Crónicas de Pegoland
Sor Femen
«Clausura, feminismo radical», un libro que hoy ve la luz
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Iniciar sesiónTengo la sana costumbre de no leer los libros que escriben los colegas o, al menos, de no reconocerlo en público. Prefiero perderme un rato bueno de lectura a decir una verdad amarga y tener un número menos en el móvil. Las testigas, como decía ... Chus Lampreave en «Mujeres al borde de un ataque de nervios», nunca mentimos. Tan solo recuerdo haber hecho una excepción con «Las afueras», de García Casado , esa maravilla escrita cuando en Córdoba había tantos poetas como grupos de flamenquito pop o puestos de caracoles. Pablo es del Real Madrid, lo que anima a contar con armas arrojadizas cuando suceden las controversias. En su caso, el veto no cuenta.
Viene este introito a cuenta de que un amigo, Rafael Aguilar, presenta hoy en Viana su segunda obra, «Clausura, feminismo radical» (Freshbooks) que es la evolución lógica de un gran reportaje que se quedó pequeño. Al Aguilar, que se pasó al lado oscuro del Gobierno del cambio en breves fechas, lo mandamos a entrevistar monjas en cenobios de clausura de Córdoba, cosa que tuvo amplio eco de crítica y público cuando aún se dedicaba a las cosas terrenales. El reportero que llevaba dentro, un Talese de escritura fina pero que no se inventa las cosas, amplió por su cuenta el trabajo de campo llegando a conventos de media España con el objetivo de pegar la oreja al torno y escuchar los recuerdos de unas mujeres que son fin de raza. Esa es la temática del libro, una crónica de largo aliento que está basada en las dos reglas del oficio dictadas por Chaves Nogales , andar y contar.
Cuando el Aguilar me enseñó las pruebas de imprenta de la portada, lo del «feminismo radical» me hizo temer por su salud. No están las cosas para hacer determinadas bromas sobre los asuntos que ustedes se imaginan . Pero la imagen no van tan alejada, si lo miran desde cierto punto de vista. Sororidad es la palabra de moda entre el movimiento feminista, que significa tratarse como cuates. Su raíz es «sor», una forma peculiarmente ibérica del «soeur» francés que, a su vez, viene del latín «soror». Significa «hermana» o «aliada». La clausura es, en cierta medida, la sororidad extrema hasta el punto de poner la propia vida —hasta el momento de la muerte— en manos de una comunidad de mujeres encerradas por voluntad propia entre las paredes de un convento. La alianza inevitable, la reclusión ejercida por propia mano.
No soy nadie para invitarles a la presentación del libro pero sí creo poder asegurar que, si lo compran y lo leen, van a echar un buen ratito. El Aguilar escribe como los ángeles y no es de la estirpe de los modernos que son niña en el bautizo y novia en la boda cada vez que se ponen a teclear . Deja que las historias tengan vida y aliento propio desde el convencimiento de que todo el mundo tiene derecho a ser escuchado. Hasta las mujeres que decidieron que su voz quedaría ronca tras la reja de un cenobio.
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