Pasión en Córdoba
Flores, besos y peticiones, la piedad popular visita el martes y 13 a la Virgen de los Remedios de Córdoba
El pueblo acude en masa y sin más convocatoria que el calendario para renovar la costumbre en la parroquia de San Lorenzo
San Lorenzo en Córdoba, la bisagra de devoción de un templo y su barrio

Nada más que con la certeza de que es martes y 13 porque lo dicta el calendario y con las particulares motivaciones de la piedad popular, varios cientos de personas visitan este día a la Virgen de los Remedios.
La parroquia de San Lorenzo es un hervidero de devotos desde las ocho de la mañana hasta la noche de manera ininterrumpida, con una larga fila de devotos que aguardan en la calle para cumplir con la costumbre del martes y 13. Al final de la espera les recibe la Virgen de los Remedios con el Niño, a los pies del altar.
Allí permanecen apurando unos segundos cara y cara ante la imagen antes de darle un beso al escapulario y presentarle sus ruegos y oraciones. La iglesia está llena con participantes de todas las edades, niños de meses, jóvenes y mayores que llevan andador o bastón.
Hay quien acude a la veneración por primera vez o como acompañante sin mucho convencimiento, pero son mayoría las personas que llevan mucho tiempo secundando esta tradición que no precisa de convocatorias ni carteles. Lo más llamativo es que van voluntariamente y en masa a honrar a la imagen en la parroquia de San Lorenzo, como es costumbre.
¿Por qué cosas buenas le piden a la Virgen de los Remedios en un día vinculado por la superstición a la mala suerte? «Salud y trabajo» son las respuestas más habituales. La gran cantidad de ramos de flores depositados a la derecha con cariño habla también de peticiones por enfermos y de agradecimientos a rezos cumplidos.
Devoción
«La Virgen de los Remedios no se queda en una sola petición, sino que acoge todos los ruegos»
Rafael Rabasco
Párroco de San Lorenzo
Rosa María es una joven que le lleva un ramo de margaritas y acude todos los años para pedirle buena salud, por el trabajo y la familia. Dos hermanas que vienen del Zumbacón, Lola y María, le muestran su devoción cada martes y 13, le han dejado flores y le han hecho sus tres ruegos.
También acaba de venerar a la Virgen Toñi, esta vez junto a su hija y su nieto: «Yo no suelo pedir mucho», reconoce, y explica el porqué de ir a venerar a la Virgen, porque ella nació en martes y 13 y al enterarse de que se celebra este acto no deja de ir. Esperando para entrar está también Juan Miguel, que lleva a su nieto Alejandro, de un año de edad, a conocer a la Virgen.
«Es una tradición que ya viene de antiguo. A la vista está que llega esta fecha y no hay que convocar a nadie, la gente fiel se congrega y viene a rogarle a la Virgen, y de los tres deseos se cumpla uno. Si a esto le aplicamos la Teología, la Virgen no se queda en una petición, sino que acoge todos los ruegos porque es la Madre del Señor y atiende todas las necesidades de sus hijos», según explica el párroco, Rafael Rabasco, a ABC.
Parece ser que todo nace en los años 40, pero no hay documentación al respecto. Desde entonces la parroquia siempre la ha dispuesto a la veneración de manera ininterrumpida los martes y 13, salvo alguna excepción. A su juicio, esta jornada es «una catequesis para Córdoba porque la Virgen de los Remedios es una ayuda a nuestra fe: Ella nos lleva a Jesucristo, que es la fuente de la gracia, la vida y la salvación».
La Virgen de los Remedios suele ocupar su altar en un lateral de la iglesia durante todo el año. Aunque no tiene una cofradía, sí posee un equipo de colaboradores de la parroquia que está pendiente y se preocupa de ataviarla para estos días especiales.
Su vestidor es Francisco Mira, quien en esta ocasión le ha dispuesto un manto azul celeste alusivo a la inminente fiesta de la Asunción, una saya rosa palo y va tocada con una mantilla blanca, con numerosos collares.
La imagen es del siglo XVIII, no tiene autor conocido, es de gran belleza y dispone de su propio ajuar, forjado con prendas y joyas que sus devotos le han ido dejando como ofrenda. Pero su gran valor, más allá de lo artístico, es gozar de tanto fervor popular.
Al terminar de rezarle son muchos los que se detienen en la mesa de recuerdos para comprar escapularios, bolsitas de perfume, pulseras de tela, rosarios, estampas con reliquia, mecheros y abanicos con la Virgen. También hay estampitas de San Judas Tadeo y de San Lorenzo. Lo recaudado con la venta se dedica a las necesidades de la parroquia y de Cáritas.
El próximo martes y trece tardará en llegar: será el 13 de mayo de 2025. Esta es una de las razones por las que la afluencia de público ha sido tan abundante, en pleno verano, mucho mayor que el 13 de febrero pasado. Es la percepción de las vendedoras de flores que permanecen todo el día ante la puerta de la iglesia hasta que cierra.
Las hermanas Josefina y Rafaela León, que nacieron en el barrio de San Agustín, participan de esta vivencia cada año junto con su madre, Luisa Cortés proporcionando los ramos a los devotos: «Llevamos toda la vida. No esperábamos tanta gente, también hoy hace un día fresquito. Y aquí viene gente hasta de pueblos», realzan. «Lo primero que he hecho cuando he venido esta mañana ha sido entrar a verla», dice una de ellas.
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