Semana Santa Córdoba 2023: los mejores sitios para disfrutar del Jueves Santo y la Madrugada

Jesús Nazareno deslumbra cuando se le contempla por la parroquia de San Andrés, al filo de las seis de la tarde, pero también es obligado intentar encontrarse con Él de noche, un poco antes de su entrada en la iglesia hospital a la que da nombre, cuando haya un ambiente de más silencio y recogimiento. La serenidad de este nazareno no deja impasible desde el primer minuto.

El paso del Señor estrena este año los faroles, realizados por Manuel Valverde Serrano siguiendo el proyecto que dejó Andrés Valverde en los años 90. Pero hay más: hay que guardar tiempo de atención para la belleza de María Santísima Nazarena, una joya del siglo XVIII de grandes ojos y rostro inmaculado.

La hermandad de la Caridad tiene la suerte de caminar por un recorrido absolutamente monumental. Lo mejor puede ser en la calle San Fernando a la ida, pero también la plaza del Potro, cuando ya va enfilando la carrera oficial.

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La cofradía de Jesús Caído tiene, desde primera hora, un lugar incomparable para lucirse. La Cuesta de San Cayetano, por la que desciende en los primeros compases de su estación de penitencia, es un paisaje clásico para la Semana Santa, y con ella el tránsito por la calle Mayor de Santa Marina hasta la iglesia del mismo nombre.

Y también hay que mencionar el regreso del Caído y la Virgen del Mayor Dolor en su Soledad con el aroma a azahar en la calle San Fernando, ya de noche.

La hermandad de la Sagrada Cena se disfruta mucho en sus calles de Poniente, cuando el sol aprieta en lo alto del cielo y todo es color en su cortejo: el dorado del paso del Señor, las vestimentas de las imágenes del misterio, el verde palio de la Virgen, y lo pinturero de sus cubrerrostros: granates los del Señor y verdes los de la Esperanza.

También resulta agradable admirarla por Fleming y los jardines de Vallellano a la vuelta, ya de madrugada. El palio de la Esperanza del Valle estrena un templete con la Purísima Concepción en el callejón central de la candelería, realizado por Jesús Amaro.

La hermandad de las Angustias tiene gran parte del recorrido marcadamente monumental. La plaza de San Agustín acapara multitudes para recibirla a la salida.

Puede ser buena idea esperar a ver esta piedad en la calle que recuerda al imaginero cordobés que la creó, en la calle Escultor Juan de Mesa, y en San Pedro, junto al monumento.

De vuelta, Juan Rufo es una calle preciosa, con mucha intimidad. Y qué decir de la Fuenseca, un espacio tan eminentemente cordobés.

Los brazos eternos del Cristo de Gracia abrazando y redimiendo al mundo no dejan indiferente a nadie en ningún punto del recorrido, pero se puede buscar en la salida de Padres de Gracia y por María Auxiliadora hacia San Lorenzo. Después, sin duda, por la Real Iglesia de San Pablo cuando va de regreso.

Entrada ya la Madrugada, en la transición del Jueves al Viernes Santo, la hermandad de la Buena Muerte a la ida puede verse por San Felipe hacia la Trinidad.

En el itinerario de regreso mejor admirarla en el silencio y la estrechez de Deanes y Conde y Luque hasta donde se quiera. Hay poco público, pero siempre se trata de espectadores y devotos que mantienen un comportamiento exquisito. El Cristo irá sólo mecido por los golpes de los flecos de la Reina de los Mártires en los varales del palio.

Además, el Jueves Santo abren once patios entre las ocho de la tarde y las doce de la noche. El objetivo es recuperar la antigua tradición de los altares domésticos, con dulces típicos y cante de saetas en estos rincones.

En concreto, se trata de los de las calles Aceite, 8; Pedro Verdugo, 8; plaza de San Rafael, 7; Pozanco, 6; Mariano Amaya, 4; Zarco, 13; Zarco, 15; Pastora, 2; Guzmanas, 7; San Juan de Palomares, 11; y el de Cáritas de la parroquia del Sagrario.