Arqueología
Salvad Turruñuelos: el edificio más grande del mundo
«El olvido sobre una de las zonas arqueológicas más grandes de Córdoba, en el cuadrante noroccidental, se convierte en otro ejemplo de la difícil relación de la ciudad con su potente pasado y las oportunidades de su investigación»
Medina Alzahira, la ciudad de Almanzor | Claves para un enigma arqueológico en Córdoba
Imagen de satélite del perímetro de los restos de Turruñuelos, en forma rectangular y de 500 metros de longitud
Según el Diccionario de la RAE, edificio se definie como «construcción estable, hecha con materiales resistentes, para ser habitada o para otros usos». Pues bien, hasta la fecha, el New Century Global Center está considerado el mayor edificio del mundo. Situado en la ciudad ... china de Chengdu, ocupa una superficie de 1.700.000 metros cuadrados. Su forma es rectangular, con un lado mayor de 500 metros y otro de 400.
Pese a tal grandiosidad, lo cierto es que en Córdoba podría existir un edificio aún más grandioso y espectacular que, por desgracia, y de manera inexplicable, permanece soterrado y sin vigilancia desde que su silueta fuera descubierta hace ya casi setenta años en las fotografías aéreas que se tomaron durante el 'Vuelo americano' de 1956.
Se trata de los enigmáticos restos de Turruñuelos, en la zona noroccidental de Córdoba, a pocos metros del Hipercor o del Club Hípico. Aún hoy en día estas líneas siguen siendo perfectamente visibles desde el aire, y cualquiera de ustedes podrá comprobarlo con herramientas como Google Earth. En ningún caso se trata de coincidencias o errores informáticos, como aconteció hace unos meses en Cádiz cuando se anunciaba a bombo y platillo el descubrimiento del famoso Templo de Hércules, supuestamente aparecido gracias a complejos métodos de detección por radar y otras tecnologías.
«En Córdoba, niguna administración ha gastado un solo euro, no ya para poner en valor este increíble complejo arqueológico, envidia de cualquier ciudad o país del mundo, sino ni tan siquiera para investigarlo»
Qué pena que, a diferencia del caso gaditano, ni una mínima parte de aquellos medios haya sido utilizada en el caso de Turruñuelos. En Córdoba, ni el Ayuntamiento, ni la Junta de Andalucía, ni la Diputación Provincial, ni por supuesto tampoco el Estado han gastado un solo euro, no ya para poner en valor este increíble complejo arqueológico, envidia de cualquier ciudad o país del mundo, sino ni tan siquiera para investigarlo, o al menos protegerlo con un simple vallado, salvándolo de los hurtos e impidiendo los continuos daños que le siguen causando los tractores con sus arados.
Pues sí, pese a la importancia del complejo, sobre el mismo se sigue cultivando trigo y cebada, cuyas espigas ondean cada primavera y se siegan con maquinaria pesada a inicios del verano. Fueron precisamente estos arados los que después de muchos siglos comenzaron a remover un terreno que llevaba en reposo mil años, tras ser arrasado durante la 'fitna' o guerra civil que trajo consigo la caída del Califato de Córdoba. Y cómo no, tras aquella remoción con medios mecánicos, comenzaron a salir a la luz auténticas maravillas marmóreas: capiteles, columnas, cimacios, losas y miles de fragmentos de ataurique.
Material de acarreo
¿Cómo se puede permitir tal despropósito en la ciudad de Córdoba? Hay que recordar cómo en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera o, incluso, durante el gobierno franquista, Medina Azahara fue fuertemente protegida, acabándose con una historia de expolio que duraba muchos siglos, encarnada en la tradición del 'material de acarreo'. Esta costumbre permitía a cualquiera acercarse hasta Córdoba la Vieja para cargar un carro con capiteles y columnas y con ellos reedificar los patios de sus casas, palacios, conventos y demás edificios.
A tal respecto, recuerdo una entrevista con quien durante años realizó en Turruñuelos diversas labores agrícolas. Me comentaba cómo salían de su suelo «camiones enteros de atauriques y demás piedras de los moros» (sic). También recordaba el momento en el que unas habitaciones subterráneas aparecieron al levantar una piedra con la que el arado había quedado enganchado, señalándome en el plano dónde se encontraban. No era extraño para aquellos trabajadores sacar de Turruñuelos piezas como columnas y capiteles que, posteriormente, acarreaban a otros lugares; por ejemplo, al castillo de la Albaida, propiedad del duque de Hornachuelos, donde permanecen hasta hoy integrados en una galería del patio de la entrada.
