La Graílla
El voto identitario
Antes que defender un programa, ser de izquierdas o derechas es a veces una adscripción inamovible y de clase
Luis Miranda: Inexplicarse
Si hay tantos que entienden la política como una pasión, y no son sólo los que viven de ella, es porque entienden que su opción y postura en el diagrama son parte de su identidad, como pertenecer a un equipo de fútbol o ... emocionarse con un cantante. Ser de izquierdas o de derechas, antes que defender un programa o la construcción de un modelo de sociedad mediante medidas concretas, es más bien una adscripción inamovible que no se podrá cambiar sin miedo a la traición a uno mismo y a la que se llega por cuna, biografía o por una conciencia de lo que uno es.
Hace días que le doy vueltas después de haber visto varios memes en Túiter que explican que votar al PSOE o a Sumar se tiene que deducir de la vida diaria. Si uno tiene el suelo de terrazo y no de mármol y las paredes pintadas con gotelé, entonces es un rojo aunque no lo sepa.
Si tiene la costumbre de volcar el líquido para lavar los platos con la idea de aprovecharlo hasta el final y aún así vota al PP o a Vox, es que es un 'fachapobre', un ignorante que no tiene para un friegaplatos moderno, ahorra el Fairy y encima vota a quienes representan los intereses de los ricos.
Muchos de los que van a las urnas, aunque tengan sueldos aceptables y viven en buenos lugares, y ahí están las gentes de la cultura, dicen elegir pensando en amigos que alcanzan el fin de mes el día 7 y necesitan una hora para llegar desde su piso de alquiler hasta el lugar en que trabajan muchas horas.
El voto de clase significa que hay que votar por lo que se es, pobre o acomodado, tieso o rico, y en el fondo se hace con la resignación de que no se dejará de serlo. Córdoba tiene tres de los quince barrios más pobres de España desde hace muchos años y según esta lógica los que vivan en ellos, o en aquellos que levantaron un poco la cabeza y ahora son humildes, tendrían que votar a la izquierda para que lo solucione.
Nadie tiene memoria para recordar que desde 1978 la ciudad ha vivido 26 años con Gobiernos centrales socialistas, 37 con el mismo PSOE en la Junta de Andalucía, veinte con Izquierda Unida gobernando el Ayuntamiento en solitario y doce con cogobiernos progresistas. Ni el Sector Sur se ha vuelto próspero ni Las Palmeras ha mejorado ni tampoco se ha puesto a cavar a nadie por vivir en un chalé en el Brillante y conducir un coche de buena marca que siempre es nuevo.
También a la inversa: hubo doce años de alcaldes del PP y quedan otros cuatro y no parece que haya un número astronómico de cordobeses que se hagan emprendedores ni dejen de depender de oposiciones y bolsas de trabajo de Sadeco, aunque se bajen impuestos.
El que mañana se acueste demasiado frustrado o exageradamente feliz sólo tendrá razón si piensa que perderá o se beneficiará de la nueva coyuntura. Los más sensatos, prefieran lo que prefieran, sabrán que su vida depende de ellos mismos y de lo que les dejen y hasta alguno habrá votado pensando en lo que quiere intentar ser y no en lo que no puede dejar de ser.
Ver comentarios