REPORTAJE
El sudor de la frente para ganarse el pan con calor extremo en Córdoba
Camareros, guías turísticos, obreros de la construcción o jornaleros se las ven y se las desean para soportar las altas temperaturas
La faena con más de cuarenta grados, en imágenes
Córdoba
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Iniciar sesiónLo dice a condición de que su queja quede en el anonimato. Pongamos que se llama Oliver y que tiene 27 años, que arrastra una situación familiar más que difícil y no es que la vida le haya dado muchas oportunidades para formarse en ... condiciones para poner un pie en el mercado de trabajo con ciertas garantías de estabilidad. «Pido que la gente se pare a pensar si de verdad le hace falta ese accesorio absurdo para la Play Station o la sobrecamisa para pasearse por la playa: porque detrás de ese caprichito hay una persona, que puedo ser yo perfectamente, que se cruza la ciudad de punta a punta a la hora de la siesta cuando los termómetros marcan más de cuarenta grados».
Fotos: El duro trabajo en Córdoba con calor extremo
Valerio MerinoRepartidores, mensajeros, obreros de la construcción, guías turísticos y jornaleros soportan las temperaturas elevadas con estoicismo y profesionalidad
La reflexión del mensajero, que expresa una inquietud recurrente de su colectivo profesional, entra de lleno en el terreno de la dignidad profesional ahora que las aceras arden, los coches queman, el sol abrasa. «Que nos han vendido una moto que no anda, que esto no puede ser, que hay días que pienso que me va a dar algo yendo a toda leche de El Brillante a Colón, de la avenida de Barcelona al Parque Cruz Conde, y todo para que te abra la puerta un cliente que está tan a gusto en su casa con el aire acondicionado viendo la última serie de Netflix», se extiende el muchacho, que asegura que a su bolsillo no entran a fin de mes más de cuatrocientos veinte euros limpios.
Lo que cae en la calle
Y bien ganados teniendo en cuenta la que cae en la calle. Y la que va a seguir cayendo. Porque la marca máxima de ayer en Córdoba capital fue la misma que la del domingo: 42,4 grados, y registrados sobre las cinco de la tarde. La previsión de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) es que los termómetros se muevan en esos valores aproximados hoy y mañana, a partir de cuando empezarán a descender con suavidad. Así, la Aemet señala que el mercurio alcance hoy los 43 grados, y que el miércoles sea esa misma la marca más elevada. El jueves el registro más elevado se situará en los 41 grados, y el viernes en los 39. Con raíces más firmes en el mundo del trabajo está Luis del Rosal, un camarero de un establecimiento situado en una de las perpendiculares de Escultor Fernández Márquez.
Los muchos trienios y los muchos veranos le ayudan a soportar los rigores del termómetro. «Voy para jubilado, dentro de dieciocho meses cuelgo los bártulos y traspaso el local si es que alguien se lo quiere quedar, así que, como dijo el otro, en peores plazas hemos toreado: ahora por lo menos tenemos aire acondicionado dentro, y eso ayuda», comenta el hombre.
«Lo peor no es el calor que pasa uno, sino la falta de clientela»
Luis del Rosal
Camarero
«Lo peor no es el calor que pasa uno, a lo que ya estoy acostumbrado como digo, sino la falta de clientela: tengo cinco mesas afuera y este fin de semana han estado casi vacías en las horas de luz y flojitas durante la noche, porque la gente prefiere quedarse en casa si la calle es un horno y no se mueve una rama. Y la caja se resiente, claro que sí», agrega el profesional de la hostelería. Con todo, Del Rosal piensa que todo es transitorio.
«Lo malo son dos semanas de julio, después la cosa se normaliza: en agosto las noches son más agradables, se puede estar tranquilamente de una cerveza y de unas raciones, y nuestro trabajo es también más llevadero». También es perro viejo Abel Sebastián, un obrero de la construcción empleado desde hace seis meses en los nuevos bloques de pisos de la zona cercana a Chinales en la que estaban las instalaciones de Baldomero Moreno. «Desde comienzos de mes nos han puesto un horario más acorde con el calor: ahora empezamos media hora antes, a las siete de la mañana, y a las dos podemos irnos a casa. Se agradece, aunque es verdad en que en días como hoy [por el de ayer] la faena se hace muy dura si te toca trabajar al sol, como es mi caso», indica quien está encargado de la colocación de los primeros rieles de tabiques de un edificio con vistas al parque de La Asomadilla.
«Lo importante es conocer tu cuerpo, y en eso estoy bastante avanzado: hago ciclismo desde que era un chaval, la semana que menos trescientos kilómetros, y sé reconocer el cansancio y las técnicas de respiración y de relajación que te ayudan a soportar el esfuerzo, el frío, el calor, el estrés. Ser deportista me ayuda», apostilla el empleado de la construcción.
Por muy entrenada que esté una no hay quien le quite el mal rato que supone estar expuesta a los rigores del mercurio en alza sin más protección que la sombra, reparadora pero mínima, de los árboles bajos y de las palmeras del Patio de los Naranjos. Es el caso de Francisca Fernández, una guía turística con años de experiencia y que forma parte de la plantilla en Córdoba de la firma Konection Tours.
«Es duro, claro que sí, pero hay que hacerlo porque es nuestro trabajo. Cada uno tiene el suyo», comenta la cicerone en el espacio descubierto de la Mezquita-Catedral, donde le detalle en inglés el origen del monumento a un grupo de turistas estadounidenses. «Nos protegemos como podemos: llevamos gorras, abanicos y bebemos todo el agua que podemos, y aún así no se puede evitar que vayas chorreando», indica quien no varía su horario a cuenta del alza extremo de las temperaturas.
«El horario es el mismo en invierno que en verano», apostilla. La vida en el campo José Antonio Pérez pertenece a una familia que ha trabajado el campo desde siempre en Aguilar. Por eso saben que cuando las calores aprietan, como está pasando ahora, hay que tomar precauciones. Lo mejor, asegura José Antonio, es empezar la jornada bien temprano, cuando todavía es de noche.
Y así lo están haciendo estos días. Se deja la cama a las cinco de la mañana para estar en el tajo a eso de las cinco y media. De este modo antes de que salga el sol se ha cubierto buena parte de la tarea. Como él y su hermano están trabajando tierras de su propiedad no se rigen por un horario laboral preestablecido. A eso de las diez y media ponen punto y final a unas intensas horas de trabajo.
«Es fundamental llevar agua»
José Antonio Pérez
Trabajador del campo
Es fundamental ir bien pertrechado de agua. Al terminar tan pronto pueden desayunar una vez que llegan a su casa. Y es que este calor que supera los 40 grados puede provocar desvanecimientos. Por eso es muy importante no trabajar en el campo solo ya que otra persona puede ser de vital ayuda en una situación de emergencia. Y cuando se hace necesario contar con una cuadrilla para agilizar las labores también se les propone este madrugador horario.
Una propuesta que, según dice José Antonio, todo el mundo acepta para evitar el implacable sol del mediodía en pleno campo. De hecho, asegura, en la época de la vendimia son muchos los que salen a recoger la uva a las dos y las tres de la madrugada. Para desarrollar el trabajo en un horario tan inusual sin luz solar se ha extendido el uso de unos focos que van sostenidos en la frente y que sirven para iluminar el entorno del trabajador. Han llegado a convertirse en un instrumento más de trabajo, informa Jesús Prieto.
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