Ana triunfa y ve a Richard Gere: las horas previas a los Premios Goya en Granada
La ciudad se vuelca orgullosa con unos premios que ya considera suyos y abarrota el centro y las cercanías del Palacio de Congresos
Desde las diez de la mañana había apostados algunos aficionados, con sillas de playa y bocadillos, en una improvisada tribuna con vistas (lejanas) a la alfombra roja
La gala de los Premios Goya 2025, los mejores y peores vestidos de la alfombra roja, en directo
Granada
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Iniciar sesiónAna es una defensora a ultranza del cine y más aún del español, así que la gala de los Goya es para ella una ocasión especial. Y más este año, que se celebra en Granada, su tierra. Ya se le nota el embarazo, ... pero eso no le quita las ganas de guardar cola para intentar ver a Richard Gere. Lo intentó ayer sin éxito en la puerta del Palacio de Carlos V y hoy vuelve a la carga, pero esta vez en el teatro Isabel la Católica.
No va a poder entrar. Intentó conseguir un pase a través de la web de la Academia de Cine, pero esos pases, literalmente volaron. Confía en verlo entrar o salir, le entran todavía más ganas cuando alguien le dice que seguramente The Smiths no estarían pensando en él cuando escribieron su canción 'This charming man', pero es sin duda un hombre encantador. Si al final no se sale con la suya, Ana se consolará pensando que por lo menos sí que pudo ver a Aitana Sánchez-Gijón.
Todavía no son las doce del mediodía, así que faltan aún más de seis horas para que empiece la acción en el Palacio de Congresos, entendida la acción como el desfile de estrellas cinematográficas al interior del recinto donde, a partir de las diez de la noche, se celebra la trigésimo novena edición de los premios Goya de cine. Queda un mundo o un suspiro, según los nervios de cada cual.
La gente, en Granada, es muy de salir a la calle. Pero hoy se nota aún más. De aquí a un rato muchos ya estarán intentando ganar un hueco en la barra de algún bar de tapas, tarea que será directamente imposible si se intenta a las dos de la tarde. Si lo que se pretende es comer en algún restaurante, sólo será posible si se ha reservado con antelación, por lo menos en el centro.
Abundan los turistas, como todos los fines de semana. Pero también hay mucho ambiente local; los granadinos parecen haberse tomado estos Goya como algo muy suyo. Por eso ha habido 72.000 personas que han acudido a las numerosas actividades en las semanas previas, sobre todo proyecciones de películas nominadas y encuentros con protagonistas, directores o guionistas.
Pero también se han hecho fotos junto a las réplicas gigantes de los 'cabezones' diseminadas por la ciudad, han pasado por la Plaza del Carmen para inmortalizarse con una réplica de la estatuilla, han pateado las calles para ver las dos exposiciones de fotos que han embellecido la Carrera de la Virgen y el bulevar de la Constitución. No todos saben que el ayuntamiento ha invertido ocho millones en la organización de los premios, ni tampoco que espera un retorno económico de 84,5. Se limitan a disfrutar y a presumir. Siempre pueden hacerlo, porque viven en una ciudad bellísima, pero hoy seguramente más.
No faltan las críticas, claro que no. El Palacio de Congresos, epicentro de la actividad, y sus zonas próximas, van a sufrir hoy restricciones de tráfico. Pero también otras arterias principales, como la calle Ganivet. Si esto sirve como experimento para una futura peatonalización, que buena falta haría a la vista de los informes que insisten en colocar a Granada como una de las ciudades más contaminadas de España, bienvenidas sean las quejas.
Otros, en vez de criticar, se han adaptado. Algunas personas que no pudieron ganar una de las 400 plazas que la Academia sorteó para estar cerca de la alfombra roja se plantaron todo lo cerca que pudieron de las empinadas escaleras que tendrán que subir los artistas. No se arrimaron más porque el recinto está cerrado y vallado. A las diez de la mañana ya había gente allí montando guardia, con bocadillos y sillas de playa para hacer más llevadera la espera.
Como ocurrió en la cumbre europea de octubre de 2023, hoy han proliferado las furgonetas negras con los cristales traseros tintados de negro, en cuyo interior viajan rumbo a sus hoteles los que van a estar en el sancta sanctorum. Han llegado a Granada en avión y sobre todo en tren, porque se han fletado servicios especiales. En la estación de la Avenida de los Andaluces ha habido fans esperando a ver si del que llegaba de Málaga, Madrid o Sevilla bajaba alguno de sus ídolos.
Avanza la tarde y la expectación aumenta. La puerta del hotel Eurostars San Antón, recién reformado, está a las cinco de la tarde llena de público que espera que de allí salga algún famoso rumbo al palacio, que está a tiro de piedra. Un habitual en los Goya –por motivos laborales, no es que esté nominado cada año- lo resume muy gráficamente: «No he visto nada igual, aquí hay muchísima más gente que en Sevilla, en Málaga o en Valladolid».
En el momento de escribir estas últimas líneas de la crónica, la alfombra roja acoge a sus últimos huéspedes. Los granadinos, que están muy orgullosos de ser protagonistas de cosas importantes, vuelven a sus casas para ver la gala por la tele. Dentro queda gente que oculta sus nervios entre sonrisas –los nominados- y, por nombrar que no quede, periodistas acreditados que trabajarán hasta que el cuerpo aguante. La mayoría en la sala de prensa, en el sótano, lejos del glamur.
Ah, por si hacía falta añadirlo: Ana vio por fin a Richard Gere, que llegó al teatro como una auténtica estrella. Estuvo bastante cerca de él, a decir verdad. No tanto como para tocarlo, pero casi. Ya tiene algo que contarle a su hija dentro de unos cuantos años.
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