Primer viernes de marzo en Córdoba, cultos de un día con nombre en la cuenta atrás

Los que esperan la fiesta sabe que cuando se dobla el cabo de febrero hay que mirar el almanaque y pensar en que hay un viernes en que no se necesitan convocatorias ni avisos: mucha gente sabe lo que tiene que hacer y los lugares a los que tiene que ir.

Con luz que anuncia primavera, cielo bajo y aire gélido, Córdoba se ha despertado en primer viernes de marzo y los que sueñan con la Semana Santa y los que sólo rezan, los que siguen hasta los ensayos de costaleros y los que ven a hermandades escogidas, salen a la calle y buscan esos cultos que parecen cambiar el tiempo.

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Álvaro Carmona

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Y han empezado muchos por los Padres de Gracia. No es un viernes como los demás viernes, ni siquiera como todos los años. El Señor Rescatadotodavía no ha recuperado el besapiés, pero sí comparece en veneración y este año está en el altar mayor, y no en su capilla.

Los que llenan la iglesia se sientan y rezan y encuentran a Jesús sobre la peana del antiguo paso de Castillo Ariza, con túnica corta bordada. Tras Él está la Virgen de la Amargura en el altar del quinario que se ha celebrado en esta semana.

Mira el Señor hacia abajo y quienes le rezan le encuentran la mirada abatida y otros se fijan en las manos. Fuertes, llenas de vida y mansas, sin embargo, limpias de la última restauración. Los devotos que otros años (2019, el último) besaban los pies ahora llegan, se sientan y rezan.

Es un día de oraciones y también de disfrute de la ciudad antigua. Por las calles de los Frailes y de Jesús del Calvario se llega a San Lorenzo y allí la Cuaresma es de reflexión y de símbolos. Para besar el pie del Cristo del Remedio de Ánimas hay que pasar por una puerta estrecha, según las mismas enseñanzas de Jesús.

Es la puerta del paraíso, lo que es necesario hacer para la salvación. En ese ambiente oscuro e íntimo está el Cristo, con la calavera y flores moradas a los pies, y al salir, hay que fijarse en la portada llena de símbolos que sostienen los ángeles del paso.

En el montaje tienen importancia los espejos, según una frase del Eclesiastés: «La verdad te dirá en qué espejo reflejarte». Y hay dos: el del pecado y el de la virtud, cada uno con sus símbolos asociados. La puerta estrecha que conduce al Crucificado es la que evita el mal reflejo.

Y eso han hecho muchos. Subir los escalones, rezar un momento, besar el pie, mirar el rostro sereno y marcharse pensando en lo que han visto y en lo que se promete en la tiniebla que ayuda a la reflexión.

Muy cerca, en María Auxiliadora, está en besamanos Nuestro Padre Jesús, Divino Salvador, en su Prendimiento. Ha bajado de su altar de quinario y está al pie del altar y por allí pasan los alumnos del colegio salesiano y muchos de los que hacen el camino de esta Cuaresma.

Incluso las futuras cofradías se suman. El Señor de la Salud en el Beso de Judas está en besapiés este primer viernes de marzo en la iglesia del Carmen de Puerta Nueva.

Si se va por la mañana, quizá el cielo recuerde a un Domingo de Ramos temprano. Si es por la tarde, a una cofradía camino de la carrera oficial en una tarde que no querrá terminarse. Es primer viernes de marzo y aunque falte un día menos es también un día de acento propio.