, pero que aprovechó para acercar a su hijo a su devoción más íntima. Esa que acompañará al niño siempre con lluvia o sin ella, aunque el Domingo de Ramos el cielo le descargue barro del Sáhara a media Andalucía.