¿Cómo se puede permitir que la misma Diputación de Córdoba, sabedora de la existencia del recinto, proyectase un nuevo trazado para la Carretera de Trassierra en los años 90, que no lo bordea, sino que pasa por lo alto del complejo, partiéndolo en dos? Pues ni cortos ni perezosos, de esta guisa actuaron, y nada más abrir las primeras zanjas, como cabía esperar, aparecieron grandes murallas y unos magníficos capiteles de la época de al-Hakam II. Desde entonces, aquellos capiteles sirven de mesillas en el despacho de la presidencia de la Diputación, cuando lo correcto, dado su enorme valor, sería que fueran depositados y entregados a la directora del Museo Arqueológico de Córdoba, o en nuestro caso, al bedel del sitio, tras la destitución de aquélla.
Córdoba y los cordobeses no se merecen esto. Las autoridades tienen la obligación de proteger este yacimiento relacionado con el momento de mayor esplendor del Califato. Y, por supuesto, ponerlo en valor, pues de hacerlo, aparte de ser lo legalmente exigible, sería como si cayeran billetes de 500 euros sobre la capital, su turismo y su área cultural, tan involucionada y falta de nuevos proyectos los últimos tiempos.
Pero es que, para poder llevar a cabo esta labor, hay que saber qué es Turruñuelos: ¿una almunia o Madinat al-Zahira? Y, por ende, dejar de tratar el área de cultura en las diversas instituciones públicas como la 'maría' de la concejalías, delegaciones o consejerías, y poner a su frente no a cualquiera, y por cualquier motivo ajeno a la materia, sino a gente de reconocido prestigio cultural.
«Es algo único, como revela la calidad de los restos hallados 'in situ' así como su perfecta alineación con Medina Azahara»
¿Cómo no nos avergonzamos del hecho de que, legislatura tras legislatura, apenas existan partidas presupuestarias en la Junta de Andalucía para seguir sacando a la luz Medina Azahara, sólo excavada en un diez por ciento? ¿Qué opinión merece que los únicos que hasta ahora hayan puesto el dinero sean el Instituto Arqueológico Alemán o la World Monuments Fund? ¿No se nos cae la cara de vergüenza de haber tenido cerrado el Salón Rico durante casi quince años o de que quien visita su centro de interpretación tenga que ir sorteando cubos para recoger el agua de las goteras...?
Por otra parte, los cordobeses no podemos permitirnos nuevos atentados arqueológicos (o 'arqueocidios' como dijo alguien), como el producido en el yacimiento de Cercadilla, donde fue arrasado un complejo palaciego del Bajo Imperio romano, único en su tipología. O el atentado de la Ronda de Poniente, donde decenas de hectáreas de casas, mezquitas, baños, palacios y almunias del Califato fueron arrasadas por las autoridades con tal de no desplazar unos metros una simple circunvalación, quedando como símbolo de tal crimen el Túnel de la Almunia (arrasada).
Y ahora me pregunto: ¿Todos estos despropósitos se habrían cometido si Turruñuelos, Cercadilla o los arrabales de Poniente hubiesen aparecido en Málaga, la recién inventada capital de los museos, para orgullo de los malagueños? ¿Y qué me dicen si hubieran aparecido en Sevilla, como son los sevillanos, protectores de lo suyo a muerte? ¿O en Jaén, que inesperadamente toma impulso y comienza a afianzar sus posiciones culturales, reivindicando su legado íbero? ¿Qué hay de nuevo en Córdoba?
Insisto, en el caso de Turruñuelos no hay lugar a la especulación, como sí aconteció con el citado templo de Hércules. Aquí, aunque los que hemos estudiado el complejo tengamos opiniones distintas sobre qué es realmente (Madinat al-Zahira, Amiriyya, Almushtafiyya, Fahs al-Sudariq, Arruzafa…), sí que estamos todos de acuerdo en una cosa: es algo muy importante, único, como se pone de manifiesto por la calidad de los restos encontrados 'in situ', así como por su perfecta alineación con Medina Azahara, que no es casual. Y cómo no, por sus increíbles dimensiones, que me hicieron pensar que no se trataba de una simple almunia perteneciente a cualquier personaje acaudalado de la época, sino todo el alcázar de un rey, de un califa o de alguien que actuaba como tal. En tal sentido, les transcribo parte del informe elaborado por el prestigioso despacho de arquitectos Giménez Soldevilla Asociados:
«Estimado señor Ramos. Tras medir sobre planimetría de Plan General, se obtiene que el lado mayor de la citada almunia es de 573,97 metros y el menor de 430,38 metros, siendo la distancia entre las dos líneas que conforman el rectángulo o 'grosor de muralla' de 25 metros».
