«Estamos desesperados. No encontramos conductores de autobuses en Andalucía»

«Nuestra situación es difícil. No encontramos conductores, tenemos contratos públicos cerrados que no se pueden modificar a pesar de la subida de costes, no recibimos las ayudas del Covid prometidas por la Junta y tampoco contamos con ayudas para renovar las flotas», admite Vázquez, que anuncia que muchos contratos para el transporte escolar en Andalucía se están quedando desiertos por los bajos precios de salida.

El colectivo advierte que tienen «un problema brutal de falta de personal porque este es un sector donde no hay conductores». Cuando se le pregunta si la razón de ello es que se trata de un trabajo duro contesta: «Es un trabajo a turno y te puede tocar trabajar un sábado, un domingo, un lunes o un martes, pero después tienes tus descansos correspondientes. Hay un reglamento europeo con los tiempos de conducción y descanso».

Recuerda Vázquez que «muchos conductores que mandamos a los ERTE durante el Covid se buscaron la vida en el sector de transporte de mercancías y paquetería, que durante la pandemia tenía mucho trabajo. Las empresas de mercancías que ya tenían falta de personal aprovecharon la oportunidad para quedarse con esos trabajadores. Cuando empezamos a trabajar otra vez las empresas del transporte de viajeros por carretera nos encontramos con que no teníamos conductores».

Andalucía tiene más de 700.000 parados y los conductores de autobuses pueden cobrar entre 1.500 y 3.000 euros mensuales, a pesar de lo cual es difícil encontrar disponible un conductor de autobús, según Vázquez. «¿Las razones? «Un parado no se gasta entre 2.000 y 3.000 euros en sacarse un carné de autocar, aparte de los meses que tiene que estar preparándolo porque son unos exámenes que no son fáciles de aprobar. Además, se trata de examen muy duro. A eso se suma que una vez que te has preparado el examen, tienes que esperar meses para examinarte porque no hay examinadores».

La necesidad es tal, que las empresas de transporte de viajeros por carretera han decidido formar a conductores. Eso sí, con el compromiso de permanencia en la empresa. «Muchos de nosotros estamos formando a nuestros propios conductores para tener trabajadores. Pero -advierte el presidente de Fedintra- es que a una persona con un carné de autocar recién sacado no puedes darle inmediatamente un autobús con 50 personas. El personal empieza llevando microbuses, trayectos cortos y poco a poco se le va dando confianza. Ninguna empresa le da un autobús grande a una persona con el carné recién sacado».

Ante la carencia conductores, las empresas del sector han aplicado la imaginación para poder atender la demanda de servicios. «Los conductores no pueden hacer doblete porque las horas de conducción y descanso están tasadas. Nosotros no podemos conducir más de 9 horas al día, y descansamos doce horas entre jornada y jornadas, que se puede bajar a nueve si hay un descanso. Para poder atender los servicios que tenemos nos ayudamos unas empresas a otras», indica Antonio Vázquez, quien tiene una empresa familiar de transporte de viajeros por carretera que hace servicios turísticos, escolares y líneas regulares. «A veces tengo coches parados y tengo que pedir a un compañero que me haga un servicio porque no tengo conductores para llevarlos. Si no hubiera colaboración entre las empresas del sector sería imposible sacar el trabajo», añade.

Los problemas de las empresas de transporte de viajeros por carretera grandes y las pymes no son muy diferentes, a su juicio. «La diferencia es que algunas de las grandes pertenecen a multinacionales y a lo mejor pierden en España, pero ganan fuera, y tienen mayor pulmón financiero», puntualiza.

La falta de personal no es el único problema que tiene el sector, que no puede repercutir el incremento de costes en los contratos públicos. «Nosotros vivimos mucho de la contratación pública y los concursos, por la Ley de Desindexación de la economía, no nos permiten trasladar a las administraciones las subidas de costes durante la duración del contrato. Hay contratos de transporte escolar en los que tenemos que estar cuatro años con los precios de hace tres años, a pesar de que en 2020 estaba la gasolina a un euro y ahora a 1,60 euros el litro».

