Atraer turismo, no espantarlo

El alcalde Antonio Cruz Conde restauró lo que quedaba de las murallas, el Alcázar y la Torre de la Calahorra y creó las principales callejas cordobesas , logró que se alzaran infraestructuras hoteleras como el Parador y el Hotel Palace y vendió por primera vez la oferta turística de nuestra ciudad fuera de ella . Su sucesor, Guzmán Reina, embelleció Córdoba con estatuas de ilustres personajes cordobeses , siguió con la difusión de nuestros atractivos y fomentó la creación de una escuela privada de Turismo , que luego se uniría a la oficial, aún existente.Entonces se pensó, con acierto, que el turismo era una fuente de ingresos para Córdoba y un escaparate de nuestra ciudad hacia el exterior. Al turista había que atraerlo y, estando aquí, mimarlo y atenderlo bien . Hoy parece que, de entrada, el turista es un tipo sospechoso, que viene a molestar, a perturbar la paz cordobesa y al que hay que cobrarle un peaje de entrada , más o menos como en las fotos antiguas del siglo XIX se veía que se hacía en la Puerta del Puente.

Ideas decimonónicas para el siglo XXI . La idea de la tasa turística no es original de nuestra ciudad. Baleares la cobró durante un tiempo y ha vuelto a hacerlo. Y la Generalitat catalana la lleva imponiendo desde hace años. Cuando vas a abonar el hotel, tras esa pregunta que a mí me recuerda siempre a los confesionarios: «¿Ha consumido algo del minibar?» , te pasan la factura de tu estancia. En ella, además del buen pellizco de la habitación, aparece la suma por el concepto de tasa turística. La primera vez que lo sufrí no daba crédito, pero lo pagué con la obediencia debida, incluido el propósito decidido de no volver más. Lo mismo les podría ocurrir a los turistas que vengan a Córdoba próximamente. Las competencias para imponer este impuesto al turismo las comparten el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía. Y por el bien y el futuro de Córdoba no vale ponerse de perfil.

Tres poderosas razones se alzan contra él. Primera. Desde hace 60 años el turismo es una de las patas principales de la economía cordobesa . Como tal, las administraciones deben impulsarlo y dar todas las facilidades posibles, a los que nos visitan y a quienes van a estar en la primera línea de atención y servicio a ellos. Segunda. Esta tasa responde a criterios políticos de izquierda y a la presión de organizaciones vecinales , autoproclamadas en Córdoba representantes de la sociedad y deseosas de imponer su modelo controlado de ciudad. Es un error caer en la disyuntiva que gustan de plantear: ocio o vecinos.

Tercera. El impuesto turístico grabará a los negocios legales que deberán cobrarlo y contra los que dirigirá sus críticas el turista de calidad . Los negocios irregulares ignorarán esa tasa y, por tanto, no servirá para la lucha contra el fraude . Con razón, las asociaciones de empresarios se muestran radicalmente en su contra.Frente a quienes se sienten dueños de Córdoba y, con cortas miras, ven el turismo como un inconveniente y exigen gravar las pernoctaciones en hoteles y viviendas turísticas y hasta cobrar a los autocares por aparcar en el Arenal o la Avenida del Alcázar, estamos los que creemos en la grandeza de Córdoba y que esta necesita al turismo, aumentarlo y fidelizarlo, con calidad y buenos servicios. En la mayoría de las ciudades esta tasa no se cobra. No hagamos aquí el tonto .