Doña Sofía reina en los Averroes
POR RAFAEL A. AGUILAR
CÓRDOBA. «Les invito a que sigan perseverando, con ilusión y esperanza, en tan noble y generosa tarea, que supone un orgullo para Córdoba y para España». La Reina Doña Sofía animó ayer con estas palabras a los galardonados en los XXXV ... Premios Averroes de Oro Ciudad de Córdoba 2008 a mantener el espíritu por el que han merecido la distinción. Y lo hizo en el acto de entrega que se celebró anoche en el Gran Teatro, al que Su Majestad llegó poco después de las siete de la tarde en medio de afectuosas muestras de cariño de centenares de cordobeses que acudieron a saludarla. También asistieron el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, y el consejero de Vivienda y Ordenación de Territorio de la Junta de Andalucía, Juan Espadas.
La Reina, que por la mañana había estado en Rute donde bautizó a un burro, fue la protagonista del evento no sólo porque lo presidiera, sino porque también fue una de las personas premiadas por la Asociación Profesional de Informadores Técnicos Sanitarios y el Círculo Cultural Averroes. A Doña Sofía le correspondió el galardón extraordinario a la Concordia. El resto de los reconocimientos recayeron en Médicos Sin Fronteras (a la Solidaridad), al doctor Ángel Salvatierra (Ciencias Médicas), al tenor Pedro Lavirgen (Bellas Artes) y las hermanas hospitalarias franciscanas de Jesús Nazareno (Valores Humanos).
«Es para mí una gran satisfacción volver una vez más a esta milenaria y tan querida ciudad», señaló la esposa del Rey Don Juan Carlos cuando dio las gracias por el galardón que le habían concedido. «Me siento especialmente honrada al recibir el Premio de la Concordia, pues me identifico plenamente con sus nobles objetivos de fomento de la solidaridad entre los pueblos y de ayuda a los más necesitados», añadió.
Doña Sofía citó a Averroes, que da nombre a los galardones, e indicó que «abarcó todos los campos del saber: filosofía, teología, derecho, matemáticas, medicina». Al tiempo, se felicitó de que la citada figura histórica tenga «dignos sucesores que, como él, buscan la verdad y el conocimiento en beneficio de la humanidad».
La Reina le entregó el premio al resto de los distinguidos, quienes «gozan de una misma virtud», según defendió el presidente del Círculo Cultural Averroes, Antonio Campos. Esta virtud es «la que engloba valores espirituales, intelectuales, artísticos y morales, los mismos que le han dado forma y vida a su obra y que ya forman parte del patrimonio científico, cultural y humano de Córdoba y de España».
Campos elogió también el acierto del jurado a la hora de elegir a quienes se han alzado este año con los Averroes de Oro. El cardiólogo Manuel Concha ha sido su presidente, y entre sus miembros se cuentan el director de ABC Córdoba, Fernando del Valle Lorenci, y el rector de la Universidad de Córdoba (UCO), José Manuel Roldán Nogueras.
El agradecimiento de las personas y colectivos que merecieron los reconocimientos fue emotivo. Destacó el de Pedro Lavirgen, que se lo dedicó a su hermano Antonio Luis, fallecido hace dos días, y a su esposa Paquita, «que ha sido y es el mejor de mis apoyos». El tenor recordó al cura de su Bujalance natal cuando él era niño y que dirigía el coro parroquial en el que él se inició.
Ana Copado, que recogió el galardón en representación de las hermanas de Jesús Nazareno, citó al Padre Cristóbal, y reiteró que las religiosas «experimentamos la cercanía de Dios y con ello contribuimos a la construcción de un mundo mejor».
Por su parte, el médico Ángel Salvatierra, que fue uno iniciadores del trasplante pulmonar infantil en España, aludió al «espíritu del Reina Sofía», en referencia al centro sanitario que lleva el nombre de quien presidió el acto de ayer. «La ciencia tiene una misión sublime», agregó.
La representante de Médicos Sin Fronteras, Paula Fari, agradeció que actos como el de ayer ayuden a que las «crisis invisibles» en el mundo salgan a la luz pública. El evento, a cuyo término Bodegas Campos sirvió un cóctel, finalizó con un aplauso cerrado de los asistentes a la Reina Doña Sofía. Permaneció en el Gran Teatro su gesto siempre amable, siempre de concordia.
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