Pasar el rato
En el principio estaba ella
Isabel Ambrosio no es partidaria del gobierno del PP y Cs, cosa hasta cierto punto lógica
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Iniciar sesiónLas formas, insistamos en las formas . Hay que mantener las formas, también cuando son pocos los merecimientos del beneficiario. Nunca es tiempo perdido el que se emplea en tratar con respeto al discrepante y al concordante. En este periódico se cuidan las formas. ... El jueves pasado dedicó una página de la periodista Irene Contreras a la ex alcaldesa Ambrosio , con esplendorosa fotografía. La exalcaldesa resulta muy fotogénica, con un rostro de rasgos suaves y armoniosos, un poco redondeados, como de musa campesina para poetas clásicos. Si el Marqués de Santillana viviera, es muy probable que le dedicase una sentida serranilla: En tierra de Osio / non vi tal belleça / como la alcaldesa / Isabel Ambrosio.
Más allá del gozo de la forma, el fondo del asunto tiene poco interés. La protagonista se limita a poner de relieve que no es partidaria del cogobierno de PP y Ciudadanos . Como en el chiste del vasco lacónico al que le preguntan de qué habló el cura en la homilía: -Del pecado, pues. -¿Y qué dijo? -Que no es partidario. La ilustre política aprovecha para reclamar para su pasado gobierno los logros del actual. Todas las cosas las iniciaron los suyos, las dejaron encauzadas. Y considera «un insulto a la inteligencia» los méritos que se atribuyen los nuevos. Si los nuevos logran realizar sólo la tercera parte de lo que han prometido, habrán elevado el insulto a categoría artística. Insultar con hechos es la forma más refinada de la venganza política. El secreto del éxito está en terminar las cosas, no en empezarlas. Ella misma lamenta no haber podido terminar la carrera de Magisterio , que tiene empezada. No pretenderá que la acabe por ella el señor Bellido, para reprochárselo luego. Uno no tiene ahora mismo en su memoria histórica las obras políticas completas de la ex alcaldesa, pero supone que algo importante habrá hecho, además de iniciar tantas cosas.
Los socialistas modernos son buenos comenzadores . Empiezan bien y terminan mal. Tenemos el ejemplo del insustancial Rodríguez Zapatero, y en su momento asistiremos a la caída del gran Sánchez, hay que saber esperar. También Rajoy tenía un brillo socialista actualizado en su mirada miope, y acabó dejándose el bolso en el escaño. ¿Quién podría saber cómo era realmente Rajoy? Sánchez le ha traído a España el colchón de la Moncloa, el avión presidencial festivalero, la esposa africanista adosada al cargo y las encuestas de Tezanos, que son un resumen de todo lo anterior. Las cesiones al independentismo catalán no las inició él, y sería injusto atribuirle ese mérito. Pero lo está preparando todo para irse de mediador a la republiqueta cuando cese, como lo de Rodríguez Zapatero en Venezuela. Los dos pasarán a la historia por su capacidad para estropear lo que ya estaba mal.
Sánchez ha iniciado la exhumación de Franco , y se la vende al mundo como una gran victoria de la democracia. Esa gran victoria del gran demócrata Sánchez hubiera sido heroica y admirable en vida del General. Ahora no tiene mérito. Se le podría objetar lo que dijo el torero Rafael Gómez Ortega, el Gallo, a la máquina del tren que cobardeaba en Despeñaperros y se puso a soltar humo y bufidos al llegar a Madrid: «Esos cojones, en Despeñaperros». A estas alturas de su muerte, qué más le da al General lo que hagan con sus restos. A Franco muerto, gran lanzada, que tenía guardia mora.
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