El secreto que mejor suena en la Sierra de Aracena
Castaño del Robledo celebra este fin de semana las II Jornadas de Jóvenes Intérpretes con su órgano, una joya del Barroco, como principal atractivo
Castaño del Robledo
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Iniciar sesiónQue Castaño del Robledo es uno de los lugares con más encanto de toda la sierra de Aracena es algo ya conocido por todos. Enclavado en su zona de mayor altitud y rodeado de una densa zona boscosa que le da cobijo e incluso nombre, ... su belleza paisajística está fuera de toda duda. De igual manera es bien conocido el atractivo de sus estrechas y empedradas calles o el porte de sus casas solariegas y centenarias –no en vano está declarado Conjunto Histórico Artístico–.
Lo que posiblemente sí desconoce un público amplio es que en mitad de ese entramado de calles, en concreto en el interior de la parroquia de Santiago el Mayor, se encuentra una auténtica joya del Barroco, su órgano, el más antiguo de toda la provincia de Huelva y, con bastante certeza, uno de los pocos de toda Europa con conjunto de tubos sonoros anteriores al siglo XVIII. Un tesoro que no se encuentra en el coro de una catedral flamenca o en una capital europea de fuste, sino en un municipio serrano de no más de doscientos habitantes.
Con la premisa básica de dar a conocer este rico patrimonio, y disfrutar de su singularidad y timbre sonoro, se enmarcan las II Jornadas de Jóvenes Intérpretes, que se van a desarrollar este sábado y domingo en Castaño, ambos días a partir de las 18.00 horas. Para esta ocasión el certamen cuenta con la maestría de los organistas Javier Artina Pina y Gonzalo Alonso Osma, catedráticos del Conservatorio Superior de Música Manuel Massotti Littel de Murcia, así como la interpretación de algunas piezas a manos de sus alumnos Marina López Manzanera, Javier Caballero Ros, Luis Cantó Cuadrado, Jaime Martínez Vivancos y Jorge y Andrea Martos García. Durante el fin de semana se podrán escuchar obras claves de la música sacra barroca de los siglos XVI y XVII, recreando composiciones de Antonio de Cabezón, Johann Kaspar Kerll, Dario Castello, Juan Cabanilles o José Jiménez, entre otros.
Origen del instrumento
El órgano de Castaño fue construido por el organero Francisco Ortíguez a mitad del siglo XVIII, y tras un largo periodo de abandono y dejadez, pudo ser restaurado por Gerhard Grenzing entre 2005 y 2007 dentro del proyecto 'Restauración de la organería barroca' de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.
A pesar del estado casi ruinoso en que se encontraba el instrumento, la pieza clave del mismo. que no es otra que su tubería, sí se conservaba en buenas condiciones. De ahí, y a partir de la abundante documentación que existía, se pudo reconstruir el sistema de fuelles, el teclado de boj y granadillo, así como la disposición original de los registros.
Es el propio Grenzing, a partir del análisis en profundidad al que sometió al instrumento, el que cree que en su construcción primigenia se aprovechó tubos de un órgano anterior, que por su particular factura podrían relacionarse con organeros flamencos de los siglos XVI y XVII. Si a esto unimos que Francisco Ortíguez trabajó como organero de la Catedral de Sevilla hasta 1740 y que él fue el encargado de desmantelar los antiguos órganos del templo sevillano (obra del flamenco Maese Jorge, entre 1567 y 1579), todo hace pensar que esos tubos viajaron de la capital hispalense a Castaño del Robledo, o lo que es lo mismo, de la monumentalidad de su Catedral a la modesta parroquia de Santiago.
Más allá de su datación exacta, lo cierto es que desde su restauración definitiva, cada vez son más los expertos y curiosos que se acercan hasta este pequeño rincón de la sierra atraídos por la riqueza patrimonial de esta maravilla del Barroco. Bien para verlo, bien para escucharlo, bien para poder tocarlo.
Este ha sido el caso del eminente organista belga Bernard Foccroulle, que además de ofrecer un concierto aquí el pasado verano, utilizó su particular sonoridad para grabar con él parte de su último trabajo. Y no es el único. Como comenta Jesús Jiménez, custodio del órgano, «por aquí han pasado ya maestros del órgano como José Luis González Uriol, Andrés Céa, Javier Artigas –que vuelve a repetir en el certamen de este fin de semana– o el propio Foccroulle, por citar solo a los más célebres. Pero más allá de organistas de renombre, sorprendería de la cantidad de gente que llega desde todos los rincones del mundo preguntando por el órgano: franceses, alemanes, incluso algún japonés».
Oferta cultural
El propio Jiménez es uno de los responsables de que en torno al órgano de Castaño haya una programación cultural lo más nutrida posible, y uno de los artífices, con el apoyo de la parroquia, el Ayuntamiento y de algunos empresarios de la localidad, de que las jornadas de este fin de semana puedan celebrar su segunda edición.
«Creía que no iba a ser posible», comenta, «pero al final, entre la ayuda municipal y el esfuerzo y el bolsillo de unos pocos, hemos conseguido ponerlo en pie». Algún velado reproche entre sus palabras de lo que debería ser y no es, sobre todo cuando se habla de una joya cuyo valor no está puesto en cuestión, y una certeza con la que concluye: «De todas formas, merece la pena».
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Gracias a él, a otros como él, a célebres organistas que se desplazan hasta lo más alto de la sierra de Aracena a poner sus manos en aquel teclado, a amantes de la música sacra barroca, a una restauración encomiable, a un constructor que hace unos siglos pensó que por qué no Castaño se merecía el mejor órgano posible, gracias a todos ellos hoy Castaño del Robledo puede presumir no solo de la mejor paleta de ocres que un bosque puede dar en otoño, de sus castañas, del empedrado con historia de sus calles o del paladar de sus ibéricos. También del particular timbre de ese órgano que cobró vida siglos atrás y cuyos acordes siguen reverberando hoy en el interior de la parroquia de Santiago. Castaño puede presumir de todo ello y nosotros disfrutarlo, en un mismo fin de semana, en un mismo lugar, un mismo enclave modesto y mágico de no más de 200 habitantes.
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