Uno de sus fundadores, Javier Arroyo, ha colgado una emotiva carta en redes sociales en la que ensalza la calidad humana y el esfuerzo realizado por Pablo, que tenía 12 años, y su hermano menor, de diez. «Hoy es un día muy triste, lamentamos la terrible muerte de nuestros queridos alumnos», expresa Arroyo a modo de introducción.
Entra después a valorar a Pablo, del que afirma categóricamente que ha sido «el mejor alumno de Smartick« y que pasó ocho años seguidos »sin faltar ni un día a su compromiso«. Recibió 2.888 sesiones seguidas de matemáticas y sólo se las perdió por obligación, cuando tuvo que ser hospitalizado tras el accidente de tráfico que sufrió en marzo de 2024 y que le costó la vida a su madre y a su abuela.
«Ha sido un ejemplo, para niños y adultos, de dedicación y compromiso», resalta el empresario y profesor, que añade que Pablo será recordado «como un símbolo de constancia, esfuerzo y motivación« y que él personalmente se siente »afortunado de haber sido testigo de su crecimiento y desarrollo«.
«Entusiasmo y perseverancia inspiradores»
En cuanto a Guillermo, hizo 1.745 sesiones en Smartick y «también demostró una dedicación admirable». Era más pequeño pero «su entusiasmo y su perseverancia eran igualmente inspiradores«. Pone el acento en que tanto el uno como el otro compartían »una pasión por aprender y una disciplina ejemplar«.
Extiende los elogios a su padre, Antonio, del que dice que, a pesar de la muerte de su mujer, nunca dejó de ser «un pilar de apoyo« para sus hijos y que les inculcó »la importancia de la educación y la perseverancia«. Cuando enviudó siguió »remando solo« para darle a sus hijos »una vida de llena de formación y oportunidades para afrontar el futuro«.
«Los vamos a echar de menos y nos sentimos profundamente orgullosos de haber sido parte de su educación y de haberlos conocido. Que descansen en paz. Siempre los llevaremos en el corazón«, finaliza la carta.
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