Un informe de la Junta corrobora que la elevada contaminación de Granada la causa el tráfico
Subraya que la presencia de partículas en suspensión y de NO2 supera de forma continuada los límites y recomienda reducir los coches en la capital y el Área Metropolitana
Sus conclusiones son muy similares a las de estudios previos de asociaciones ecologistas, que sitúan a Granada como la capital más contaminada tras Madrid y Barcelona
Granada no se fía de los informes que alertan de su alta contaminación y encarga otro estudio
Granada se enrosca su 'boina' de contaminación pese a que supera de largo los niveles permitidos
Guillermo Ortega
Granada
«El tráfico rodado supone uno de los principales factores responsables de la contaminación de Granada y su Área Metropolitana. Es evidente que el impacto del tráfico en la calidad del aire se centra en áreas urbanas de la capital y en los municipios ... próximos con más densidad de población».
Es una de las principales conclusiones del estudio 'Plan de mejora de la calidad del aire de la zona de Granada y Área Metropolitana' elaborado por la Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, a través de la consultora Inerco y publicado en diciembre de 2022.
Sus resultados son muy similares a los de otros informes emitidos recientemente por asociaciones como Ecologistas en Acción o el Observatorio de Sostenibilidad: Granada tiene un serio problema de contaminación, que se traduce sobre todo en una excesiva concentración de óxido de nitrógeno (NO2) y de partículas en suspensión en el aire, fundamentalmente PM10 y PM2,5, que pueden representar «un alto riesgo para la salud» por su incidencia en enfermedades «relacionadas con el sistema respiratorio».
El estudio parte de la base de que Granada soporta este problema desde hace tiempo. Entre 2005 y 2011, menciona, ya se superaron los límites de NO2 –que se establecen en 40 miligramos por metro cúbico- y de las citadas partículas –el límite de PM10 es de 30 miligramos y el de PM2,5 de 20- en numerosos controles de seguimiento de la calidad del aire, por lo que las administraciones local y autonómica establecieron medidas correctoras. La Junta aprobó el 3 de diciembre de 2013 un plan de mejora, control y seguimiento de la calidad del aire en Granada y el ayuntamiento de la ciudad hizo lo propio en noviembre de 2017.
El problema, lejos de menguar, se incrementó. En los últimos años han aparecido al menos dos informes relevantes que sitúan a Granada como la tercera capital más contaminada de España, sólo por detrás de Madrid y Barcelona. El Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, consciente o no de ellos, aprobó el 22 de septiembre de 2020 el desarrollo de la Estrategia Andaluza de Calidad del Aire, un instrumento ideado «para que las administraciones hagan planes de mejora» y que se traduce en el presente estudio.
Un problema para medio millón de personas
El ámbito de repercusión del estudio afecta a 500.735 habitantes de Granada y de 21 municipios cercanos. Para medir la calidad del aire en todo ese entorno, se instalaron cinco estaciones fijas, cuatro de ellas en la capital –en la zona Norte, en el Palacio de Congresos, en los Paseos Universitarios y en el Campus de Cartuja- y el otro en Armilla. No obstante, el propio estudio reconoce que los de los campus universitarios «están de baja».
Los otros tres puntos de control arrojaron datos nada halagüeños: entre los años 2015 y 2019 se sobrepasó «el valor límite objetivo y el margen de tolerancia» en NO2. En 2020 esos límites no se superaron, algo que los responsables del estudio atribuyen a la pandemia, que redujo ostensiblemente el tráfico. En ese mismo periodo también se superaron los valores aconsejables de las partículas PM10 y PM2,5.
La incidencia del tránsito rodado se demuestra en detalles como que esos niveles de NO2 fueron más altos en invierno «porque se observa una disminución del tráfico en verano» en la zona examinada. El NO2, insiste el estudio, presenta «picos matutinos y vespertinos más marcados» que coinciden con las horas punta.
Hecho el diagnóstico, llega el momento de proponer medidas. «Los esfuerzos para mejorar se concentran prioritariamente en reducir las emisiones de óxido de nitrógeno y material particulado» con actuaciones como reducir el volumen de tráfico, fomentar el transporte público, establecer medidas disuasorias para el uso de vehículos particulares o establecer incentivos para la renovación del parque automovilístico.
Asimismo, recomienda la renovación de la flota del transporte público y la introducción de «vehículos más eficientes tecnológicamente y con menos emisiones», así como el fomento de los vehículos eléctricos, la revisión de las normas de emisiones de CO2 para coches y furgonetas nuevos, la renovación de los vehículos municipales y la creación de carriles-bici en puntos como la Ronda Sur.
Si esas medidas se pusieran en marcha, una «hipótesis conservadora» estima que en un periodo relativamente corto se reduciría el problema de manera significativa. El detallado informe hace incluso una simulación de cómo podrían estar las cosas en 2030: se reducirían los niveles de NO2 entre un 60 y un 70% y los niveles estarían entre 4 y 16 microgramos por metro cúbico, cuando en la actualidad se sitúa entre los 11 y los 40. Los niveles más elevados, puntualiza, irían de los 15 a los 30 microgramos por metro cúbico, cuando ahora llegan a los 45.
En cuanto a las partículas en suspensión, el análisis concluye que, para el año 2027, con esas correcciones se reduciría su media anual en 4 microgramos en el caso de la PM10 y en 1,2 en el de la PM2,5.
Tanto si tenía conocimiento de este informe como si no, el Ayuntamiento de Granada decidió en agosto de 2023 encargar a una consultora medioambiental un informe para medir la calidad del aire en la ciudad, una medida que la alcaldesa, Marifrán Carazo -que en diciembre de 2022, fecha en la que está datada el estudio, era consejera de Fomento- considera «absolutamente necesaria» antes de implantar la Zona de Bajas Emisiones, que prevé una serie de restricciones al tráfico.
La implantación de esa Zona de Bajas Emisiones requiere «un análisis más profundo de la situación actual de la calidad del aire en la ciudad para poder adoptar medidas que estén realmente justificadas», dijo por su parte la responsable municipal de Movilidad y Sostenibilidad, Ana Agudo.
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