La multitud apura los últimos sorbos de la Feria de Córdoba

Las calles donde se abrían las casetas han actuado como surcos de un campo de cultivo y por allí han llegado ríos humanos que se han ido dispersando, la mayoría en las ordenadas oleadas que salían de los autobuses de Aucorsa , pero otros muchos caminando desde donde hubieran dejado el coche, y todos ellos expectantes a través de la portada.

Muchos han comido en la Feria, pero otros han optado por las primeras horas de la tarde , ya con el estómago lleno, para refugiarse en la penumbra primaveral de otras muchas sin mesas y con música que invitaba a bailar. Es un día con una temperatura agradable y no hay que buscar demasiado la sombra, y sí disfrutar. Las calles Guadalquivir y Enmedio estaban llenas de coches de caballos y aunque funcionaban los pulverizadores de agua se podía aguantar al sol.

Así ha evolucionado la tarde llena de mil colores , que dan los muchos trajes de flamenca que se han visto en el Arenal, y que han buscado pronto las casetas. Mayo no es un mes de anochecidas súbitas, mucho menos al final, así que muchos procurarán ver atardecer junto al Guadalquivir y seguir disfrutando de la fiesta, porque tardará un año en volver.