PUERTA GIRATORIA
Palabras demasiado viejas
Susana Díaz elige a Córdoba como atril de su soflama política horas después del primer viaje del Cercanías
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Iniciar sesiónEn Córdoba , la presidenta de la Junta de Andalucía ha pedido al gobierno central la rebaja del número de peonadas para cobrar el subsidio agrario, esta vez para los trabajadores agrarios afectados por las inundaciones de Sevilla y Málaga . Una ... reclamación trufada de electoralismo para retener en el contenedor de las palabras gastadas toda posibilidad de avance. La palabra peonada debería tener un cordón sanitario , de esos que extienden los asesores de imagen para ganar votos porque aborrecen sus connotaciones y no las imaginan como arma arrojadiza del contrario.
Si el lenguaje correcto en Andalucía obliga a profesores y funcionarios a expresarse en la dualidad del género , no entiendo como el jornal y la peonada no acaban transformados en una suerte de eufemismo que elimine el tabú del voto cautivo, la paga y la subvención . Algo debe tener el agua cuando la bendicen y estos sustantivos son talismanes a los que no renuncia el PSOE andaluz desde que Felipe González creara en 1986 el Plan de Empleo Rural . Ahora vuelve, aunque nunca se marchó, una suerte de paternalismo que renuncia a la sorpresa y se abastece de un discurso que no hace falta actualizar. Rebaja de las peonadas para que los jornaleros agrícolas cobren en subsidio y campaña electoral es una pareja de hecho que causa bochorno a muchos, a otros solo les cabe soportar que su subsistencia venga de la mano del conformismo y la ausencia de creatividad del gobierno perpetuo de Andalucía.
En caso de catástrofe natural , como la vivida por algunas personas en este octubre atípico, sospecho que la reducción de las peonadas para cobrar el subsidio no es más que la excusa del gobierno de Andalucía para recrear la escena que mejor domina: afianzar la clientela y jugar con la dignidad de muchos trabajadores que desearían escapar de los cálculos electoralistas. No se descubre nada si se recuerda el Plan de Fomento Agrario ha tenido desde sus inicios el mismo número de detractores que de defensores. Sigue siendo el reflejo de una sociedad que considera necesaria la ayuda al sector agrario y a la par reconoce en el subsidio un ahuyentador para el progreso real, una rémora más para las alas lastradas de la economía del campo, de la que todo parte y al que regresa solo lo que el mercado le quiere dar.
No hay cambio en el estilismo profundo de hacer política en el sur, no se atisba ni una sola expresión nueva para el legítimo juego democrático de encontrar argumentos audaces y comprometidos para conquistar votos. Todavía se sigue sosteniendo la oferta política en un pregonar las dádivas, en un interminable recuento de propinas y agasajos al electorado. Esta vez Susana Díaz ha elegido Córdoba como atril de su soflama, pocas horas después del primer viaje en cercanías de la alcaldesa de su partida como experiencia de progreso. Un anacronismo para la cavilación.
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