Del Realejo a Regina, arquitectura y plantas como testigos de la historia de Córdoba

La ruta Regina-Realejo, o viceversa, es rica en esos lugares que parecen escondidos, y que sin embargo se desbordan. Ninguno lo es más que su centro geográfico: el suntuoso jardín de la plaza de las Tazas , que este año ha ganado el premio a la Planta Singular. Allí hay macetas y flores, pero sobre todo árboles, como el drago canario que han galardonado.

Todo está a lo grande en ese rincón del barrio de San Pedro que se alza como testigo del tiempo. Es el corazón de una ruta con muchos hitos. Antiguo también, y lleno de sabor en la arquitectura y en las columnas, es el de la calle Duque de la Victoria , mimado en su estructura antigua y en sus muchas especies de flores. No muy lejos, el de la calle Diego Méndez presume galerías antiguas , hijas de otra época.

El de la vecina calle Gutiérrez de los Ríos, bautizado como el patio de Almonas , es moderno, pero recoge la esencia de siempre con mucha exuberancia y su característico naranjo en espaldera. Es la columna vertebral de un camino que puede seguir hacia arriba, a la calle Pedro Fernández, en que hay un patio lleno de variedad vegetal y riqueza , que su dueña mima para que en otoño parezca primavera.

Hacia abajo, camino de San Lorenzo, está el de la calle Pedro Verdugo , recóndito y con sabor a tradición en la arquitectura y en las muchas plantas que colman su aparente pequeñez. Termina el camino en la calle Escañuela, donde se escuchan las campanas de la torre. Es uno de los patios mayores, presidido por el cárdeno de la buganvilla que quiere contar que este octubre también es de color.