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El inquietante deseo de Gibraltar
el mirador
Feijóo, ante la tentación propagandística de este Gobierno capaz de montar una crisis diplomática por asuntos particulares, se ha mostrado partidario de posponer la solución
En su comparecencia de esta semana en el Congreso, a la que llegaba Pedro Sánchez con mucho tachintachán, supuestamente se trataba de responder, por fin, a las acusaciones que pesan sobre las actividades profesionales de su mujer que parece lejos de cumplir la regla de ... la mujer del César… pero supuestamente, porque también se anunciaba Palestina, Europa y hasta Gibraltar. En víspera de la campaña de las elecciones europeas, por detrás en las encuestas, ese totum revolutum apuntaba a que la comparecencia sería un mitin encubierto. Y en efecto fue un mitin encubierto.
Al menos, eso sí, quedaba el interés de tener información, al fin, sobre Gibraltar. Pero ni siquiera. Pedro Sánchez pasó bastante de largo sobre el tema, apenas para asegurar que está cerca el hito histórico y que todo irá bien. A Feijóo le afeó que no se detuviese en el tema; y éste, con ironía, le replicó: «Cuando usted me quiera informar de algo, le diré lo que pienso de Gibraltar». Un reproche reiterado por la oposición, y por la propia Junta de Andalucía, puesto que el Gobierno no les ha informado y sigue sin informarles de nada.
Feijoo, de hecho, acertó a plantearle algunas de las preguntas que inquietan al Gobierno andaluz y de manera singular en la comarca.
No hubo respuesta. Feijóo, ante la tentación propagandística de este Gobierno capaz de montar una crisis diplomática por asuntos particulares, se ha mostrado partidario de posponer la solución hasta que haya realmente una buena solución. Y quizá suceda, pero no por voluntad de consenso de Pedro Sánchez, sino por la convocatoria de elecciones en el Reino Unido anunciadas ayer por su primer ministro.
No obstante, el ministro principal de la Roca, Fabián Picardo, que parece entusiasmado con el acuerdo, confía en poder cerrarlo antes de esas elecciones. Y eso quizá sea lo que más debería preocuparnos: el entusiasmo en Gibraltar con ese pacto.
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