«El gran problema demográfico es la sostenibilidad, no sólo de las pensiones, sino de todo el sistema productivo»
Ricardo Duque, profesor titular en el Departamento de Sociología de la Universidad de Granada, analiza el reto poblacional al que se enfrenta Andalucía
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Iniciar sesiónEl reto demográfico es un desafío silencioso. Diversos fenómenos culturales, económicos, políticos y/o sociales afectan de tal manera que, de forma lenta e imperceptible, provocan el colapso de un sistema. El mundo cambia merced a detonantes, explosivos que un día derriban el edificio, pero ' ... sólo' es cuando la mecha ha terminado de consumir toda la pólvora. Nunca es por casualidad.
Ricardo Duque Calvache es sociólogo y Profesor Titular en el Departamento de Sociología de la Universidad de Granada. Investigador del grupo Problemas Sociales en Andalucía, en esta amplia conversación va señalando el camino que está marcando esa pólvora. El sistema se corrige solo, ya sea de manera suave o crítica, si bien se vislumbran factores en los que se puede incidir para al menos lograr que esa detonación sea controlada.
-¿Cómo describe el panorama demográfico actual de Andalucía?
-Hay una cierta preocupación por el envejecimiento demográfico y por la pérdida de población. Es una tendencia no solo en Andalucía, sino de todos los países desarrollados. Nos enfrentamos a discursos sobre la superpoblación a nivel mundial, el aumento de población y el problema de los recursos, todo ello a escala global, pero al mismo tiempo en los países más desarrollados el problema más local y no tan global es el tema del envejecimiento demográfico y las pirámides de población cada vez más desequilibradas, con muy pocas personas jóvenes y niños y cada vez más personas mayores.
-¿Por qué se produce esto?
-Por la combinación de dos tendencias demográficas. Por las mejoras en las condiciones de vida, en el sistema sanitario, la mejor distribución de la riqueza, se consigue que las personas vivan más años. Y al mismo tiempo hay otra tendencia a tener menos hijos. Ahora, los índices de fecundidad están por debajo de la tasa de reemplazo. Con la cantidad de niños que nacen no llegaríamos ni siquiera a poder mantener la misma población en Andalucía. De momento se compensa con los movimientos migratorios, tanto interiores como internacionales.
-¿Y qué implicaciones sociales y económicas tiene esto?
-Si le queremos poner una luz positiva, y a corto plazo, en el sistema educativo, por ejemplo, muchos centros educativos pueden reducir la ratio de alumnos y tienen una mejor atención con menos estudiantes por aula. O desde un punto de vista laboral, tendríamos menores índices de desempleo o mejores oportunidades laborales.
Con la luz negativa, y si lo miramos más a largo plazo, empiezan a verse problemas en la sostenibilidad no solo del sistema de pensiones, que es del que siempre se habla, sino de todo el sistema productivo. Es decir, se necesita gente en edad productiva, se necesita gente trabajando para sacar adelante tantísimas tareas que son esenciales para la sociedad.
No solo es una cuestión económica, de costes, sino también práctica.
-Y el sistema sanitario.
-Lógicamente. Las personas mayores acuden más al médico porque tienen más problemas de salud. Entonces, es de esperar que con el envejecimiento los costes sanitarios también vayan en aumento. Nuestro sistema de salud por su universalidad y gratuidad (que en otros sitios no tienen) es especialmente sensible.
-El problema demográfico se conecta con el problema del mercado laboral.
-Por ello, la inmigración no solo es necesaria desde un punto de vista demográfico, para compensar una pirámide desequilibrada, sino que también se utiliza para generar unas posibilidades de beneficio empresarial mucho mayor.
-La natalidad baja pero en Andalucía hay un crecimiento general por las migraciones.
-Cuando tienes la posibilidad de que vengan personas que residen en otro lado, ya sea en otras partes de España o del mundo, te puede compensar la estructura de población. Mucha de esta migración, se piensa, es de trabajadores para el campo, pero hay muchísima que corresponde a personas mayores, jubiladas, de países del entorno europeo. La inmigración no sólo es laboral. Ésta, por una parte, estimula el consumo, porque son personas que vienen a disfrutar aquí de su vida, consumen, gastan y activan la economía. Pero al mismo tiempo también consumen recursos, y no van a tener hijos ni van a aumentar la población ni tampoco van a tener empleos.
Andalucía es una región donde las migraciones interiores han sido un motor fundamental de cambio en las ciudades, en la estructura territorial, en la economía. Pero que también acaba produciendo un fuerte desequilibrio territorial. Los empleos están concentrados en determinadas grandes ciudades y zonas con actividad, mientras hay comarcas del interior y rural que están muy despobladas al no haber oportunidades laborales.
-Salvo extremos políticos, hay un consenso básico de que la inmigración regularizada es necesaria.
-Bueno, tanto como consenso... Hay un acuerdo básico en considerar la libertad de que la gente se mueva y que pueda elegir dónde vivir como parte de las libertades básicas que tendemos a defender. Pero lo que tenemos claro a nivel individual, tiene efectos agregados que hay que contemplar cuando son miles o millones de personas las que se mueven. Por otra parte, considero que también hay que defender el derecho a que la gente se pueda quedar en sus respectivas regiones, ciudades o pueblos de origen.
La gente se tiene que mover porque hay una tremenda desigualdad. Zonas con gran riqueza, con muchas posibilidades laborales, y otras donde prácticamente es imposible vivir. El discurso pro migratorio simplista no me gusta porque al final acepta que las personas sean movidas de acá para allá en función de las necesidades del sistema económico y productivo.
-La estrategia de las administraciones pasa por fijar la población en estas zonas rurales. ¿Qué se puede hacer?