En definitiva, tenemos la oportunidad de rescatar algo espectacular, incluso comparándolo con otros edificios grandiosos, pues para que tomen conciencia, Turruñuelos es diez veces más grande que la Mezquita de Córdoba, más del doble que la Alhambra y es cuatro veces más grande que el Taj Mahal.
Madinat Al-Zahira
Y, por supuesto, también superamos al edificio más grande del mundo, al menos en planta, en 4,5 hectáreas. Pero es que el alcázar de Turruñuelos no es el único edificio grandioso en aquella zona situada a los pies de la sierra, ya que el mismo se encuentra perfectamente conectado e interrelacionado con otros, como los aparecidos en la Huerta Santa Isabel, a escasos 500 metros, que parecen estar relacionados con las famosas caballerizas de los ejércitos califales.
Mucho me temo que para estos últimos, poca esperanza hay, pues si Dios no lo remedia, sucumbirán bajo el peso del hormigón de los nuevos bloques de pisos. ¿Pero eso a quién le importa? A mí sí, y mucho, pues la Historia, la Cultura y la Arqueología deberían ser, a falta de otras, las principales industrias y motores de desarrollo económico de Córdoba, y no ser concebidas como un lastre. ¿A qué resulta imposible imaginar a las autoridades de Roma destruyendo los restos de su antigua ciudad, motor de su economía? ¿Por qué tal destrucción entra en los hechos probables y más que posibles en Córdoba...?
¿Imaginan por un momento poder gozar en esa zona de expansión occidental de Córdoba de un complejo de la misma importancia que Medina Azahara? ¿Acaso no merece la pena intentarlo? ¿Les interesaría a los sevillanos o a los malagueños si ellos lo tuvieran la enorme suerte de tener Turruñuelos?
Fue precisamente en ABC Córdoba donde hace ya tres años lancé mi hipótesis, según la cual, Turruñuelos podría ser el alcázar de Madinat al-Zahira, la ciudad desaparecida y supuestamente construida por Almanzor a este de Córdoba. Tras el inicial revuelo entre la doctrina. Tras la contundente oposición a mis planteamientos de muchos 'expertos' e, incluso, tras los insultos y tono faltón hacia mi persona, los resultados de mi larga y fundamentada investigación fueron expuestos en las pasadas jornadas celebradas por el Instituto de Estudios Califales de la Real Academia de Córdoba y en breve serán publicados en su anuario 'Al-Mulk'. Mi agradecimiento a esta prestigiosa institución.
«Tenemos la oportunidad de rescatar algo espectacular; diez veces más grande que la Mezquita, más del doble que la Alhambra y cuatro veces mayor que el Taj Mahal»
Pero pena e impotencia interiorizo, como cordobés que me siento, de que las autoridades no sean conscientes de la importancia que tendría para Córdoba encontrar Madinat al-Zahira pues, probablemente, constituya el mayor reto arqueológico del siglo XXI, y nada más que con anunciar su búsqueda, tanto en Turruñuelos como en otras zonas al este de la capital propuestas por otros autores, se pondría el foco de atención en Córdoba, y acudirían como moscas medios internacionales de prestigio, amén de los nacionales.
No es este el foro para defender mi hipótesis que, por otra parte, si hubiera interés, quedaría verificada o descartada tan sólo con el permiso oportuno de excavación, un par de arqueólogos y no más de tres mil euros de presupuesto.
Ahora es el momento de exigir formalmente a las distintas administraciones que tomen cartas en el asunto, que cumplan con la legalidad, protejan y pongan en valor Turruñuelos, más allá de su vaga inclusión en el Plan General como Sistema General de Espacios Libres. De no hacerlo, quizá deberíamos exigirlo los ciudadanos, creando al efecto una asociación para la defensa del patrimonio histórico de Córdoba, como ya existe en Sevilla (Adepa), y de la que me honro formar parte.
¡¡Salvad Turruñuelos!!
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