Puerta giratoria
El frenesí
En estos tiempos, es mejor ser consciente de la realidad de nuestros límites
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEn el cambio de dígito anual se desata el frenesí. Llega el final del año como una apoteosis de la vida que finalmente no se detiene y corre hacia el nuevo año, en la última pulsión de la aguja del reloj. Cuando todo indica que ... el abismo ante el tiempo nuevo convertirá las reuniones de Nochevieja en una suerte de carnaval, porque es mucho lo que se nos avecina, comienza el cronómetro a depararnos los reajustes para el alivio: hemos superado 2018.
El tiempo no se detiene, pero nosotros nos pudimos zafar del año viejo y eso nos pone en un estado de euforia que tiene que ver con el misterio al que nos enfrentamos. Cada nochevieja conserva el nerviosismo de infantil por no entender cómo con las mismas alegrías y miserias de un rato antes, nos situamos en un año posterior al vivido, y quizás por unas horas no tenemos pasado, somos nuevos para el tiempo nuevo.
Es la posibilidad de un cambio , de una mejora o de establecer por muchos años lo que tenemos, lo que provoca ese arrebato de alegría. Para los que ya cuentan tacos de calendario esta inversión de energía para demostrar tanta felicidad resulta agotador, conocen bien que los buenos deseos y los propósitos de cambio combinan mal con la inercia, la manera de vivir que nos ancla y se resiste a la transformación.
Con su oferta de nuevos propósitos de austeridad, la nochevieja llega para despertarse del exceso y comenzar a pensar en cómo invertir nuestro tiempo sin la amenaza de una agenda de ocio de estos días. Cada inicio de año trae una parte de ilusión y otra de descanso , ahora sí, más cercano y ofrecido a un listado de propósitos ordenados por orden de prioridad. Todos juntos, celebramos la sucesión del año con tal ruido y exceso que comprobar el cierre del telón nos anima a una última noche de dispendio, para luego replegar velas y cobijarnos en la rutina.
En el inevitable balance de final de año, no solemos enjuiciar nuestros límites y casi siempre, con una actitud selectiva, consideramos nuestros logros con algo de soberbia. Al cruzar el año, no está de más dividir lo malo de lo bueno, aunque la necesidad de cambio fenece en la primera quincena de enero y nos deja, desprovistos ya del frenesí de la nochevieja, expuestos a cuanto estamos dispuestos hacer por nosotros y los nuestros. No somos nadie sin proclamar nuestra intención de cambio, sin compartirlo y conseguir la aprobación de los que nos rodean.
El ímpetu de nuestra propuesta de cambio debe servir para reforzar la fidelidad a la hoja de ruta que nos hemos marcado para 2019, pero, por si acaso, aún estamos a tiempo de hacerlo en voz baja. En tiempo de buenos deseos, es mejor el realismo de nuestros límites sin perder de vista la esperanza.
Noticias relacionadas
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete