Festividad
El día que Sevilla quiso llevarse la imagen de San Rafael de Córdoba
En 1860 se propagó en la capital hispalense una epidemia de cólera y cundió la voz de que se iban a llevar de forma furtiva la imagen del arcángel de la iglesia del Juramento para que obrase un milagro
San Rafael Córdoba | Los triunfos, un monumento a la confianza en el Custodio en medio de la vida cotidiana
Imagen de San Rafael en la iglesia del Juramento
La devoción de los cordobeses por su ángel custodio se aprecia en los hitos que lo ensalzan como protector de la ciudad en cada rincón de la misma y en muchas casas, donde su figura está presente. También se aprecia en la ... gran cantidad de fieles que acuden a su iglesia, o que lo veneran en sus pasos procesionales. El vínculo de San Rafael con Córdoba es único y especial. Tanto que antaño llegó a rayar, en palabras de Ramírez de Arellano, el «fanatismo».
El fervor hacia el arcángel se fraguó en el siglo XVIII, con la construcción de la iglesia del Juramento sobre el solar de la casa del sacerdote Andrés de las Roelas, quien aseguró que la imagen de San Rafael se le apareció en 1578, cuando la peste arrasaba la provincia. Los donativos del pueblo sirvieron para erguir el templo, en cuyo interior se comenzó a venerar un San Rafael labrado en 1795 por Alonso Gómez de Sandoval. Hasta entonces, la imagen que se veneraba era la de piedra que se habría labrado en 1603, siendo colocada en la capilla de los mártires en la Iglesia de San Pedro.
Según testimonios de la época, se colocaron en el pecho de la imagen «en dobles cajas de plata y lata dos grandes partículas de los huesos de los Santos Mártires de Córdoba que se veneran en la iglesia del Señor San Pedro», recoge Francisco Solano Márquez en su «Córdoba insólita».
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En este mismo texto, y parafraseando a Ramírez de Arellano, Solano cuenta que la devoción de los cordobeses «es tan grande que a veces raya en el fanatismo», poniendo como ejemplo un episodio que dejó ver esa pasión absoluta del pueblo cordobés por su Custodio.
Sucedió en 1860, «cuando se declaró en Sevilla una epidemia de cólera y alguien cundió la voz de que furtivamente se la iban a llevar [la imagen de San Rafael]». Para evitarlo, «todas las noches se quedaban en la plazuela algunos vecinos del barrio de San Lorenzo, armados de gruesos palos, para oponerse a que tal cosa se hiciese».
La determinación de estos vecinos evitó cualquier sustracción de la adorada imagen, que siguió en El Juramento donde sigue desde entonces para seguir brindando su protección a su Córdoba.
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