Vecinos del Albaicín aseguran que en el barrio granadino ya hay más viviendas turísticas que habitantes censados

«Lo que ha hecho ha sido encargar a una consultora privada un estudio, valorado en doce mil euros, para medir el impacto de la vivienda turística en nuestra ciudad, en vez de aplazar las medidas cautelares, que sería necesario tomar con carácter urgente antes de elaborar un plan de ordenación urbana más ambicioso, proteger el derecho a la vivienda y permitir la supervivencia de un barrio histórico», subraya la organización.

El anuncio de la moratoria, aseguran, se hizo con dos meses de antelación y ha provocado «como era previsible» una «avalancha de peticiones», que, augura Albaiyzín Habitable, llevarán al barrio «cientos de nuevas viviendas». La solución, añaden, no para por ahí sino por un nuevo PGOU que, entre otras cosas, »prohíba el uso de edificios enteros para alquiler turístico».

Porque el ayuntamiento, prosiguen los vecinos, «ha ignorado las necesidades particulares» de esa zona de Granada. «Frena la concesión de licencias individuales dentro de bloques de pisos, pero permite uno de los fenómenos que más dañan nuestro barrio: el vaciamiento de cármenes y pequeñas casas de dos o tres plantas y su posterior troceado en apartamentos para uso especulativo».

Además, requiere que ese nuevo plan de ordenación urbana impida la transformación de bajos comerciales en viviendas turísticas. «El Ayuntamiento prevé exigir un acceso independiente, pero si no se protegen los bajos, nuestros comercios de proximidad se convertirán en el producto especulativo más codiciado por las inmobiliarias y los inversores».

Los representantes vecinales consideran que harían falta «años» para revertir el «vaciamiento acelerado» del Albaicín y su transformación progresiva «en un espacio dedicado en exclusiva a la explotación turística». Pero es un camino que no se ha iniciado por la «pasividad« de Ayuntamiento y Junta de Andalucía. «Eso no nos permite tener ninguna esperanza», lamentan, para concluir que «expulsar a los vecinos y vender el Albaicín a la industria del turismo de masas es algo más que una irresponsabilidad: es una vergüenza».