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Niños asesinados en Huétor Tájar | «Pablo es el mejor alumno que hemos tenido y Guillermo demostró una dedicación admirable»

Los dos niños asesinados por su abuelo en Huétor Tájar daban clases de matemáticas online en Smartick y sus tutores elogian su esfuerzo y el de su padre, Antonio

Las claves del asesinato de Pablo y Guillermo en Granada, una tragedia en varios actos

Minuto de silencio por Pablo y Guillermo en Huétor Tájar antonio l. juárez

Guillermo Ortega

Granada

Pablo y Guillermo, los dos niños del municipio granadino de Huétor Tájar que fueron asesinados por su abuelo el pasado lunes 20 de mayo, eran alumnos de Smartick, una empresa malagueña que imparte matemáticas vía internet y que tiene más de treinta mil usuarios, la mayoría en España pero también en países como Chile, México, Argentina o Colombia.

Uno de sus fundadores, Javier Arroyo, ha colgado una emotiva carta en redes sociales en la que ensalza la calidad humana y el esfuerzo realizado por Pablo, que tenía 12 años, y su hermano menor, de diez. «Hoy es un día muy triste, lamentamos la terrible muerte de nuestros queridos alumnos», expresa Arroyo a modo de introducción.

Entra después a valorar a Pablo, del que afirma categóricamente que ha sido «el mejor alumno de Smartick« y que pasó ocho años seguidos »sin faltar ni un día a su compromiso«. Recibió 2.888 sesiones seguidas de matemáticas y sólo se las perdió por obligación, cuando tuvo que ser hospitalizado tras el accidente de tráfico que sufrió en marzo de 2024 y que le costó la vida a su madre y a su abuela.

«Ha sido un ejemplo, para niños y adultos, de dedicación y compromiso», resalta el empresario y profesor, que añade que Pablo será recordado «como un símbolo de constancia, esfuerzo y motivación« y que él personalmente se siente »afortunado de haber sido testigo de su crecimiento y desarrollo«.

«Entusiasmo y perseverancia inspiradores»

En cuanto a Guillermo, hizo 1.745 sesiones en Smartick y «también demostró una dedicación admirable». Era más pequeño pero «su entusiasmo y su perseverancia eran igualmente inspiradores«. Pone el acento en que tanto el uno como el otro compartían »una pasión por aprender y una disciplina ejemplar«.

Extiende los elogios a su padre, Antonio, del que dice que, a pesar de la muerte de su mujer, nunca dejó de ser «un pilar de apoyo« para sus hijos y que les inculcó »la importancia de la educación y la perseverancia«. Cuando enviudó siguió »remando solo« para darle a sus hijos »una vida de llena de formación y oportunidades para afrontar el futuro«.

«Los vamos a echar de menos y nos sentimos profundamente orgullosos de haber sido parte de su educación y de haberlos conocido. Que descansen en paz. Siempre los llevaremos en el corazón«, finaliza la carta.

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