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Francisco J. Poyato - PRETÉRITO IMPERFECTO

Charnegos

Hoy me acuerdo de ellos, muchos con el alma y la familia partida y que no quieren renunciar a lo que son y sienten

Noche plácida en el Bajo Ampurdán . Masía aislada. Ambiente rural y doméstico. Vergel de huerta, aire limpio. Buenas viandas. Pero las palabras se orillan en una conversación retenida, aunque cortés, si bien estancada en dos idiomas sin mucha intención de mestizaje ... o entendimiento. Verbo coartado. De repente irrumpe la chispa y el ingenio. El duende grácil y mohoso, que no la guasa. Sobre la alargada mesa rupestre un individuo que frisa los 55 años eleva el tono para contar un chiste sobre las «miserias» y la parquedad del andaluz tontorrón y vago, con la enorme pirueta de obviar el origen de quienes asisten como invitados y el suyo propio. Borrando -de eso da pleno testimonio su hazaña- en unos segundos la estela de su familia emigrante que le dio la oportunidad de estar donde aposentaba en ese justo momento su sesera hueca, su elevada bajeza moral y su servilismo a la causa. Las carcajadas histriónicas de aquel charnego al acabar el chascarrillo se toparon con un rudo muro de silencio sepulcral que apuntó en la dirección donde escuchábamos atónitos. No sin antes advertir que mi hijo, algo circunspecto, había dejado de jugar al balón en una maravillosa pradera porque su compañero de pataleo, de la misma edad, enrolados por las hilosas ramas de una misma genealogía, «no le entendía» en pleno juego.

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