crítica
Teatro en Córdoba | 'El avaro', lo grotesco del dinero
La compañía Atalaya pone en escena en el Teatro Góngora la inmortal obra de Molière
Paco Montalvo: «Tocar en Nueva York es más fácil que en Córdoba»
Miguel Ángel de Abajo
Córdoba
La idolatría del dinero es la motivación que sustenta el argumento de 'El avaro' de Molière. La perspectiva de la obra que hace la compañía Atalaya, firmada por Ricardo Iniesta, adaptador y director, acentúa dicho asunto destacando el paralelismo entre el ... culto al dinero y la especulación que se encarna en la cultura capitalista del presente y su despiadada indiferencia hacia quienes, al margen del sistema económico, son explotados por él.
Dichas ideas están en la obra de Molière, la penetración psicológica y social del dramaturgo francés las ponía en evidencia por medio del lenguaje barroco de su época. Pero Ricardo Iniesta ha despojado de ornamentos barrocos el texto convirtiéndolo en una farsa grotesca, no exenta de barroquismo en cuanto a recursos de puesta en escena.
La adaptación es muy libre, siendo el resultado rico en el uso de ingredientes escénicos, que incorporan la iluminación y sus atmósferas (Alejandro Conesa) con acierto. Así como la música (Luis Navarro), que convierte la obra en un musical bufonesco acentuando con sátira y desaliño las situaciones ridículas, o paródicas, que se suceden. El figurinismo (Carmen y Flores de Giles), viste con ropas deconstruidas y líneas contemporáneas una estética atemporal acorde con el expresionismo desarrapado de la escenificación.
Paco Montalvo: «Tocar en Nueva York es más fácil que en Córdoba»
Aristóteles MorenoHace 5 años que no actúa en su ciudad. Y sueña con volver a casa. 2021 ha sido un buen año. Ha dicho adiós a la pandemia y el violinista levanta el vuelo
El reparto, encabezado por Carmen Gallardo, quien construye un Harpagón (el avaro) rico de matices, hace un trabajo de gran brillantez, en el que hablan, cantan, bailan y expresan con energía y credibilidad los distintos personajes que la mayoría de los actores encarnan, dándoles personalidades diversas con registros orales y corporales que evidencian destreza y competencia plena. Un pero: la música tapa a veces el texto, y eso es incómodo para el espectador.
También incomoda algo el acento argentino del personaje de Cayetana (Silvia Garzón), no por el acento, sino por imprecisiones en la dicción que restan brillo a la interpretación de la actriz. Hubo a mitad de la función un incidente entre el público, que no repercutió en el escenario, a causa de un espectador que sufrió una indisposición, por la que fue evacuado de la sala y atendido en el vestíbulo.
Atalaya tiene público en Córdoba, el teatro Góngora estaba casi lleno y la compañía recibió un largo aplauso por el trabajo desarrollado, un trabajo intenso y brillante. Sin embargo, había algo que es propio de Molière y que no se percibía en esta propuesta, la ironía, sutileza y acidez del autor francés quedaban atenuadas por la estética grotesca de la adaptación, siendo sintomático que se oyeran pocas risas entre el público, no porque este estuviera aburrido o distante, sino quizás, por el efecto atenuante de la ironía que tiene la pincelada brusca y grotesca con que está concebido el espectáculo. Surge una duda: ¿qué es más cómico, la bufonada grotesca, o la sugerencia irónica?....
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