El problema es tal que muchos contratos públicos se están quedado sin licitadores. «Este año estamos de concurso público en Andalucía con los contratos de transporte escolar y muchos se han quedado desiertos por el precio al que han salido. Cuando llegue el curso escolar puede haber problemas porque habrá muchos servicios que no son atractivos para los transportistas, de modo que o suben la cuantía del contrato o no habrá quien los haga», advierte.

La subida del combustible es otra de los talón de Aquiles del sector. El Gobierno prorrogó hasta el 31 de diciembre de 2023 la bonificación a los combustibles para el sector del transporte profesional por carretera (10 céntimos por litro de gasóleo) pero aseguran que con las escaladas de precios últimas no es suficiente. En su opinión, el Gobierno debería «incentivar la movilidad compartida en medios de servicio público y desincentivar el vehículo privado», poniendo por ejemplo billetes únicos para las distintas modalidades de transporte, algo que es países europeos, como Alemania.

En cuanto a las ayudas que aprobó la Junta de Andalucía para el sector, indica que «se comprometió a darnos una ayuda de 1.700 euros por vehículo, inferior a la de otras comunidades, ya que en la Comunidad Valenciana dieron 5.500 euros por autobús. Las ayudas que nos prometió la Junta en pandemia las estamos esperando aún de la Consejería de Fomento y eso que su tramitación fue un auténtico galimatías para las empresas. Estamos hablando de casi 9 millones de euros, teniendo en cuenta que en Andalucía hay más de 5.000 buses».

Las subvenciones que se han dado al ferrocarril han sido la puntilla del sector, «ya que han dado al ferrocarril y que han afectado a compañías de transporte por carretera que hacía líneas regulares con el mismo recorrido. Eso ha provocado una importante pérdida de viajeros a las empresas de autobuses. En Málaga, por ejemplo ha sucedido con la línea Fuengirola-Málaga. En Sevilla pasa en las líneas de Casal en Utrera, las de Damas en la parte del Aljarafe y Dos Hermanas, y las de la empresa Paulino en San José de la Rinconada».

Todo ello ha hecho mella en este sector, que ha visto decrecer el número de empresas. «En España había 3.100 empresas de transporte de viajeros por carretera y quedan 2.900, por lo que desaparecieron más de 200 empresas. En Andalucía hay ahora 538 empresas, 50 menos que antes del Covid».

No sólo faltan conductores, sino también autobuses porque no se han renovado las flotas. «La vida útil de un autocar es de unos 16 años y a partir de entonces no puede hacer transporte escolar. Se han dado de baja muchos coches y este año van a faltar autocares para hacer el transporte escolar», indica Antonio Vázquez, que denuncia la falta de ayudas para la renovación de los autobuses.

«Las comunidades autónomas han recibido del Ministerio de Transportes 370 millones de euros para renovación y descarbonización de flotas pero en Andalucía sólo se ha usado para achatarramiento de buses antiguos. No tenemos ayudas para la renovación de flotas de buses de diésel, a pesar de que -dice- cada autocar de última generación que apenas contamina cuesta cerca de 300.000 euros. Sólo hay ayudas para los vehículos híbridos y eléctricos pero en nuestro sector nadie los compra porque no sirven para las distancias largas. Los buses híbridos y eléctricos los están comprando las empresas municipales y los que se dedican a cobrarle a los ayuntamientos y las administraciones porque lo venden los alcaldes como un logro medioambiental».

Otro de los hándicap que encuentran las empresas familiares de transporte es la falta de relevo generacional. «El sector no es atractivo. Se trabaja mucho y no tiene apenas beneficio. Hay muchas empresas con pérdidas. De hecho, algunas compañías están haciendo líneas regulares en pueblos de Andalucía pero perdiéndole dinero todos los días. Hay un problema de sucesión familiar. Hay personas que con mucho trabajo llegan a la jubilación pero después ninguno de sus hijos quiere seguir con esto», confiesa.

«El nuestro es un sector absolutamente liberalizado. Cualquiera puede comprar un autobús y empezar a trabajar, a pesar de lo cual siguen desapareciendo empresas. Sin embargo, con las VTC, que están reguladas, se están cotizando carísimos. La Administración tendría que preguntarse porqué un sector liberalizado nadie se compra un autobús para empezar a trabajar y en otros sectores se venden las licencias a unos premios desorbitados», subraya.