Vulgaridad bien pagada

Por sus diversas ignorancias percibirá del entretenimiento nacional unas siete veces el salario mínimo . A lo que hay que añadir complementos televisivos, como Paquirrín y Pablo Iglesias. Ha combatido en la lucha de clases con ferocidad talibana. Y ha vencido. Ya no tiene que preocuparse de la subida del salario mínimo . En Andalucía resulta hoy superflua, incluso como feminista. Antes también era prescindible, pero lo disimulaba representando un papel para el que no tiene preparación: presidenta de la Junta. En el Senado presidirá la Comisión de Industria ; a ella, ¿ qué más le da una presidencia que otra ? Y al Senado también. Susana Díaz siempre se ha tomado en serio a sí misma. En eso consiste el patetismo. Se ríe, pero no tiene sentido del humor, que es una cualidad de la inteligencia. Entonces, ¿de qué se ríe?

Habla como si voceara con enojo boquerones en el muelle. No se le conoce una frase ingeniosa, ni una idea peligrosa, inquietante, al menos. La estructura lingüística de su mente es plana , falta de color y de sintaxis. Hubo un tiempo de gloria chulapona en que se creyó Sultana Díaz , la novia de Andalucía, como dice de Córdoba Ramón Medina, en su Serenata a la Mezquita. De Córdoba, con sobrado merecimiento y música, «la flor más lozana del suelo andaluz». La plaza está ocupada. Ahora tendrá que conformarse con ser el relleno cultural adiposo de tertulias televisivas , confiando en que periodistas poco exigentes destaquen sonidos suyos por los que antiguamente hubiera suspendido el ingreso de bachillerato. Se dice que los políticos están mal pagados en España . Sí, pero únicamente los buenos , los que sirven para algo y hacen cosas que ayudan a vivir a los demás. La mayoría cobra muy por encima de lo que hace, con el pretexto de que hay que llenar el local con militantes obedientes. Probablemente bastaría con 100 diputados y 6 ministros. Como sabemos por la doctrina del maestro Sánchez, democracia es el gobierno del pueblo por una parte del pueblo y para una parte del pueblo. Todo se hace, pues, en el nombre del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, como explicaba Abraham Lincoln en su oración fúnebre de Gettysburg. De ese modo tradicional justificó nuestro doctor por la cafetería de la Universidad sus dos estados de alarma inconstitucionales. En el nombre del pueblo , Susana Díaz acabará pidiendo aumento del salario máximo .