La cera que arde
El pasado
Los aviones no aterrizan y los hoteles están haciendo cola para hacerlo, curiosamente
Aeropuerto de Córdoba
El señor Bellido no ha hecho más que sentarse en la mesa principal de su despacho en Capitulares , ha colocado un abrecartas junto a una foto de su señora e hijas, la bandeja de papeles varios, y ha abierto la ... carta de AENA . La diferencia entre un alcalde y nosotros, la ciudadanía, es que nuestro sobre es de Endesa y el de él, de más altos vuelos, lo que no quiere decir que la factura del sobre del cordobés de a pie no sea elevada. Pero no es lo mismo ver un montante de euros, siempre doloroso, por usar la vitrocerámica y el secador de pelo que por una pista aérea que además, nuestro alcalde ni ha pedido ni ha usado. 20 millones de euros , así, como de repente. El señor Bellido ejerce una flema muy británica y supongo que habrá depositado el abrecartas junto al marco, se habrá centrado las gafas, puede que haya exclamado algo como «¡pardiez!» y habrá puesto su cabeza a pensar en otros asuntos también relevantes, como el futuro de la ciudad detenida, que debe caminar más allá de Cruz Conde .
Yo pienso en mi madre leyendo la noticia y diciendo algo así como «a este muchacho no le van a dejar hacer nada». Porque 20 kilos son un contratiempo , sin duda. Además, todo hay que decirlo, nuestro alcalde despierta mucho cariño maternal. La trampa procede de los tiempos de Rosa Aguilar . Bellido tiene sobre su mesa un rosaaguilarismo, pues. Una Batalla de las Flores sin abonar, más o menos, pero mucho más que menos. Una ampliación de pista suele acarrear unos gastos más complicados que la factura de los encofradores de las parcelas adyacentes. El señor Nieto también se desayunó una mañana ese sapo, y trató de despacharlo de la mejor manera posible, que es confesando que su corporación estaba más tiesa que la cuenta de resultados de un autónomo del régimen general. Desconocemos si le funcionó a don José Antonio pero sí sabemos que a los autónomos no.
De hecho, un autónomo es como un alcalde que tiene que pagar una pista de aterrizaje donde no aterrizan aviones, pero todos los meses, lleguen o no lleguen ingresos. Nuestra solidaridad con el alcalde y con los autónomos, por supuesto. El tema es que, tras el paréntesis contemplativo del periodo isabelino capitular, el pasado regresa. Es como la escena donde el viejo Michael Corleone , en «El Padrino III» , se queja amargamente cuando, queriendo abandonar las actividades delictivas, se vuelve a ver envuelto en una guerra de familias: «Justo cuando pensaba que estaba fuera, vuelven a involucrarme» ( Al Pacino ). No estamos hablando en este caso de actividades delictivas, ni mucho menos, aunque podría contemplarse que fuera punible gastarse la pasta de los contribuyentes en aeropuertos sin aviones o estaciones AVE sin pasajeros. Es una idea loca que lanzo, por ser lunes.
Los aviones no aterrizan y los hoteles están haciendo cola para hacerlo, curiosamente. Esperando licencias y agilidad. Cerca de una docena. Ahí en la torre de control está Salva Fuentes , con sus banderitas y un pinganillo, preparado para permitir el tráfico. Otra cola procedente del pasado, que nos atrapa.
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