EL NORTE DEL SUR
El sepulcro
La composición escultórica que iba a servirle de sepulcro a Castillejo ha acabado despedazada, arrumbada y dispersa
El escultor Marco Augusto Dueñas demanda a la Fundación Cajasur por dividir el sepulcro de Miguel Castillejo
Córdoba
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónParece una broma macabra. Al entierro de Miguel Castillejo fueron varios millones de personas menos de las que hacían cola en su despacho, cuando Castillejo era Castillejo, para pedirle un favorcito, una subvención, una bula, y ahora resulta que la composición escultórica que iba ... a servirle de sepulcro ha acabado despedazada, arrumbada y dispersa detrás de una librería de la sede de la Universidad a Distancia (UNED) y de una capilla de Castro del Río.
La noticia, avanzada hace unos días por este periódico, trasciende en el mes que el calendario litúrgico dedica a la memoria de los difuntos y en el que los deudos, recientes o remotos, visitan los cementerios para bruñir con el paño y con las lágrimas las lápidas y los nichos que sí que están en su sitio y con el nombre de pila y los dos apellidos bien colocaditos.
La pieza que lleva el rotundo título de 'El juicio final' fue financiada por Rafael Gómez 'Sandokán' antes, mucho antes de que parte del jardín de su chalé saliera a subasta para hacer frente a sus deudas y de que los varios millones de cordobeses, ilustres y notables, currantes y socios que se felicitaron por la distinción de ser invitados a las bodas del esplendor en la hierba bajo la luna de Sansueña olvidaran, así de un día para otro, que habían acudido allí encantados de la vida, de los canapés, de la orquesta, de la compañía y de los anfitriones.
La historia del ornato funerario que está en los papeles cuenta, por si fuera poco, con un artista de asiento insigne, un tal Marco Augusto que asegura que ha expuesto en el mismísimo Vaticano. Lo que se impone es que Arturo Pérez-Reverte mande a Córdoba a Lorenzo Quart, el sacerdote al que la Santa Sede envía a Sevilla para investigar la trama de 'La piel del tambor' que ahora está en los cines después de casi treinta años en una novela, para averiguar —en todo su significado vernáculo— por qué esos ángeles del monumento mortuorio han ido a parar a un templo perdido de la Campiña, tan separados del resto del conjunto que quien lo firmó se queja en su exposición ante el juez de que «se han modificado los códigos comunicativos» de su creación y que eso no puede ser. «Nadie podría inventarse una ciudad como Sevilla», dice Pérez-Reverte en las primeras líneas de su libro. Ni como Córdoba.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete