Opinión

El paseíllo del mundo taurino

Los taurinos salen a la calle a reivindicar su lugar como patrimonio cultural y plantar cara a quienes piden su desaparición

Medio millar de personas se manifiestan a favor de la Tauromaquia Valerio Merino

Nos están toreando señores, nos están toreando. Llevamos años soportando un cruel lance, el de los antitaurinos , que no respetan las tradiciones de nuestro país, contra uno de los sectores angulares de la cultura española, el mundo del toro . Desconocen ... que ese animal mítico ha ido pasando, de ser objeto de caza en el Paleolítico Final a convertirse en centro de un juego popular que ya practicaban en la Antigüedad Clásica las culturas mediterráneas. De una actividad física de enfrentamiento, donde el hombre pone a prueba su agilidad y astucia, ante el instinto bestial símbolo de la fuerza, bravura y agresividad, que representa al engendrador de vida y reencarnación de un dios.

El toro bravo formó parte de la cultura de nuestros antepasados los íberos, como lo demuestran la abundancia de cabezas y cuernos hallados en la Edad del Bronce, en un modelo religioso de culto típico de las culturas agrícolas y ganaderas.

El geógrafo e historiador Estrabón señala que en las llanuras del Guadalquivir, durante la cultura turdetana, heredera de la tartesia, abundaban las manadas de toros pertenecientes a Gerión, rey que basaba su economía en el comercio de pieles y cueros de los numerosos toros bravos que se extendían por sus posesiones.

Y Diodoro de Sicilia señala el carácter sagrado de los toros desde que Melkar o Hércules, fundador de Sevilla, en su décimo trabajo, robó los ganados de Gerión, a quien, sometió y enseñó a capturar y matar a las reses.

El combate ritual del rey sagrado con fieras forma parte de una corriente ritual de la coronación en Grecia, Asia Menor, Babilonia y Asiria, en la que cada animal representaba una estación del año.

De los cultos mitraicos de iniciación y los juegos cretenses, pasa a ser en Roma donde el culto al toro se transforma en celebración lúdica. En los anfiteatros se soltaban toros para luchar con panteras, leones y los bestiarios o taurarios, los primeros toreros de la historia, los cuales demostraban su valor. Y el emperador Julio César introdujo las fiestas de la Taurocatapsia , donde los hombres a caballo corrían detrás de los toros para fatigarlos y derribarlos.

Con toda esa densidad de historia y cultura a las espaldas, el sector del toro es un elemento económico de vital importancia para que no desaparezcan la raza del toro bravo, las dehesas donde se crían, y todo el trabajo de las personas que lo tienen como modo de vida.

Pero desde hace años se viene asediando al toreo , cuando simplemente se trata de libertad para ir o no a ver un espectáculo que está en la médula del hombre, en medir su virilidad en una suerte de arte que no es obligatorio, como tampoco lo es que te gusten otras tradiciones importadas que nos están imponiendo como propias.

Así el mundo taurino ha tenido que levantarse y hacer el paseíllo para reivindicar su lugar como patrimonio cultura l, que si no respetamos, terminará diluyéndose en una sociedad virtual donde se cambia la emoción vívida por matar a hombres en los juegos de la play, que por lo visto eso sí es cultura para nuestros hijos y no agresividad insana y unificada.

Defendamos lo que nos hace únicos señores, porque de ello vivimos y es lo que hace a España , esa Atlántida culta, que sobrevive desde tiempos ancestrales.

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