-Durante mucho tiempo se ha trabajado buscando la centralización de determinados servicios hospitalarios, educativos, de la administración, buscando ahorrar costes. Tiene su lógica y sus ventajas económicas, pero sus inconvenientes también.
Descentralizar un poco la administración y la prestación de servicios públicos es una manera de empezar, de dar ejemplo a las empresas privadas. Que sigan abiertos los consultorios médicos, aunque sea en pueblos pequeños; que sigan abiertas las escuelas, aunque sea con una sola línea; esto tiene un efecto beneficioso a nivel territorial, es una razón para que la gente se quede. Con el teletrabajo multiplicado en la época de la Covid se pensó que la gente iba a volver a lo rural, pero posteriormente vemos que esos trabajadores en remoto siguen escogiendo vivir en grandes ciudades, que tienen más servicios
-¿Por qué el crecimiento vegetativo llega a cero en 2018 y desde entonces ya es negativo? ¿Por qué en ese momento?
-Es probablemente porque las generaciones que están en edad de tener hijos son cada vez menos numerosas, y por tanto tienen menos descendencia. En España el 'baby boom' (el repunte de la natalidad) llegó bastante más tarde que en Estados Unidos o el resto de Europa, en los 70. En los 80 empieza a bajar. Lo esperable es que disminuyan los nacimientos y siga aumentando la distancia con las defunciones.
-Todas las provincias andaluzas pierden población de manera natural, menos Almería, que tiene que ver mucho con la inmigración, con esa segunda generación de inmigrantes.
-No me gusta emplear ese concepto porque la migración es moverse. Si se han movido tus padres que han venido de Marruecos, de Argelia o de Rumanía, viven en Almería y tú has nacido en Almería... tú no eres inmigrante, tú eres una almeriense. El problema de esa etiqueta es que además tiene un estigma detrás.
En Almería, gran parte de la inmigración que ha llegado tiene que ver con el trabajo agrícola. Son personas jóvenes y sanas, porque si no, no podrían trabajar en esos empleos, y solo por esa composición de edad ya rejuvenecen, y además tienen hijos. Ni siquiera hace falta que sea una natalidad extraordinariamente alta para que tenga mucho impacto.
-Andalucía se propone alcanzar un saldo vegetativo cero en 2040. ¿Es realista ese objetivo?
-Esto puede pasar, pero el equilibrio en población nunca va a ser permanente. Además las proyecciones están basadas en el mantenimiento de tendencias actuales, pero en el momento en que se produce un cambio, ya sea tecnológico, social, normativo, legislativo... esto se puede ir al traste.
-Pero es que la tendencia es negativa.
-A muy largo plazo, también pasará. Cuando las generaciones del 'baby boom' se vayan muriendo, pues se quitará de la pirámide un grupo muy grande de gente en la parte alta y rejuvenecerá la población. Cuando tienes generaciones muy grandes (como las del 'baby boom') van encontrando problemas en todas las etapas. Cuando eran pequeños no había suficientes colegios (las clases estaban saturadas), luego ocurrió con los institutos y posteriormente con la universidad, que había que abrir prácticamente universidades en cada provincia, y carreras, grados, para darle solución a toda esa población que llega a la universidad.
Y ahora, nos sobran plazas en coles y vamos cerrando líneas, después en los institutos y ahora las universidades se enfrentan al mismo problema. También pasó con el mercado laboral, sucede con la vivienda, y en el futuro en el sistema de pensiones. Cuando las generaciones más numerosas se empiecen a jubilar, también van a tener problemas.
Aunque igual, si suben la edad de jubilación lo suficiente, no cobramos pensión nadie y nos podemos morir todavía trabajando (señala con una sonrisa). El sistema será puesto a prueba en cierto modo se corrige solo. Cuando lleguen estas generaciones de los nacidos en los 70, 80, 90, muchas pensiones van a ser más bajas que las actuales, porque se van calculando sobre más años cotizados y reflejarán la precariedad sufrida durante la vida laboral. Muchas veces, el sistema se defiende solo.
-Con políticas para fomentar la natalidad y para fijar la población en el entorno rural, ¿se puede un poco compensar este desequilibrio?
-Yo creo que todo suma, pero la decisión de tener hijos o no tenerlos es en parte una decisión personal aunque haya una limitación por las circunstancias. Muchos no se plantean tener hijos por no contar con estabilidad laboral o residencial. Si la gente tuviera un mejor acceso a la vivienda y un trabajo más estable ¿tendrían más hijos? Pues probablemente sí, porque eso les está frenando.
Pero tampoco esperemos un cambio demográfico descomunal, porque la sociedad ha cambiado. La manera en la que valoramos el tiempo libre, o nuestra propia forma de definir la identidad, no es la misma que la que tenían las generaciones anteriores, mis padres o abuelos. Todo ayuda, pero no hay soluciones mágicas porque los cambios culturales llevan bastante más tiempo.
-Ya por último, ¿qué escenario demográfico visualiza en un futuro y cuáles deberían ser las prioridades del gobierno andaluz?
-Imagino una Andalucía crecientemente desequilibrada entre interior y costa con zonas muy pobladas y más diferencias entre ciudades y pueblos. Si no se corrige, es a lo que vamos.
Desde el punto de vista de la población y de su tamaño, lo esperable es que siga el crecimiento negativo porque la mortalidad irá en aumento y continúan estos factores que reducen la natalidad. Hay unos lastres, esencialmente el de la vivienda y la calidad del empleo, que se tendrían que revertir o corregir. Más que un cheque bebé, el plan tiene mucho más que ver con sentir una estabilidad vital en lo residencial, en lo laboral y también en lo personal.
Así que, más que incentivos a la natalidad, hacen falta políticas que faciliten que la gente pueda tener el comportamiento demográfico que quiera tener.
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