REPORTAJE
Usuarios de patinetes en Córdoba: «Unos pocos nos dan mala fama»
La entrada en vigor de la obligatoriedad del seguro para patinetes coge a quienes los utilizan consciente de sus deberes
Las multas a los vehículos de movilidad personal se disparan un 184%
Córdoba
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónSe pasea por la ciudad con la soltura de un surfero que pespuntea la cresta de las olas con una pericia de anfibio. «Tengo echado los papeles: el seguro me lo dan en unos días: yo soy una persona formal». Mario, se llama Mario ... , y es uno de los veteranos del patinete en Córdoba.
«Yo soy de la vieja escuela: empecé con los monopatines hace mucho tiempo, haciendo el loco en las atracciones de los niños pequeños en los parques, así que me apunté rápido a la moda: en el confinamiento salía a hacer los recados de casa y no me veía nadie», suelta el muchacho.
El Ayuntamiento de Córdoba da un breve periodo de gracia en las multas por el seguro de patinetes
Baltasar LópezEl Consistorio dice que en «los primeros días» no se sancionará por no tenerlo
Veintidós años. Una cadena gruesa en el cuello. Tres pendientes en cada oreja. «Aquí lo que pasa es que unos pocos, que no son la mayoría, nos dan muy mala fama al resto, que somos cumplidores: yo, como ve, voy con casco y con rodilleras, y respeto las señales de tráfico, los semáforos, y voy por el carril bici siempre que es posible, nada de aceras», añade.
Le acompaña José Luis Martín, vecino suyo. Ambos de la Huerta de la Reina. «Yo me metí en esto con él. Me he convertido en un friki. Cambio de modelo cada año, o casi. En las tiendas ya me conocen y me hacen la ola. ¿Que si tengo seguro? No, aún no. Pero nadie o casi nadie lo tiene. Lo importante es marchar con prudencia, con respeto», tercia el joven, empleado ocasional de un conocido local de restauración de la zona de El Brillante.
«En esto pasa como en todo, que hay dos o tres ovejas negras que nos contaminan a todos. Hay mucho kamikaze. Yo soy el primero que me llevo las manos a la cabeza. El otro día me encaré con uno que estaba haciendo piruetas en Las Tendillas.
Con razón le multaron», subraya José Luis, que usa el vehículo de movilidad personal (VMP) para ir a visitar a su padre, ingresado desde hace semanas en el Hospital Reina Sofía por un problema renal severo y crónico.Más. La gente que se sirve de los dispositivos eléctricos a dos ruedas para ganarse la vida.
Un 'ríder'
Ernesto, por ejemplo. Sí, un 'rider'. Colombiano. Treinta y tres años. Pelo teñido de rojo en el lado izquierdo y de rubio platino por el derecho. «He ganado en calidad de vida: antes, cuando empecé de repartidor, iba en moto, y no me rentaba por la gasolina y por los gastos de mantenimiento y de impuestos y de seguro, y me pasé a la bici, con la que estuve un año y medio dando tumbos; era cansado, agotador, me costaba llegar a casa de los clientes con el pedido en su punto», relata el trabajador de una conocida firma de 'delivery'.
«Con el patín es otra cosa: no gastas tu energía, sólo tienes que preocuparte de que la máquina tenga la batería llena. Lo malo sigue siendo el calor...», suscribe Ernesto.
I.P.L. es una chica onubense colega del 'rider' colombiano. Bueno, en realidad son competencia. «Como ve, los colores chillones de nuestras mochilas son diferentes, pero llaman la atención igual», sonríe ella. La joven, que reside en la ciudad desde hace dieciocho meses, cuando perdió el trabajo en su Punta Umbría natal, sí que ha madrugado para ponerse al día con los papeles.
«Nosotros somos trabajadores y tenemos la obligación de llevarlo todo en regla: sólo me faltaba que me cascaran un multón, me retiraran mi medio de transporte y de vida y me quedara con una mano delante y otra detrás», esgrime.
Hay quien va con su patinete más derecho que un alto directivo en el metro que lleva a la City de Londres. Pedro F., por ejemplo. Son las tres de la tarde y en el casi desierto Bulevar del Gran Capitán es la hora de la estampida. Cierran las oficinas y las sucursales bancarias. De una de ellas sale este hombre. Cincuenta y tres años. Divorciado. Inquilino de un apartamento al otro lado del Vial, cerca de la zona de expansión de Valdeolleros.
«El patín es cómodo, barato y seguro si tienes cuidado y no te cruzas con ningún loco», se extiende. «Y, sí, yo ya tengo seguro», se despide en referencia a la obligatoriedad desde ayer de haber suscrito uno, aunque el Ayuntamiento haya anunciado que va a dar unos días de prórroga.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete