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El norte del sur

Un Seat León en el Parque Figueroa

De la pistola que Anguita montó el 23-F a su economía doméstica y el sopor del amor burgués

Cordobeses aplauden al féretro de Julio Anguita a su llegada al Ayuntamiento VALERIO MERINO
Rafael Aguilar

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El tipo del concesionario me pasó una encuesta cuando me compré el coche va a hacer ahora quince años. «Indique ahí, por favor, por qué ha elegido este modelo. Tiene varias opciones: la relación calidad-precio, el estar fabricado íntegramente en España o ... una buena experiencia de sus familiares o amigos con la marca...», se extendió el vendedor. «Lo dejo en blanco si no le importa», contesté. No era el momento ni el sitio para marcar por escrito el motivo de mi decisión: me incliné por el Seat León desde primera hora porque ése era el coche que tenía Julio Anguita y cuyo asiento de copiloto yo había ocupado durante diez o quince minutos no hacía tanto tiempo. «Toma la dirección de su casa: llamas al telefonillo a las cuatro y media de mañana, él está avisado. Te vas con él al Parque Figueroa , adonde tiene que llevar a su hija a que dé clases de música. Entre el rato del trayecto y el café que os toméis esperando a la niña os da para que te cuente cómo vivió el golpe de estado del 23-F como alcalde de Córdoba hace veinte años». Las indicaciones las dio la periodista Teresa Muñiz , que en ese momento (invierno de 2001) trabajaba para Izquierda Unida . «Entonces... yo toco en el timbre y quien me abre es Julio Anguita, ¿eso es lo que me estás diciendo? Es muy fuerte, ¿no? ¿Y que luego me monte con él en su coche?». «Sí, justo eso. Y tú tranquilo que es un hombre encantador».

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