La Virgen del Tránsito, el camino de San Basilio al cielo de Córdoba

Primero la imagen discurrió por su barrio del Alcázar Viejo, por sus típicas calles, y después pasó a los pies del Triunfo de San Rafael y por el entorno de la Mezquita-Catedral, repletos ambos de público.

Tradición pura y encanto desprendió esta procesión de la tarde del 15 de agosto en medio del calor propio de este tiempo. Las dulces marchas interpretadas por la banda de música Tubamirum fueron la transición entre la vida y el paso a la gloria de la madre de Dios.

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La Virgen de Acá, que personifica una de las devociones populares de gloria más enraizadas en la ciudad, iba dejando su iglesia de San Basilio, a ritmo rápido, mecida con la mirada de sus vecinos en los balcones y el acompañamiento de los integrantes de su hermandad. La marcha para la salida fue 'Mi Esperanza'.

Colgaduras en azul celeste rezaban «Seno de pureza» y «Camino de mi vida». Buscaba el arco de Caballerizas Reales, en una zona donde había turistas cenando, y seguía junto al Alcázar, en un itinerario en el que se sucedieron las fotos de postal. El momento de la dormición es el que inmortaliza esta hermosa imagen de la Virgen de Acá dispuesta en su urna dorada.

Virgen de Acá. Así la llamaron y la llaman los vecinos de San Basilio, en clara intención de distinguirla de la Virgen de los Faroles y de la de la iglesia conventual de San Agustín.

De Acá, la que está bien cerca de los que le regalan oraciones diarias en su templo y de los que le ofrendan flores en mayo, cuando su barrio estalla en gitanillas y alboroto de gente que es bienvenida en cada uno de sus patios.

De Acá, muy próxima al corazón en las tribulaciones de la enfermedad y las dificultades. De Acá también era para los que estaban haciendo turismo y se encontraron con este regalo inesperado, y la inmortalizaron para siempre en sus móviles con la intención de no borrarla nunca.

Siempre delicada, con las manos unidas, rezumó amor y ternura en medio del agosto cordobés. Fue oasis de fe en el desierto de agosto, una procesión que hechizó a niños y mayores, con su omnipresente aroma a nardos. Los llevaba en las esquinas junto con claveles blancos y en el friso superior, claveles rosa pálido.

El cortejo llevó representación de su vecina hermandad de Pasión, de la Sagrada Cena y de las de Fátima, Linares, Socorro, Carmen de Puerta Nueva y Carmen de San Cayetano. La presidenta de la Agrupación, Olga Caballero, también participó.

El mástil del estandarte de la hermandad del Tránsito lució de estreno el nuevo remate creado por el orfebre cordobés Manuel Valera. De rica factura y simbología, representa el Arca de la Alianza y fue bendecido por la mañana en la fiesta de regla.

Muy meritorio fue el trabajo de los hombres que fueron una vez más los pies de la Virgen del Tránsito en una tarde dura de calor, guiados por el capataz José Alberto Roldán. Sobreponiéndose a los rigores del mercurio, al igual que los músicos de Cañete de las Torres para dar lo mejor de cada uno. 'Coronación de la Macarena' y 'Como Tú ninguna' no faltaron en el repertorio.

Como siempre, uno de los instantes más imponentes y de mayor recogimiento resultó el del interior de la Catedral durante la estación ante el Santísimo. La Virgen yacente conmovió más que nunca a sus devotos.

Su hechura, situada en el siglo XVIII, se asocia con el círculo artístico de Alonso Gómez de Sandoval. Ella volvió a mostrar su suavidad y delicadeza desde la corona, puesta sobre su cabellera natural y la mantilla, hasta los refinados pies.

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La Virgen fue restaurada hace tan sólo una década, de manos de Antonio Bernal, por lo que sigue luciendo en óptimas condiciones. Y la urna también se mostró resplandeciente, pues en 2021 el taller de Enrique Castellanos recuperó todo el dorado que había perdido en los últimos años.

Todo su brillo lució este día de la Asunción con la fuerza de su talla barroca, junto con la policromía de las flores y elementos vegetales que adornan la urna.

Plasticidad insuperable la de la Virgen dormida bajo el bosque de arcos. A la vuelta, desandando los pasos de la ida, la noche caía para ser el escenario ideal de esta feliz escena.