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Rafael Aguilar - El Norte del Sur

Mayo a full

No va a haber tregua, el calendario no da un respiro, los días y las noches se van a quedar cortos

Ambiente en el primer día de la edición de las Cruces de Córdoba de 2018 VALERIO MERINO
Rafael Aguilar

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Abróchense los cinturones que esto empieza . No va a haber tregua , el calendario no va a dar respiro, los días se van a hacer cortos , no van a tener suficientes horas las noches, la ciudad se ... va a quedar pequeña, Córdoba no va a caber en sí. Mayo de nuevo . Lo mejor y lo peor de nosotros está a punto de empezar a desfilar por la calle. En la callejuela estrecha que comunica la plaza de la Compañía con Jesús y María los vecinos ya se temen lo peor: alguno de ellos ha sacado mañeras de grafitero y ha pintado en un muro blanco una leyenda que es un aviso a navegantes, un lamento sordo del padecimiento que está por llegar, o que está ya aquí. «Cruces de Mayo: la Cruz del alcohol», se queja el escrito . Ahí no hay nada que hacer, eso no tiene remedio desde hace tiempo: el Ayuntamiento se tapa la nariz y comulga con ruedas de molino con tal de mantener una cierta paz social, de no cabrear a nadie más de la cuenta. Así que esto es lo que tenemos desde ayer por la noche : a cientos o miles de ciudadanos aguantando hasta las tantas el Sarandonga con los decibelios filtrándose hasta las alcobas mientras la tropa joven y no tan joven deja el casco histórico hecho un muladar . El paisaje después de la batalla es desolador: por muchos retretes públicos que instale la autoridad municipal la calle Moriscos, por citar un ejemplo, huele a lo que huele cada amanecida. Sálvese quien pueda: los prófugos del primer episodio del mes de Mayo van a más ; familias que desertan por unos días de la ciudad porque no pueden entrar en sus cocheras, o al menos no siempre que quieran y con las facilidades que se merecen y que se ganan con los impuestos que pagan. La guerra el botellón, eficaz cierto es en los últimos años, ha provocado que la misma Cruz sea un remedo de botellón. Y en esas estamos: que se lo pregunten a los vecinos de Santa Marina, o a su párroco.

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